Por Agroempresario.com
El 3 de febrero, Elon Musk, el hombre detrás de Tesla, SpaceX y X (anteriormente Twitter), realizó una inesperada intervención que podría cambiar el panorama de la administración pública de Estados Unidos. A través de un tuit de medianoche, Musk no solo anunciaba la disolución de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), sino que comenzaba a aplicar su propio estilo empresarial a la maquinaria burocrática del gobierno federal, sumiendo a muchos en una incertidumbre sobre el futuro de las agencias gubernamentales. La acción, respaldada por Donald Trump, tiene como objetivo recortar el gasto federal y aplicar los mismos métodos que el magnate utilizó cuando compró Twitter, ahora conocido como X, para reducir personal y agilizar procesos.
Musk describió la burocracia gubernamental como una “cuarta rama del gobierno” que necesita ser recortada y reorganizada. Lo que comenzó como un ataque directo a USAID rápidamente se expandió a otras agencias, dando lugar a un plan más ambicioso para recortar 1 billón de dólares del presupuesto federal, que incluye más de dos millones de empleados públicos. Para Musk, la eficiencia empresarial parece ser la clave de la estrategia, aunque en este caso, la magnitud de la maquinaria estatal hace que su enfoque sea mucho más complejo que el que utilizó en sus empresas privadas.
A través de su nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), creado bajo el paraguas del Servicio Digital de EE.UU., Musk ha comenzado a aplicar cambios radicales, usando un equipo que parece estar compuesto por empleados provenientes de sus diversas compañías, como Neuralink, SpaceX y Tesla. Estos ingenieros, muchos de los cuales tienen una experiencia profesional limitada y no han sido nombrados públicamente, tienen acceso directo a las agencias gubernamentales. Además, parecen tener un acceso más allá de lo permitido por las normativas tradicionales de seguridad y privacidad, con autorizaciones provisionales de “alto secreto” que les permiten ver información confidencial.
En menos de una semana desde que Musk anunciara sus planes, la oficina de USAID en Washington D.C. fue cerrada sin previo aviso, y más de 600 empleados fueron bloqueados de sus sistemas. Esto ocurrió justo después de que la página web de la agencia cayera, y sus redes sociales fueran eliminadas. Según informes, DOGE estaba intentando acceder a los datos sensibles de la agencia, a lo que se opusieron algunos empleados, mientras que otros fueron testigos de las intenciones de Musk de desmantelar la agencia a toda costa.
El caso de USAID es solo uno de los ejemplos más visibles de un plan de recortes masivos que Musk ha implementado para reducir el tamaño del gobierno, basándose en la premisa de que el sector público está demasiado inflado y es ineficiente. La lógica detrás de su enfoque es simple: reducir la burocracia y aplicar métodos de eficiencia empresarial para ahorrar dinero. Sin embargo, este tipo de enfoque no es nuevo para Musk. Cuando adquirió Twitter en 2022 por 44 mil millones de dólares, su primer movimiento fue reducir el personal de la empresa en más de un 70%, despidiendo ejecutivos de alto nivel y trabajadores operativos, lo que permitió reestructurar la plataforma de manera rápida.
A pesar de la similitud en los métodos, el gobierno estadounidense no es una empresa privada, y la magnitud de los recortes podría tener consecuencias más graves de lo que Musk parece prever. Mientras que en Twitter la reducción de personal podría verse como una estrategia para mejorar la rentabilidad de la red social, el recorte en el sector público podría generar problemas mucho más serios, como la falta de personal en áreas cruciales para el funcionamiento del país, tales como los servicios de emergencia, la administración tributaria, y la seguridad nacional.
A principios de enero, el gobierno de EE.UU. envió un correo a sus empleados federales informándoles de la posibilidad de aceptar una “dimisión diferida”, una oferta que Musk utilizó para reducir el personal de Twitter. Sin embargo, muchos trabajadores de agencias federales como los controladores de tráfico aéreo y otros servicios clave se vieron preocupados por las implicaciones de esta medida. Un correo reciente a los controladores de tráfico aéreo llegó en un momento particularmente crítico, justo después de un accidente aéreo en Washington, lo que generó incertidumbre sobre la capacidad operativa del gobierno en temas de seguridad.
La respuesta a estas medidas no se ha hecho esperar. Muchos empleados del gobierno están organizando protestas y demandas para cuestionar la legalidad de las acciones de Musk, mientras que los sindicatos y grupos de trabajadores se muestran alarmados por la falta de transparencia y el ritmo vertiginoso con el que se están llevando a cabo estos cambios. Además, la legalidad de las “dimisiones forzadas” está siendo puesta en duda por expertos jurídicos, quienes señalan que no se puede aplicar una reestructuración a gran escala sin la debida aprobación legislativa.
El impacto de estas medidas también podría extenderse a los contratos gubernamentales. Musk sugirió que las organizaciones benéficas y contratistas, que reciben una parte significativa del presupuesto del gobierno, están “robando” dinero de los contribuyentes. Como resultado, muchos contratistas se han visto afectados por la falta de pagos y la interrupción de sus servicios. Los empleados de agencias como la Oficina del Censo y el Servicio de Pasaportes también han informado de problemas con la accesibilidad a sus sistemas, lo que pone en peligro la entrega de servicios vitales.
En lo que respecta a la legalidad, algunos expertos creen que el movimiento de Musk para cerrar agencias como USAID sin la aprobación del Congreso podría ser ilegal, ya que la existencia de estas instituciones está respaldada por leyes federales. Además, el acceso de los empleados de DOGE a información clasificada y registros del personal podría violar las normativas de privacidad y manejo de datos. Sin embargo, Musk no parece detenerse, y la administración Trump parece estar detrás de sus esfuerzos para implementar su visión de un gobierno más pequeño y eficiente.
Por ahora, los empleados de USAID y otras agencias continúan luchando por entender cómo afectarán estos cambios a sus trabajos y a la administración pública en general. Mientras tanto, la incertidumbre y la resistencia crecen a medida que Musk pone en práctica su visión de un gobierno gestionado como una empresa privada, donde la eficiencia es la prioridad y el despido masivo parece ser la solución a todos los problemas. Con más demandas y protestas en marcha, la pregunta sigue siendo: ¿hasta dónde llegará Elon Musk en su intento de “triturar” la burocracia gubernamental de EE.UU.?