Por Agroempresario.com
En el corazón productivo del sur tucumano, una innovación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) promete transformar la producción porcina en Argentina. Se trata del sistema de cama profunda, una tecnología de bajo costo, alta eficiencia y gran impacto ambiental positivo, que ya muestra resultados alentadores en términos de productividad, sustentabilidad y bienestar animal.
Diseñado para pequeños y medianos productores, el sistema se basa en galpones sencillos con pisos de tierra compactada cubiertos por materiales orgánicos como rastrojos, pasturas y malhoja de caña de azúcar. Estos residuos agrícolas, disponibles localmente, se transforman en una cama absorbente que reemplaza los pisos tradicionales de cemento y reduce el uso de agua, energía y manejo de efluentes.
“Promovemos esta tecnología para optimizar la cría porcina y hacerla más sustentable y eficiente”, explicó Isabel Arellano, especialista del INTA Graneros, quien participa activamente en el desarrollo y la promoción de esta innovación. Según detalla, el sistema responde a la demanda creciente de capones, es decir, cerdos de más de 100 kilogramos, cuyo engorde requiere estrategias que conjuguen rendimiento productivo con buenas prácticas ambientales.
La cama profunda no solo absorbe los desechos de los animales, sino que mejora su confort térmico, reduce el estrés y disminuye significativamente la mortalidad. Los estudios desarrollados en conjunto entre el INTA Graneros y la Estación Experimental Agropecuaria Marcos Juárez (Córdoba) demostraron que los indicadores productivos alcanzados con esta técnica son comparables a los de sistemas confinados más costosos, con una tasa de mortalidad inferior al 1,5 %.
Uno de los aspectos más valorados del sistema es su adaptabilidad y bajo costo inicial. La infraestructura básica puede construirse con elementos sencillos como madera, hierro, cañas y plásticos, y aprovechar materiales vegetales provenientes de residuos agrícolas de la región. “La alta disponibilidad de insumos locales hace que esta tecnología sea económicamente accesible, lo cual permite sostener la producción de cerdos en este territorio”, agregó Arellano.
Esto lo convierte en una herramienta estratégica para fortalecer las economías regionales del noroeste argentino (NOA), donde la actividad porcina representa una fuente relevante de ingresos y empleo, especialmente en unidades productivas familiares o de escala media.
Otro de los grandes aportes del sistema de cama profunda está en su impacto ambiental positivo. Según Gabriela Cantarella, extensionista del INTA Graneros, la técnica permite reducir significativamente el uso de agua en el lavado de instalaciones, disminuir los volúmenes de efluentes líquidos y facilitar el reciclaje de los residuos sólidos.
“El material vegetal utilizado como cama puede compostarse al finalizar el ciclo productivo y convertirse en abono orgánico de alto valor, útil para cultivos como el maíz”, explicó Cantarella. Así, se genera un círculo virtuoso que combina producción porcina y agrícola, donde los desechos se transforman en recursos, reforzando el modelo de bioeconomía circular que promueve el INTA.
Además, al minimizar la acumulación de efluentes y olores, el sistema también contribuye a mejorar la relación del productor con su entorno comunitario y con las normativas ambientales vigentes.
Gracias a su flexibilidad, el sistema de cama profunda puede adaptarse a distintas regiones y climas del país, lo que lo convierte en una alternativa escalable para otras provincias ganaderas. Desde el sur de Tucumán, pasando por Santiago del Estero, Salta, Formosa o Chaco, hasta zonas pampeanas o patagónicas, esta innovación tiene el potencial de transformar la forma de producir cerdos en Argentina.
“Las particularidades de este sistema facilitan su adopción, permitiendo que pequeños productores compitan en un mercado cada vez más exigente”, concluyó Cantarella, subrayando el respaldo técnico permanente del INTA para quienes deseen implementarlo.
En un contexto donde las exigencias del mercado, las normativas ambientales y las expectativas sociales sobre el bienestar animal están en constante evolución, el sistema de cama profunda se presenta como una opción que responde a múltiples desafíos a la vez: mejora los resultados productivos, reduce los costos, cuida el ambiente y promueve la inclusión de productores de menor escala.
Desde INTA Graneros, con el acompañamiento de especialistas y técnicos de distintas regiones, el trabajo continúa para ajustar los protocolos, capacitar a más productores y generar información técnica que permita expandir esta herramienta a todo el país.
Así, desde una región muchas veces invisibilizada del NOA, se está gestando una verdadera innovación porcina con impacto nacional.