Con muy buenos resultados, este tratamiento de la cama de pollo -residuo que se genera en las granjas después de la crianza de los pollos- busca bajar la carga de microorganismo patógenos.
La cama de pollo constituye una fuente de nutrientes para las plantas y es ampliamente utilizada en cultivos agrícolas extensivos e intensivos y en pasturas. Para los productores que tienen disponibilidad de este recurso implica un ahorro de fertilizantes químicos, pero debería ser tratada previamente a su utilización agronómica.
La Secretaría de Ambiente de Entre Ríos incorporó esta tecnología como una de las medidas del tratamiento de la cama de pollo como normativa para que las granjas cumplan con este procedimiento de aptitud ambiental. Por ello, un equipo del INTA Concepción del Uruguay -Entre Ríos- brinda asesoramiento a diferentes empresas integradoras e integrados de la región para realizar el apilado de pollo y analizar las muestras.
Gange destacó que “la avicultura es una actividad intensiva que genera residuos, las aves están concentradas y tiene una carga biológica importante, tratar esos residuos tiene un costo, y el mismo se debe incorporar a la ecuación productiva, que a final de cuentas es una inversión que va a repercutir en un mejor desempeño productivo de la crianza”.
Juan Martín Gange -investigador del INTA Concepción del Uruguay- explicó: “El beneficio para los productores al utilizar el apilado es que la siguiente crianza de pollos tiene una carga mucho menor de microorganismos patógenos, es decir, se enferman menos y esto genera mayores índices productivos. Hay mejor conversión, menor mortandad, entonces se va a percibir una mejor tarifa cuando termina la crianza”.
“Lo que promovemos desde INTA es que ese apilado también se haga al finalizar, cuando la cama se retira definitivamente de la granja y se utilice agronómicamente, entonces si un productor lo distribuye en el campo disminuye el riesgo de contaminación con esos patógenos a otras granjas vecinas”, indicó Gange. El apilado de cama de pollo consiste en hacer una pila de aproximadamente 1 metro de altura, esto va a depender de las características de la maquinaria que lo realiza y la altura del galpón donde se lleva a cabo.
El procedimiento se realiza habitualmente entre crianza y crianza, en particular, cuando hay enfermedades y lo que se logra es que, al hacer la pila se produce un aumento de la temperatura por los microorganismos que degradan la materia orgánica, esto permite que se mueran microorganismos que son patógenos, bacterias y virus que pueden ocasionar la contaminación de la siguiente crianza de pollos.
A diferencia del compostaje, este procedimiento lleva menos días, el apilado sería la primera etapa del compostaje, una fase termófila inicial. El compostaje en cambio,requiere varios meses, remover la pila, y aunque es muy bueno, no todos los productores lo pueden implementar porque requiere cierta logística. En cambio, el apilado, son menos días, entre 10 y 15 días, en donde se asegura que aumenta la temperatura y mueran los patógenos. Existe una segmentación de productores, principalmente asociada a la capacidad instalada de la granja, sobre la cual el organismo de ambiente acepta uno u otro método como tratamiento final de la cama.
Cada actividad que se desarrolla en la provincia de Entre Ríos tiene un plan de gestión ambiental donde se prevén todos los impactos ambientales que pueda llegar a generar esa actividad. Se procura evitar lo evitable y gestionar los que necesariamente se va a producir. Por ejemplo, en la actividad avícola se debe planificar la gestión de la cama de pollo.
El certificado aptitud ambiental viene a consecuencia de una declaración de impacto ambiental favorable sobre una actividad, el trámite administrativo se hace en la provincia de Entre Ríos bajo el decreto 4977. Este decreto es el que reglamenta el procedimiento de estudio de impacto ambiental en todo el territorio provincial. El estudio de impacto ambiental está exigido y regido por nación a través de la Ley General del Ambiente, la 25.675.
Al finalizar todo el procedimiento de evaluación de cualquier tipo de actividad que se desarrolla en la provincia y se encuentre técnicamente apto y legalmente apto de aprobarse, se emite una declaración de impacto ambiental. Esa declaración tiene primero una resolución que la firma la Secretaría de Ambiente y la figura de esa declaración de impacto ambiental positiva es el certificado de aptitud.
Los clientes externos del país exigen la certificación mencionada a la hora de comprar y según información de la Secretaría de Ambiente, se han otorgado alrededor de 250 certificados desde 2017 para granjas de engorde. La ventaja comparativa de los últimos 4 años es que se cuenta con una alternativa adicional de gestión de la cama de pollo, con el respaldo de INTA.
Juan Bordet es segunda generación de productores avícolas, actualmente se encuentra integrado a una empresa de la zona de Concepción del Uruguay y está en un proceso de restructuración de los procedimientos con el uso de tecnologías. Produce pollo para producción de carne en dos granjas, tienen 17 galpones en total e implementó la técnica de apilado sanitario entre crianzas
“Lo que nos impulsó al cambio es que en la zona hay muchas empresas, en Concepción hay una de las cunas avícolas más grandes del país, esto genera poco descanso sanitario y mucho traslado. Por eso en la nuestra granja hicimos junto al INTA el apilado de camas. Al reciclar las camas, se contaminan y con el apilado se logra bajar el nivel de contaminación”, indicó el productor.
Bordet explicó que “el tema de la integración quiere decir que una empresa nos provee del pollito bebé, de la cama, del alimento, del servicio veterinario la faena, nosotros como integrados ponemos la estructura, el gasto energético y la crianza. Ponemos el trabajo y la atención en los pollos. Tenemos en producción 230.000 pollos vivos y un promedio de 5 crianzas al año, hablamos de 1.200.000 pollos al año”.
“Antes hacíamos un picado de las camas y se volvía a utilizar tal cual estaba, en ese caso no levanta temperatura y no hace el proceso de fermentación, entonces en lo que es carga bacteriológica queda igual, con el apilado, según los resultados del INTA se logró mejorar ese aspecto”. Describió el productor.
Sobre el procedimiento, el productor comentó que con las máquinas se hace un amontonamiento de las camas que se utiliza para la crianza del pollo, se las deja casi 10 días y se mide casi todos los días lo que es la temperatura.
“Luego los técnicos del INTA sacaron muestras del pre apilado y pos apilado. Se hizo un análisis de temperatura y microbiológicos y los resultados fueron muy buenos. Las mediciones que obtuvieron les permitió armar un protocolo propio de la empresa para el apilado”, detalló Bordet.
No es un trabajo sencillo de hacer, pero las empresas están tomando conciencia de la importancia de hacer este tratamiento de las camas. “Nosotros sin dudas lo vamos a seguir implementando porque es la única forma de mantener un equilibrio. El beneficio doble sanitario y económico y sobre todo para ser más eficientes en la producción”, destacó el productor.