Por Agroempresario.com
La reciente baja temporal de las retenciones, medida que ha revolucionado el mercado de granos, ha generado una serie de reacciones entre los operadores del sector. Si bien la medida tuvo un efecto inmediato en los precios de los granos, hay otros factores que podrían influir negativamente en la comercialización, alertan los analistas de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). El informe elaborado por la BCR señala que, aunque la reducción de retenciones generó un repunte en los valores de los productos agrícolas, no se debe perder de vista el déficit hídrico que afecta a las principales zonas productivas ni el avance de la chicharrita, una plaga que pone en riesgo los cultivos de maíz.
Desde el anuncio de la reducción temporal de las retenciones, el mercado de granos experimentó un cambio notorio. La oleaginosa, soja, acumuló una ganancia semanal de $20.000, alcanzando un valor de $315.000 por tonelada, el nivel más alto desde fines de noviembre. Este aumento se vio reflejado también en el maíz, cuya cotización llegó a los $215.000 por tonelada, un valor que no se alcanzaba desde junio del año pasado, en términos reales. El trigo también mostró un repunte, aunque la abultada oferta limitó el impacto de la reducción de los derechos de exportación (DEX), tocando valores de $6000 más por tonelada respecto a la semana anterior.
Sin embargo, los analistas coinciden en que, a pesar de este repunte en las cotizaciones, el impacto real de la medida aún es incierto. La operatoria no ha mostrado grandes sobresaltos y, aunque el volumen operado va aumentando gradualmente, se está a la espera de cómo se resolverán las complejidades del decreto, como la letra chica que establece el plazo de 15 días para que los exportadores liquiden los dólares de las ventas externas. En cuanto a los volúmenes operados, desde la efectivización de la medida se han negociado entre contratos y fijaciones 208.000 toneladas de soja, 300.500 toneladas de maíz y 143.000 toneladas de trigo.
La baja temporal de las retenciones tiene dos puntos clave que, según el informe de la BCR, podrían alterar el panorama de la comercialización de los granos. En primer lugar, la medida busca devolver parte del valor agregado hacia la cadena comercial de granos, lo que impactaría positivamente sobre los pesos por tonelada que recibe el productor. Esto resulta en una señal positiva para los productores, que observan una mejora en la rentabilidad.
Por otro lado, la medida también introduce una nueva condición para los exportadores: deberán liquidar los dólares de las ventas externas dentro de los 15 días posteriores al registro de la Declaración Jurada de Venta al Exterior (DJVE). Esto podría influir en la dinámica de los mercados cambiarios y en la velocidad con la que se generen los compromisos comerciales.
Además, el informe de la BCR señala que, a pesar de los anuncios optimistas, aún existe un importante retraso en las toneladas anotadas para la campaña 2024/25. Este fenómeno está vinculado con la incertidumbre productiva derivada de la escasez de lluvias, que ha moderado los negocios anticipados por grano. En el caso del trigo, la exportación en cosecha fue más moderada que en años anteriores, lo que refleja una tendencia a la cautela por parte de los operadores.
Si se consideran las proyecciones de producción, el informe sugiere que la campaña 2024/25 podría estar marcada por una fuerte incertidumbre debido a factores climáticos. La falta de lluvias suficientes en el último período, que ha acentuado el déficit hídrico en las principales zonas productivas, está moderando los negocios anticipados por grano. Además, el informe resalta que, de haberse mantenido el nivel promedio de los últimos 8 años en la comercialización de trigo, maíz y soja, podrían haberse vendido hasta 11 millones más de toneladas de las que se han comercializado hasta la fecha.
Con respecto a la ventana de tiempo prevista por la reglamentación, el análisis plantea varios escenarios posibles. En un escenario positivo, donde la medida logre incentivar a los productores a registrar compromisos comerciales a niveles promedio de la última década, se podrían alcanzar ventas de entre 54 y 64 millones de toneladas de trigo, maíz y soja entre el 27 de enero y el 30 de junio. Este optimismo dependerá de una serie de variables, como los márgenes de rentabilidad, las expectativas comerciales y las condiciones climáticas. Sin embargo, en un escenario más conservador, donde la dinámica comercial no se reactive con la rapidez esperada, el volumen de compromisos podría rondar las 44 millones de toneladas, siempre que la producción no siga cayendo.
Además de la incertidumbre económica generada por la medida de las retenciones, el sector agrícola se enfrenta a otros desafíos que podrían afectar la producción y, por ende, la comercialización de granos. Uno de los principales factores es la falta de lluvias, que ha afectado negativamente la condición de humedad de los campos en los últimos dos meses. Los pronósticos climáticos no son favorables, ya que, aunque se esperan algunas tormentas, estas no serán generalizadas y muchas regiones clave para el desarrollo de los cultivos permanecen en una situación crítica. Esto afecta principalmente a los maíces y las sojas que se sembraron en octubre.
En paralelo, la plaga conocida como la chicharrita está avanzando silenciosamente en los campos de maíz. La Red Nacional de Monitoreo ha reportado un aumento significativo en la presencia de esta plaga, que afecta el rendimiento de los cultivos. En la región Litoral, la cantidad de avistamientos aumentó al 67% de las localidades relevadas, y el número de adultos por trampa también ha crecido considerablemente. Este avance de la chicharrita es preocupante, especialmente cuando se considera que la plaga podría tener un impacto importante en los rendimientos de la cosecha de maíz.
La conjunción de estos factores —la falta de lluvias, la plaga de la chicharrita y la incertidumbre económica— ha generado una revisión a la baja de las proyecciones de cosecha para la campaña 2024. Según el informe de la BCR, se espera una cosecha de aproximadamente 48 millones de toneladas, lo que representa una caída con respecto a las expectativas previas. Por su parte, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) proyecta una cosecha de 52 millones de toneladas, una cifra que podría verse afectada por las condiciones climáticas.