Por Agroempresario.com
La agricultura regenerativa está ganando terreno como una solución integral para enfrentar los desafíos que enfrenta el sector agropecuario en todo el mundo. En un contexto global donde los problemas ambientales, el cambio climático y la degradación del suelo se han vuelto cada vez más preocupantes, este enfoque no solo busca mantener la salud del suelo, sino también restaurarlo, regenerando ecosistemas agrícolas y promoviendo la sostenibilidad económica. Argentina se encuentra entre los tres principales países del mundo en la implementación de estas prácticas conservacionistas, junto a Brasil y Estados Unidos, siendo un referente global en la adopción de estas metodologías.
En una reciente entrevista con TN, el doctor Martín Battaglia, uno de los mayores expertos en el tema y director académico de la Diplomatura en Agricultura Regenerativa de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (FCA-UNLZ), destacó la importancia de este enfoque para enfrentar la crisis ambiental, económica y social que atraviesa la agricultura moderna.
La agricultura regenerativa es mucho más que una alternativa a las prácticas agrícolas convencionales. Se trata de un enfoque integral que promueve técnicas como el uso de coberturas de suelo, el manejo integral de nutrientes y agua, y el control natural de plagas y enfermedades. La meta principal de este enfoque es restaurar y mejorar la salud del suelo, un recurso fundamental para la producción agrícola, y por ende, para la seguridad alimentaria global. Para Battaglia, el suelo es la base de todo en la agricultura: “Si no hay suelo, no hay agricultura”, expresó enfáticamente.
La idea central detrás de la agricultura regenerativa es que, a través de prácticas sostenibles, se puede no solo preservar el estado actual del suelo, sino regenerarlo. Esto incluye técnicas que aumentan la biodiversidad, restauran los ecosistemas y mitigan los efectos del cambio climático. Según el doctor Battaglia, “debemos pensar más allá de la producción inmediata y centrarnos en un modelo agrícola que garantice la salud del medio ambiente y la sostenibilidad económica a largo plazo”.
Con el objetivo de profundizar en estas prácticas, la FCA-UNLZ lanzó en 2024 la primera Diplomatura Universitaria en Agricultura Regenerativa, diseñada para ingenieros agrónomos, productores agropecuarios, extensionistas y conservacionistas. Esta diplomatura, cocreada con la multinacional Syngenta, está orientada a promover la formación de profesionales capaces de implementar estos nuevos enfoques en el campo.
El programa consta de cinco módulos, que incluyen desde la historia de la agricultura en los últimos 10.000 años hasta los desafíos más actuales relacionados con la salud del suelo, los nutrientes y el agua. Además, se enfoca en la integración de los factores económicos, sociales y ambientales que son clave para una transición exitosa hacia una agricultura regenerativa.
El doctor Martín Battaglia, junto con otros expertos en el área, ha liderado este proyecto con el firme objetivo de posicionar a Argentina como un referente en el uso de técnicas regenerativas. Según Battaglia, el país se encuentra en una excelente posición para ampliar su adopción de estas prácticas. Argentina es pionera en siembra directa y está a la vanguardia en cultivos de cobertura, pero aún tiene un largo camino por recorrer en términos de implementar las 30 prácticas clave de la agricultura regenerativa.
Uno de los aspectos fundamentales que subraya la diplomatura en Agricultura Regenerativa es la importancia de conocer y aplicar las prácticas adecuadas para cuidar el suelo y el agua, dos recursos esenciales para la agricultura. Battaglia explicó que el uso inadecuado de estos recursos puede tener consecuencias económicas y ambientales a largo plazo. La gestión eficiente del agua, por ejemplo, es clave para enfrentar la escasez que afecta a muchas regiones del mundo, incluido el campo argentino.
“El agua no solo tiene un costo agronómico, sino también un costo económico y social. Es fundamental que los agricultores se sensibilicen sobre la necesidad de un uso más eficiente y responsable”, agregó el experto. En este sentido, la agricultura regenerativa permite una mejor gestión del agua, minimizando el desperdicio y promoviendo prácticas como la cosecha de agua de lluvia y la implementación de tecnologías de riego eficiente.
A nivel mundial, Argentina se destaca como uno de los tres países que concentran el 90% de la agricultura regenerativa en el planeta. Junto a Brasil y Estados Unidos, Argentina ha sido un pionero en la adopción de prácticas agrícolas más sostenibles, liderando el camino hacia un futuro más verde y responsable. Según Battaglia, “la transición hacia una agricultura regenerativa no solo mejora la salud del suelo, sino que también tiene un impacto positivo en la rentabilidad de los productores agropecuarios”.
Si bien el país ha logrado importantes avances en la mejora de la calidad del suelo en los últimos 30 años, todavía existen desafíos que deben abordarse. El porcentaje de carbono y materia orgánica del suelo argentino, aunque ha mejorado, aún no se encuentra al nivel de hace 100 años. Es por eso que Battaglia hace hincapié en la necesidad de un equilibrio constante para preservar y mejorar la calidad del suelo a largo plazo.
A medida que se siguen implementando prácticas agrícolas regenerativas, también es importante considerar los impactos sociales y económicos en las comunidades rurales. Battaglia subraya que, para que esta transición sea exitosa, debe ser inclusiva y justa. “No basta con pensar en los beneficios agronómicos, debemos también promover el desarrollo económico y social de las comunidades rurales, con un enfoque en la equidad”, agregó.
Para que la agricultura regenerativa sea una solución efectiva a nivel global, es crucial que los productores agropecuarios cuenten con las herramientas necesarias para implementar estas prácticas de manera eficiente. La diplomatura en Agricultura Regenerativa de la FCA-UNLZ busca capacitar a los futuros líderes del sector para que puedan transformar el campo argentino y, por ende, las futuras generaciones de agricultores.