Por Agroempresario.com
El iceberg más grande del mundo, conocido como A23a o megaberg, se aproxima lentamente a la isla Georgia del Sur, una región al sur del océano Atlántico cercana a la Antártida. Con un peso estimado de un billón de toneladas y una altura de 40 metros sobre el nivel del agua, este colosal bloque de hielo genera preocupación por su posible impacto en el ecosistema local, hogar de millones de pingüinos y focas.
Si bien el fenómeno es natural, los científicos advierten que la frecuencia de estos eventos podría estar aumentando debido al cambio climático. La comunidad científica observa con atención los movimientos del iceberg, que podría quedarse atrapado en aguas poco profundas, bloqueando el acceso de los animales marinos a sus fuentes de alimento.
El megaberg A23a, visible desde kilómetros de distancia, es un espectáculo impresionante. Según Andrew Meijers, oceanógrafo físico del British Antarctic Survey, este iceberg es tan masivo que “se extiende de horizonte a horizonte, con olas rompiendo contra su superficie y reflejos de luz que lo hacen espectacular”.
Meijers, quien estudió el iceberg de cerca en diciembre de 2023 a bordo del barco de investigación RRS Sir David Attenborough, explicó que solo una décima parte de su masa es visible, mientras que el resto permanece sumergido. Este coloso avanza lentamente, cubriendo un metro cada tres a siete segundos, lo que lo convierte en una fuerza difícil de detener.
La trayectoria del A23a sigue una “autopista de icebergs” que lo lleva hacia los bancos de arena que rodean Georgia del Sur. Esta ruta oceánica ha sido documentada desde las expediciones antárticas del legendario Sir Ernest Shackleton, quien navegó por estas aguas hace más de un siglo. Según Ted Scambos, especialista en hielo de la Universidad de Colorado, grandes icebergs colisionan regularmente con esta región.
A medida que el iceberg se aproxima a aguas menos profundas, podría quedar varado, dividiéndose en fragmentos más pequeños con el tiempo hasta que se derrita. Este proceso es natural y ocurre de manera cíclica, aunque los expertos insisten en que el cambio climático está acelerando la frecuencia y magnitud de estos eventos.
Aunque el A23a no representa un peligro inmediato para la navegación debido a su tamaño y visibilidad, los efectos potenciales sobre la fauna marina son motivo de preocupación. Georgia del Sur es un hábitat crucial para millones de pingüinos, incluidos los pingüinos rey y gentoo, que dependen del acceso libre al océano para alimentar a sus crías durante el verano austral.
Un iceberg atrapado podría bloquear el acceso a los peces y al kril, fuente principal de alimento para estas especies. Si las aves marinas deben recorrer mayores distancias para encontrar comida, esto podría afectar la supervivencia de sus crías, según Meijers.
Para los investigadores, el movimiento del A23a es más un fenómeno natural que una amenaza catastrófica. Sin embargo, el iceberg simboliza los cambios que enfrenta el planeta, en un contexto donde el cambio climático y la actividad humana influyen cada vez más en los ecosistemas polares.
Con el tiempo, el iceberg se desintegrará en fragmentos más pequeños que eventualmente se derretirán. No obstante, su paso deja lecciones importantes sobre la necesidad de estudiar y proteger estas regiones vulnerables, no solo por su impacto en la fauna, sino también por su rol en la regulación del clima global.
En este punto, los expertos concluyen que el seguimiento del A23a no solo es vital para entender su impacto local, sino también para prever futuros eventos similares en un mundo donde el equilibrio de los ecosistemas está en constante cambio.