Por Agroempresario.com
La inseminación artificial (IA) se presenta como una herramienta fundamental para mejorar la genética de los rodeos comerciales. Sin embargo, su implementación requiere de un enfoque masivo y bien planificado para que realmente impacte en la productividad y rentabilidad de una empresa ganadera. Santiago Debernardi, gerente general de Select Debernardi, subraya que una inseminación puntual de solo un pequeño porcentaje del rodeo no genera resultados significativos. Para obtener un verdadero impacto, debe incluirse una estrategia que abarque la totalidad del rodeo.
Debernardi explicó que si solo se inseminan un pequeño porcentaje de vaquillonas en un rodeo grande, como ejemplo en un rodeo de 1000 vacas, el impacto será limitado. Inseminar solo 100 vaquillonas no tiene efectos trascendentales en la reposición, pues solo se obtendrán 42 vaquillonas mejoradas para reemplazo, lo cual no cubre las necesidades del rodeo. Sin embargo, si se inseminan las 1000 vacas, los resultados se multiplican: se destetan 425 terneros, de los cuales 212 son hembras, que son suficientes para reposicionar y mejorar el rodeo.
Este enfoque masivo no solo contribuye a la mejora genética, sino también a la optimización de la producción, permitiendo que el productor logre un impacto positivo en la rentabilidad a largo plazo.
Uno de los aspectos más críticos a la hora de implementar la inseminación artificial es la correcta selección del toro o el semen a utilizar. Debernardi destacó que la elección no debe basarse solo en la buena conformación visual, sino que debe ser un proceso fundamentado en la genética. Para ello, el criador debe seleccionar toros con características genéticas que mejoren atributos clave del rodeo, como la fertilidad, el peso al destete, la facilidad de parto, entre otros. Según Debernardi, elegir solo por el fenotipo sin evaluar los datos numéricos puede resultar en una mala decisión.
Por su parte, Alejandro Aznar, de la cabaña La Esencia, también hace hincapié en la importancia de elegir animales adaptados a las condiciones pastoriles locales, con fertilidad y precocidad sexual para lograr una rápida preñez de las hembras en ciclos más cortos. La premisa fundamental, según Aznar, es seleccionar toros que no solo tengan buen aspecto, sino también aquellos que ofrezcan valores genéticos medibles, como la fertilidad y el crecimiento controlado.
Para implementar una estrategia efectiva de inseminación artificial, es imprescindible integrar datos medibles sobre diversos atributos de los animales. En este sentido, la capacidad de seleccionar toros basados en parámetros como el peso al nacer, peso al destete, y la docilidad, es un factor determinante para maximizar la productividad. No obstante, Debernardi advierte que no existe una genética perfecta para todas las situaciones; cada productor debe adaptar la selección de acuerdo con las características del campo y los objetivos específicos de su rodeo.
Por ejemplo, algunos productores pueden priorizar la mejora en la facilidad de parto, mientras que otros buscarán incrementar el peso al destete para obtener animales más pesados y con mayor rendimiento para el mercado de carne. Sin embargo, también es importante evitar elegir toros extremos en sus características, ya que estos pueden presentar desventajas, como un crecimiento rápido pero no equilibrado.
Un aspecto relevante en la inseminación artificial es comprender la interacción entre genética y ambiente. Según Debernardi, muchos productores confunden el impacto de un buen manejo con el potencial genético de un animal. Un novillo que muestra un buen rendimiento en cuanto a aumento de peso puede ser producto tanto de una excelente genética como de un manejo adecuado. De ahí que, a la hora de seleccionar reproductores, es importante ser capaz de discriminar la influencia del ambiente, ya que el manejo no es hereditario, pero la genética sí.
La inseminación masiva se convierte entonces en un instrumento estratégico para aprovechar los avances genéticos y las mejoras alcanzadas por las cabañas que han invertido tiempo y recursos en investigación y desarrollo genético. Los criadores que implementan IA pueden beneficiarse de los esfuerzos previos de las cabañas, adoptando genética que ha sido perfeccionada durante años.
Uno de los factores fundamentales al implementar un programa de inseminación artificial es la planificación del rodeo y la adecuada organización del campo. Esto implica que los productores tengan las instalaciones necesarias para llevar a cabo la inseminación, como mangas, balanzas, sistemas de identificación y ordenamiento del rodeo. Además, el equipo de trabajo debe estar preparado para ejecutar la inseminación de manera eficiente y en el momento adecuado.
Debernardi subraya que la inseminación artificial no solo tiene un impacto directo en la mejora genética, sino que también obliga a los productores a ser más organizados y estructurados en sus prácticas de manejo. Este ordenamiento del rodeo es uno de los beneficios colaterales de la implementación de la inseminación artificial, lo que a largo plazo contribuye a la eficiencia del campo y de las operaciones ganaderas.
Como toda técnica, la inseminación artificial presenta retos y exige una inversión inicial en infraestructura y capacitación. Sin embargo, sus beneficios a largo plazo son invaluables. El uso de IA no solo mejora la genética del rodeo, sino que también permite aumentar la eficiencia en el manejo de los animales y optimizar la productividad de la empresa ganadera.
Debernardi concluye que la inseminación artificial es una herramienta poderosa para mejorar la rentabilidad de una empresa ganadera, ya que permite acceder a los mejores recursos genéticos y, al mismo tiempo, optimizar los procesos productivos. El uso adecuado de esta técnica se traducirá en mayores rendimientos, reducción de costos y un rodeo más competitivo y saludable.