Por Agroempresario.com
Los datos del Índice de Confianza del Empresario Agropecuario (ICEA CREA) revelan un crecimiento sostenido, alcanzando niveles no registrados desde 2017. Este indicador refleja el respaldo del sector agropecuario a los avances macroeconómicos logrados durante el último año de gestión del gobierno de Javier Milei. Sin embargo, los desafíos microeconómicos continúan impactando negativamente en la rentabilidad y la competitividad del sector.
El informe de CREA destaca que factores como las restricciones cambiarias, la presión tributaria —con las retenciones liderando las preocupaciones— y los bajos precios internacionales, aún limitan el desarrollo económico de las empresas agropecuarias.
La competitividad argentina se ve afectada por la reciente devaluación de las monedas en Brasil y Rusia, así como por medidas proteccionistas impulsadas desde Estados Unidos bajo el mandato de Donald Trump. Esta combinación, junto con un dólar fortalecido, ha incrementado los costos en moneda dura y reducido las oportunidades en los mercados internacionales.
A pesar de estos obstáculos, la apreciación cambiaria ha generado beneficios puntuales, como la baja de tasas en dólares, incentivando el financiamiento agropecuario. Según CREA, el crédito en dólares creció un 180% entre diciembre de 2023 y septiembre de 2024, mientras que el financiamiento en pesos cayó un 2% en términos reales.
El ciclo 2024/25 se enfrenta a precios internacionales de granos inferiores al promedio de los últimos cinco años: -19% para soja, -20% para trigo y -15% para maíz. Además, los costos de producción, pesificados y dolarizados, siguen subiendo, complicando la viabilidad económica de la mayoría de las explotaciones.
Según CREA, solo el 10% del área sembrada con soja en el país presenta rentabilidad positiva, mientras que un 66% se encuentra en el punto de equilibrio y el 24% restante opera con márgenes negativos. En maíz, el panorama es más favorable, con un 35% del área proyectando rentabilidad positiva.
Si bien el sector reconoce los avances en el orden macroeconómico, la competitividad sistémica exige reformas inmediatas en el ámbito micro. El contexto actual obliga al gobierno a implementar medidas que alivien las cargas tributarias, reduzcan costos logísticos y optimicen el acceso al crédito para garantizar la sostenibilidad del agro.
En este sentido, los rendimientos serán el factor clave para determinar la viabilidad económica de las empresas agropecuarias en el corto plazo.