Por Agroempresario.com
La campaña 2024/25 del trigo en Argentina fue un desafío para los productores, quienes atravesaron un ciclo lleno de dificultades climáticas. A pesar de que la siembra se realizó sin sobresaltos, la escasez de humedad desde abril hasta agosto, junto con las heladas invernales, dificultó el desarrollo del cultivo. La escasez de agua limitó el macollaje, lo que afectó el rendimiento de los lotes. Sin embargo, la ausencia de lluvias también favoreció una menor incidencia de enfermedades fúngicas e insectos, lo que representó un alivio para los productores.
Las lluvias de octubre beneficiaron la floración, pero una ola de calor posterior empeoró las condiciones de los cultivos. Afortunadamente, noviembre y diciembre trajeron más precipitaciones, lo que ayudó a mejorar el llenado de los granos y a elevar el peso de 1000 granos, contribuyendo a una recuperación parcial de los rendimientos. A pesar de los altibajos, el trigo demostró su capacidad de recuperación, algo que es característico de este cultivo, como destacó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Según las estimaciones de la BCR, la producción de trigo pasó de una proyección inicial de 21 millones de toneladas a 18,5 millones en los momentos más críticos del ciclo, cuando el cultivo sufría la sequía más severa. No obstante, para diciembre, las proyecciones subieron a 19,3 millones de toneladas, lo que refleja un repunte positivo gracias a las lluvias de fin de año.
Sin embargo, los rendimientos fueron muy dispares entre las distintas zonas productivas. En el sur de Buenos Aires, a pesar de las lluvias de noviembre, los primeros lotes comenzaron a cosecharse por debajo de los rendimientos históricos. Alejandro Vejrup, gerente de la cooperativa Alfa de Tres Arroyos, mencionó que “cuando la cosecha empieza tan temprano es porque los rendimientos y la calidad no son lo esperado” y destacó que los rendimientos de cebada también fueron inferiores a los del año anterior, con un descenso de al menos un 15%.
En otras regiones, como el oeste de Buenos Aires, los rendimientos fueron algo mejores, en parte debido a las fechas de siembra que permitieron una mayor adaptación a las condiciones climáticas. En General Villegas, el productor Juan Balbín comentó que, a pesar de la escasez de agua en el invierno, los cultivos demostraron una gran capacidad de recuperación y alcanzaron rendimientos de 20 a 35 quintales por hectárea, aunque aún por debajo de los niveles históricos de 35 a 50 quintales por hectárea.
La cosecha de cebada también sufrió daños por el mal desarrollo del grano y la caída de peso hectolitrico, afectando su calidad y reduciendo los lotes aptos para la exportación. Sin embargo, en la zona norte de Buenos Aires, el trigo mostró una mayor dispersión de rendimientos, con algunos lotes alcanzando hasta 69 quintales por hectárea, dependiendo de la fecha de siembra y la disponibilidad de humedad.
A nivel comercial, los bajos precios del trigo, actualmente en torno a los 190.000 pesos por tonelada, no incentivan a los productores a vender en el corto plazo. Muchos agricultores optan por esperar un repunte en los precios para comercializar su cosecha, como observó el consultor Julio Lieutier: “Hubo poca toma de posiciones durante el invierno, y ahora la estrategia es aguantar y esperar hasta el otoño para vender”.
En Córdoba, los rendimientos fueron similares, con rendimientos de entre 25 y 35 quintales por hectárea en secano, y mejores en los lotes irrigados. Facundo Lagos, productor en la zona sur de Córdoba, señaló que “los cultivos sufrieron heladas en espigazón que, junto con la falta de agua y el calor, impidieron alcanzar los rendimientos esperados”.
El trigo 2024/25 en Argentina fue un cultivo desafiante, pero su capacidad de recuperación permitió que los rendimientos mejoraran en algunas zonas, aunque no alcanzaron los niveles históricos. Con precios bajos y una cosecha despareja, los productores se preparan para enfrentar una temporada de comercialización incierta, confiando en que los precios puedan repuntar en los próximos meses.