Por Agroempresario.com
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Cerro Azul, en Misiones, está liderando una revolución en la producción de yerba mate. Con más de 50 años dedicados al mejoramiento genético, esta institución trabaja en una nueva generación de plantas con un 30 % más de rendimiento que las variedades actuales, marcando un avance crucial para uno de los cultivos insignia de Argentina.
Desde la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Cerro Azul, se han registrado más de 15 variedades de yerba mate. Ahora, el foco está puesto en el desarrollo de nuevos materiales genéticos, basados en un ranking obtenido tras rigurosos ensayos de tres años. Este ranking clasifica las plantas por su valor de mejora, rendimiento y estabilidad productiva.
“Estamos trabajando en cruzamientos controlados entre los mejores materiales según nuestro ranking genético, y planeamos sembrar estas nuevas variedades el próximo año”, explicó Vanesa Schoffen, referente del programa. El resultado será el establecimiento de un nuevo huerto semillero clonal, que comenzará a producir semillas para pruebas internas en 2026 y comercialización a gran escala en 2028-2029.
Los avances no solo apuntan al aumento de rendimiento, sino también a la estabilidad en diferentes condiciones de suelo y clima, un aspecto fundamental para los productores. Ensayos en localidades como Liebig, Oberá y Montecarlo han demostrado la interacción genotipo-ambiente, indicando que ciertas variedades tienen un comportamiento más consistente en distintos entornos.
“Seleccionamos materiales que no solo rindan bien, sino que mantengan su desempeño estable en diversas condiciones”, puntualizó Schoffen. Estas variedades están diseñadas para maximizar el potencial productivo en ambientes variados, asegurando a los productores una inversión confiable y sostenible a largo plazo.
El INTA Cerro Azul se posiciona como uno de los principales proveedores de semillas en la región, ampliando no solo la cantidad disponible, sino también la diversidad genética ofrecida. Esto permitirá a los productores contar con cultivos de alto rendimiento que permanecerán en sus lotes por al menos 30 años, optimizando la productividad.
“Apostar por genética conocida y probada puede marcar una diferencia significativa en la productividad de largo plazo para los yerbateros”, concluyó Schoffen. Este desarrollo promete fortalecer la competitividad del sector y consolidar la yerba mate como un pilar de la economía regional y nacional.