En este contexto, especialistas de la firma Provimi realizaron un informe donde recomiendan una combinación de prácticas de manejo efectivas y estrategias nutricionales adecuadas para logran mitigar significativamente los efectos del estrés por calor.
El estrés calórico es un desafío común en animales de campo y de granja, expuestos a altas temperaturas, especialmente en climas cálidos o durante olas de calor. Este fenómeno afecta la salud, el bienestar y la productividad de los animales y es una gran preocupación para el productor que debe cuidarlos.
En cerdos – especialmente en sitio 3 – la alta temperatura ambiente afecta el desempeño productivo, tanto en la ingesta diaria de alimento como en la ganancia de peso, lo que genera pérdidas económicas significativas para los productores.
En los sistemas de engorde a corral el calor afecta tanto el estado fisiológico del ganado como los resultados económicos, ya que los animales no pueden disipar el calor acumulado, impactando directamente en su productividad y en la rentabilidad.
Y en los tambos, el estrés por calor tiene impactos inmediatos y de largo plazo en la productividad, la salud y la rentabilidad. Enfriar a las vacas durante la etapa seca y ajustar sus dietas no solo garantiza la producción de leche en la próxima lactancia, sino que protege la productividad y rentabilidad del rodeo a largo plazo.
En general, el calor extremo interfiere en los procesos fisiológicos básicos, como la termorregulación, llevando a mayores tasas de mortalidad si no se implementan medidas de manejo adecuadas.
CALOR, FEEDLOTS Y PRODUCTIVIDAD EN RIESGO
Con la llegada del verano y las olas de calor extremo, los sistemas de engorde a corral enfrentan retos que van más allá del manejo cotidiano. Estas condiciones afectan tanto el estado fisiológico del ganado como los resultados económicos. Las altas temperaturas dificultan que los animales disipen el calor acumulado, impactando directamente su productividad y la rentabilidad del productor. Prepararse de manera proactiva es clave para mantener un feedlot eficiente y rentable:
Reducción del consumo de alimentos: Con el aumento de la temperatura, los animales comen menos para evitar generar calor metabólico durante la digestión. Esto limita la ganancia de peso y reduce la eficiencia de conversión alimenticia, prolongando el tiempo de engorde. Además, los hábitos alimenticios cambian: los animales pasan largos periodos sin comer, seguidos de ingestas más grandes, lo que aumenta el riesgo de trastornos metabólicos.
Disminución de la ganancia de peso: La energía que normalmente se destina al crecimiento se redirige hacia la estabilidad térmica (homeostasis), ralentizando el crecimiento y comprometiendo la eficiencia productiva.
Deterioro en la calidad de la canal: El estrés térmico incrementa la probabilidad de carne oscura o “dark-cutting”, causada por bajos niveles de glucógeno en los músculos antes del sacrificio. Esto eleva el pH de la carne, disminuyendo su calidad y valor comercial, con un impacto directo en los ingresos.
Mayor permeabilidad intestinal (leaky gut): El estrés calórico daña las células del epitelio intestinal (enterocitos), aumentando la permeabilidad del intestino delgado. Esto permite que patógenos y endotoxinas atraviesen la barrera intestinal e ingresen al torrente sanguíneo, desencadenando una respuesta inflamatoria y reduciendo la absorción de nutrientes esenciales. Este fenómeno, conocido como «leaky gut», puede derivar en problemas metabólicos y sanitarios, afectando la salud y productividad del ganado.
Aumento de mortalidad: Las olas de calor elevan las tasas de mortalidad, especialmente en corrales sin sombra y en animales de mayor peso. Estudios recientes muestran que la mortalidad puede alcanzar hasta un 4.8% en corrales sin sombra, frente a sólo un 0.2% en aquellos con sombra, destacando la importancia de ofrecer condiciones adecuadas en el corral.
Prácticas clave para minimizar el impacto del estrés térmico
Implementar estrategias efectivas de manejo es esencial para reducir los efectos negativos del estrés calórico en el feedlot. Algunas de las medidas más importantes incluyen:
Modificación del horario de alimentación: Programar la mayor parte del alimento durante las horas más frescas del día ayuda a estabilizar el consumo y reduce el riesgo de acidosis subclínica, protegiendo el desempeño del animal. Ofrecer la primera comida al amanecer (entre las 5 y 6 a.m.) y distribuir el 40% de la ración en ese momento, dejando el 60% restante para la tarde, mejora el confort térmico y optimiza el consumo.
Provisión de sombra: Junto con el ajuste en el horario de alimentación, el uso de sombras es una de las medidas más efectivas para mitigar el impacto del calor. Las áreas de sombra reducen la radiación solar directa, disminuyen la temperatura corporal del ganado y mejoran su bienestar.
Evitar el manejo en horas calurosas: Las actividades de manejo deben programarse en las horas más frescas del día para evitar el agravamiento del estrés térmico. Esta medida simple pero eficaz ayuda a reducir la carga de estrés en los animales y mejora su productividad.
Asegurar la disponibilidad de agua: En condiciones de calor extremo, el consumo de agua puede duplicarse. Garantizar acceso libre y sin restricciones a agua limpia y fresca es fundamental para prevenir la deshidratación. Es recomendable aumentar los puntos de agua disponibles en el corral para evitar la competencia entre animales. La recomendación estándar bajo estrés calórico es de 7 cm lineales de bebedero por animal.
Monitoreo de animales susceptibles: Categorías vulnerables, como novillos pesados o terneros enfermos, requieren monitoreo especial. Identificar signos tempranos de estrés por calor permite intervenir rápidamente, minimizando el impacto en su crecimiento y salud.
Control de moscas: Las moscas representan una fuente adicional de irritación para los animales, especialmente en épocas de calor. Mantener su población bajo control mejora las condiciones del feedlot, reduciendo el estrés y contribuyendo al bienestar del ganado.
VERANO Y LA PRODUCTIVIDAD EN EL TAMBO
El estrés por calor es un desafío silencioso pero constante para la producción lechera. Cuando las temperaturas suben, las vacas experimentan cambios fisiológicos que afectan su desempeño: reducen el consumo de alimento, alteran su medio endocrino, disminuyen la rumia y la absorción de nutrientes, mientras aumentan los requerimientos de mantenimiento para regular su temperatura corporal. Este conjunto de cambios se traduce en una menor disponibilidad de nutrientes para la producción de leche, lo que afecta directamente los litros diarios obtenidos. Cada bocado menos implica menos energía disponible, y, en consecuencia, el resultado es claro: a medida que el estr&eacu te;s por calor aumenta, el consumo disminuye y la productividad cae.
Pero el impacto del calor no termina ahí. Estudios recientes han demostrado que el estrés por calor durante el último tercio de gestación tiene efectos de largo plazo, afectando incluso a las futuras generaciones del rodeo. Las vacas secas que enfrentan condiciones de alta temperatura no solo producen menos leche en su próxima lactancia, sino que este impacto también se refleja en sus crías y hasta en sus nietas. Las hijas de vacas estresadas por calor, incluso si nacen en buen estado, muestran reducciones en la producción de leche durante sus primeras tres lactancias. Esto significa una pérdida acumulativa en la rentabilidad, que se amplifica con cada generación expuesta a condiciones extremas de calor.
¿Cómo mitigar el impacto del estrés por calor?
Enfriar a las vacas durante la etapa seca y preparto se convierte en una estrategia clave para proteger la productividad futura. No se trata sólo de preservar la producción de la siguiente lactancia, sino de asegurar la salud y productividad del rodeo a largo plazo. Las decisiones de manejo frente al estrés por calor no son decisiones aisladas; son inversiones que impactan directamente en el futuro de la ganadería lechera, ayudando a garantizar una producción estable, eficiente y rentable en el tiempo.
Entre las herramientas más efectivas se encuentran la provisión de sombra, la instalación de sistemas de ventilación y refrescado, así como el ajuste de los horarios de alimentación. Sin embargo, además de estas medidas de manejo, las estrategias nutricionales juegan un papel fundamental en la mitigación de los efectos del calor extremo.
Estrategias nutricionales frente al estrés por calor
El ajuste en la formulación de la dieta puede ser clave para contrarrestar la disminución del consumo de materia seca y minimizar la producción de calor durante la fermentación ruminal:
→ Incorporación de grasas y proteínas bypass: Estos ingredientes reducen la producción de calor metabólico en el rumen y aportan nutrientes esenciales, especialmente en vacas de alta producción al inicio de la lactancia.
→ Fibra efectiva de alta calidad: Favorece la rumia, regula el pH ruminal y mejora la eficiencia digestiva, factores cruciales para mantener la salud y el rendimiento durante los períodos de estrés por calor.
→ Suplementación con minerales y vitaminas: Ayudan a mantener las funciones fisiológicas normales en vacas lecheras, especialmente en condiciones de estrés térmico, donde los requerimientos de estos nutrientes aumentan significativamente.
→ Uso de cultivos de levaduras y aditivos específicos: Aditivos como los osmolitos han demostrado ser efectivos para reducir la temperatura corporal, mejorar la ingesta de alimento, mantener la salud intestinal y optimizar la eficiencia alimentaria.
ESTRÉS POR CALOR EN CERDOS (SITIO 3)
Las altas temperaturas ambientales se presentan durante los meses de verano en zonas de clima templado y de forma continua en climas tropicales. En este contexto, más del 50% de la producción porcina se localiza en regiones tropicales y subtropicales, lo que amplifica los efectos del calor y, por ende, del estrés térmico en las granjas. De hecho, si las proyecciones sobre el cambio climático global se concretan – con un aumento de la temperatura media anual – especialmente en verano, los problemas asociados con el estrés por calor en la producción porcina se intensificarán.
Los cerdos tienen una capacidad limitada para disipar el calor corporal, por lo que dependen en gran medida de la reducción de la producción de calor metabólico para mantener una temperatura corporal constante en condiciones cálidas, a diferencia de otras especies ganaderas. Los mecanismos de defensa contra el estrés térmico, como la disminución del tono muscular y de la actividad voluntaria, la reducción de la secreción de hormonas tiroideas y la disminución de la ingesta de alimento, varían según el tiempo de exposición y la intensidad del calor. En particular, la reducción en la ingesta voluntaria de alimento se considera la principal adaptación para disminuir la producción de calor, lo que, a su vez, impacta negativamente el crecimiento de los cerdos.
Aunque todas las categorías porcinas son susceptibles al estrés por calor, los cerdos en fase de crecimiento-terminación son especialmente vulnerables debido a su mayor masa grasa, muscular y alta tasa metabólica, localizándose su temperatura ambiental óptima entre 16 y 20ºC.
→ Ajustar la ingesta diaria de alimento es, en la mayoría de los casos, la única manera en que los cerdos pueden modificar su producción de calor. Este ajuste es proporcional a la variación de la temperatura ambiente; es decir, a mayor temperatura ambiental, mayor será la reducción en el consumo de alimento. En la fase de crecimiento-terminación la ingesta disminuye en 40 gramos por cada °C por encima de la zona de confort térmico.
→ Ganancia diaria de peso: En la fase de crecimiento-terminación, se registra una reducción de 58.57 g/d en la ganancia diaria de peso entre los cerdos en condiciones termoneutras y aquellos bajo estrés térmico (654.38 vs 595.81 g/d). Puntualmente en la fase de terminación, se observa una disminución de aproximadamente 300 g/d. Dado que los cerdos bajo estrés térmico reducen su consumo, la cantidad de nutrientes y energía disponible para el crecimiento y la deposición de tejido magro se ve restringida. En condiciones de estrés, la demanda de energía para el mantenimiento térmico es mayor, lo que reduce la energía destinada a funciones productivas.
→ Conversión alimenticia: No se observa interacción entre la temperatura ambiental y el índice de conversión alimenticia (ICA). Sin embargo, en los cerdos bajo estrés por calor, la reducción en la ganancia diaria de peso implica una mayor dificultad para alcanzar el peso de salida a mercado. Este retraso se traduce en una prolongación de su permanencia en la granja y un aumento en la ingesta de alimento a largo plazo. Dado que el alimento representa el 70% de los costos de producción animal, esto tiene un impacto significativo tanto en la productividad como en la economía.
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