Por Agroempresario.com
En un contexto económico complejo, los sectores productivos argentinos enfrentan crecientes desafíos para sostener su competitividad en el mercado internacional. La combinación de costos internos en alza, un dólar que pierde valor relativo y una alta presión impositiva complica la rentabilidad de los exportadores, quienes ven sus ingresos afectados por una estructura de costos que no se puede trasladar a los precios internacionales.
El economista Ernesto Ambrosetti sostiene que el problema no radica solo en el tipo de cambio, sino en el alto costo argentino, la presión fiscal y la falta de financiamiento accesible para la inversión. "La necesidad de eficiencia es clave, porque con un crawling peg del 1% mensual, el tipo de cambio no se modificará significativamente en el corto plazo", explicó. Además, alertó que la liberación del cepo cambiario no será suficiente si no se implementan medidas estructurales como reducción de impuestos y desregulación económica.
El impacto se siente especialmente en las economías regionales y el sector de maquinaria. Víctor Hugo Juri, empresario de Carmen de Areco, provincia de Buenos Aires, afirma que los costos de insumos como la chapa y el acero inoxidable han bajado considerablemente, pero otros insumos continúan caros debido a una estructura de costos inflada. "Algunos empresarios aprovecharon la situación para subir precios y ahora les cuesta bajarlos. Hay que tecnificar y mejorar procesos productivos en lugar de trasladar costos innecesarios", reflexionó.
Jorge Pazos, presidente del Comité Argentino de Arándanos, destaca que las economías regionales dependen de precios internacionales que no pueden modificarse arbitrariamente. "El valor FOB del arándano ronda los US$8 el kilo. La mano de obra, que antes representaba un costo acorde, ha subido en términos de dólares sin que el precio del producto acompañe", indicó. Esta situación impacta en la rentabilidad y la capacidad de inversión de los productores.
Según Pazos, la presión impositiva y el costo de insumos como fertilizantes, herbicidas y fungicidas han encarecido la producción, sin que los exportadores puedan trasladar esos costos a los precios de venta. "Si tuviéramos un tipo de cambio distinto, la situación sería otra. Pero con el dólar blend 80/20, no es suficiente para cubrir costos", afirmó.
En este escenario, los productores buscan mercados menos saturados para obtener mejores precios y refuerzan su presencia en el mercado interno. Sin embargo, estas estrategias no siempre compensan las pérdidas. "El sector de arándanos perdió el 67% de su volumen de exportación porque las condiciones de comercialización no son viables. La producción requiere inversiones constantes en mantenimiento, fertilización y cosecha, pero los costos en pesos y dólares impactan negativamente", detalló Pazos.
Según Ambrosetti, la problemática del sector exportador no solo depende del tipo de cambio, sino también de la alta carga impositiva y la falta de incentivos para reducir costos. "Las empresas requieren inversiones para mejorar la eficiencia, pero las tasas bancarias son altas. Necesitarían reducirse un 8% o 9% para hacer atractiva la inversión productiva", indicó.
Además, el economista alertó sobre la necesidad de reducir impuestos a nivel nacional, provincial y municipal. "El tipo de cambio solo será competitivo si se aliviana la estructura de costos. Sin una reducción de impuestos y una mayor apertura económica, la industria exportadora seguirá enfrentando dificultades", aseguró.
Los empresarios también coinciden en que la carga impositiva es un freno para el desarrollo. "El productor es quien asume la mayor parte de la pérdida, y muchas veces no logra que le paguen lo que corresponde en la tranquera", explicó Pazos. "Para ser competitivos, se deben revisar los costos internos y permitir que el sector crezca con reglas claras y sostenibles en el tiempo", agregó.
Los empresarios y analistas coinciden en que el futuro de las exportaciones dependerá de medidas estructurales que vayan más allá del tipo de cambio. La liberación del cepo podría generar una corrección del 10% al 15% en la cotización del dólar, según Ambrosetti, pero sin reducción de impuestos y regulaciones más flexibles, no será suficiente para mejorar la competitividad.
"El problema del tipo de cambio es que los costos aún están altos y la desregulación no ha sido profunda. Para muchos sectores, un dólar a $1400 podría mejorar la rentabilidad, pero sin una baja en la presión impositiva y mayor acceso a financiamiento, la competitividad seguirá deteriorándose", concluyó el economista.
En definitiva, mientras no se aborden los problemas estructurales que afectan a los exportadores, la posibilidad de crecimiento seguirá siendo limitada. El desafío está en avanzar hacia una economía más eficiente, con menores costos y un entorno más favorable para el desarrollo de la producción y el comercio exterior.