Por Agroempresario.com
El color de la yema del huevo, que varía entre amarillo pálido y naranja intenso, no es solo un atractivo visual, sino una pista sobre la dieta y crianza de la gallina que lo puso. Agroempresario.com explica los factores detrás de esta variación.
El DSM Yolk Color Fan es una herramienta utilizada en la industria para clasificar el color de la yema en un rango del 1 al 16, donde el nivel más bajo representa un amarillo muy claro y el más alto un naranja profundo.
El color está directamente influido por la alimentación del ave. Las gallinas alimentadas con trigo o cebada suelen producir yemas más pálidas, mientras que las alimentadas con maíz o alfalfa generan tonos más vibrantes. La dieta con alto contenido en carotenoides, presentes en insectos, pétalos de caléndula o pasto fresco, tiende a intensificar el tono.
No obstante, los expertos aclaran que la tonalidad no asegura un mayor valor nutricional. Factores como la raza, salud y edad del ave juegan un rol clave en la calidad del huevo.
El entorno también influye: las gallinas criadas en libertad, con acceso a vegetación variada, suelen producir yemas más coloridas. Este fenómeno es más notable durante la primavera y el verano, cuando las aves pasan más tiempo al aire libre.
En cuanto al sabor, aunque el color no es determinante, los huevos de gallinas con una dieta variada y criadas en libertad tienden a ser más sabrosos, según especialistas.
En conclusión, el color de la yema es un reflejo de la alimentación y manejo de las aves, pero no debe ser tomado como un indicador absoluto de calidad nutricional o sabor superior.