gua, es decir que en la apertura de sesiones del Congreso Nacional de este año, el Presidente de la Nación habló de sustentabilidad, tácitamente aludiendo a no agotar recursos, cuidar los suelos, evitar contaminación, como se la usa habitualmente. La tierra, sustento de alimentos, no sería ella sin el agua como tampoco seríamos nosotros los vivientes hombres, bichos y plantas que la habitan, como dice la chacarera 1.
Agua, es decir que nuestros pobladores, a través de los movimientos sociales que conforman, a eso de la sustentabilidad le llaman agua, tierra y monte. Y no es casual la tríada, ni que sean sustantivos, ni el orden en que lo refieren. Sin agua no es posible vivir, sin tierra no se puede permanecer, sin monte no hay ambiente en este chaco. Reclamo de un pueblo que siente su entorno y defiende lo que ama. Un Estado sensible y consciente de la salud pública, preocupado por el sarampión, el dengue, el coronavirus, deberá atender pronto este reclamo.
Agua, es decir que pisamos un territorio con nombres propios, tan antiguos como las lenguas que lo nombran, generación tras generación. Creadores de topónimos que vistos en conjunto no hacen más que hablar del agua, de bichos y de plantas. Referencias que son muchas, y de variado origen lingüístico:
Hace casi 500 años, la más reciente nominación llamó San Yago del Estero – por el santo español y los esteros que habían - a la tierra del agua demorada, del bosque y viento caliente que hace dura la madera del gran árbol, que bebe el agua como un tesoro vital.
Ha pasado el obraje, las crecientes de los ríos ya no llegan, y somos la mayor superficie de desmonte en el chaco de hoy. Es decir, agua nomás.