Por Agroempresario.com
El 2025 arranca con un panorama alentador para la lechería argentina. Según el informe del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), se proyecta un incremento del 5,7% en la producción de leche, lo que representa un crecimiento de 605 millones de litros respecto al año anterior. Este repunte coloca a la industria láctea en una posición de recuperación tras un 2024 marcado por desafíos significativos. Sin embargo, ¿qué factores impulsan este optimismo y cómo se enfrenta el sector a las dificultades que aún persisten?
La proyección positiva de crecimiento de la lechería argentina se basa en diversos factores que comenzaron a tomar fuerza en la segunda mitad de 2024. La mejora en las condiciones climáticas, especialmente las lluvias que favorecieron la productividad de los tambos, ha sido un factor clave en la recuperación del sector. A lo largo del 2024, la sequía y las altas temperaturas habían afectado gravemente las primeras cosechas, pero las lluvias llegaron a tiempo para revitalizar la actividad y permitir la recuperación parcial de los niveles de producción. Este factor ha sido esencial para las expectativas de crecimiento en 2025.
Otro de los elementos fundamentales que impulsan el optimismo en la industria es la sostenibilidad de la demanda interna y el repunte de las exportaciones. A pesar de las dificultades económicas, como los altos costos de los insumos y las fluctuaciones de los precios internacionales de los productos lácteos, la industria argentina logró adaptarse y mantenerse competitiva. Durante el segundo semestre de 2024, los precios internos de la leche mejoraron y las industrias de procesamiento se ajustaron a los nuevos costos, permitiendo que la producción continuara con mayor estabilidad.
Aunque la producción de leche en 2024 no alcanzó las cifras de crecimiento esperadas, las estadísticas finales mostraron una recuperación. En el primer cuatrimestre del año, la producción había caído un 14,5%, pero, a partir de mayo, las condiciones de los tambos mejoraron y los meses posteriores registraron un crecimiento mensual del 1%, lo que permitió mitigar las pérdidas y cerrar el año con una leve recuperación. Este crecimiento moderado demuestra que la industria láctea argentina es resiliente y capaz de superar periodos adversos, lo que alimenta las proyecciones positivas para 2025.
Si bien el crecimiento proyectado es alentador, la lechería argentina aún enfrenta desafíos estructurales, entre ellos los elevados costos de los insumos, particularmente en la alimentación animal, y las fluctuaciones de los precios internacionales que afectan el valor de las exportaciones. Sin embargo, los productores están adoptando diversas estrategias para hacer frente a estos obstáculos y seguir siendo competitivos en el mercado global.
Una de las principales estrategias implementadas por los productores es la mejora en la eficiencia del uso de los recursos. El agua, un recurso clave en la producción de leche, ha sido optimizado mediante el uso de tecnologías para el riego y la gestión eficiente del consumo. Además, se están incorporando prácticas de energías renovables en muchos tambos para reducir los costos operativos y mejorar la sustentabilidad de la producción. El uso de tecnologías innovadoras también está contribuyendo a un aumento en la productividad y la eficiencia, lo que ha sido crucial para mantener los márgenes de rentabilidad en tiempos de alta inflación y costos elevados.
En cuanto al mercado, se sigue apostando por la diversificación. La demanda externa continúa siendo un pilar importante para el crecimiento de la industria láctea argentina. América Latina y Asia siguen siendo mercados claves, pero la industria también está fortaleciendo su presencia en otras regiones del mundo. La calidad de los productos lácteos argentinos ha sido reconocida internacionalmente, lo que permite acceder a mercados de alto valor agregado, como el de los lácteos orgánicos y los productos sin lactosa.
A nivel regional, algunas provincias claves como Córdoba y Santa Fe, que concentran la mayor parte de la producción de leche del país, siguen siendo esenciales para el sector. Aunque enfrentaron recortes significativos en la producción debido a la falta de lluvias en la primera mitad de 2024, los tambos más grandes, con una producción superior a los 6.000 litros diarios, pudieron mitigar el impacto de las adversidades y mantener su volumen de producción. Este segmento de la industria, que sigue siendo la columna vertebral de la lechería argentina, continúa siendo un modelo de eficiencia y adaptación.
La proyección positiva no solo está basada en factores internos, sino también en la tendencia global del mercado de lácteos. Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), Argentina se encuentra entre los países que experimentarán un crecimiento en la producción de leche. Se estima que el país incrementará su producción en un 6% en 2025, lo que coloca a Argentina en una posición privilegiada dentro del mercado internacional de lácteos. Este aumento en la producción permitirá fortalecer la presencia de Argentina en mercados clave y continuar con la exportación de leche y sus derivados a nivel mundial.
El mercado global de lácteos está experimentando un crecimiento sostenido, impulsado por el aumento de la demanda en países en desarrollo. En este contexto, Argentina se perfila como un proveedor clave de productos lácteos, especialmente en mercados de América Latina y Asia, donde la calidad de sus productos es altamente valorada.
Mirando hacia el futuro, el sector lácteo argentino debe seguir enfrentando los desafíos que plantea la sostenibilidad. Si bien los costos de producción seguirán siendo una preocupación, la clave estará en la adaptación tecnológica y la eficiencia en el uso de los recursos. Los avances en el manejo del agua, la energía renovable y la mejora genética del ganado seguirán siendo factores determinantes para mantener la competitividad.
Con un crecimiento proyectado del 5,7% en 2025, el futuro de la lechería argentina parece prometedor. Si bien los desafíos persisten, la capacidad de adaptación del sector, la diversificación de los mercados y las mejoras en la eficiencia productiva permitirán que la industria siga siendo un actor clave en la producción mundial de lácteos.