Por Agroempresario.com
La soja, el cultivo más relevante para la Argentina en términos de producción, exportaciones y superficie sembrada, atraviesa un momento complejo. Según el último informe de Coninagro, en el transcurso de 2024 y 2025, el poder adquisitivo de la soja ha disminuido considerablemente frente a diversos insumos y bienes, reflejando un escenario desafiante para los productores.
La principal preocupación se centra en el incremento en la cantidad de soja necesaria para adquirir maquinaria e insumos agrícolas esenciales. En enero de 2025, los productores necesitaban un 20% más de toneladas de soja para poder comprar una cosechadora en comparación con enero de 2024. En términos absolutos, esto significó un aumento de 270 toneladas de soja, alcanzando las 1650 toneladas necesarias para adquirir una de estas máquinas. Este incremento es especialmente preocupante si se observa en comparación con los promedios de los últimos cinco años. En ese periodo, la cantidad de soja necesaria para comprar una cosechadora aumentó en un 39%, mientras que para otras maquinarias clave como sembradoras y tractores, el aumento fue del 42% y 38%, respectivamente.
Además de la maquinaria, uno de los rubros más afectados por la pérdida de poder adquisitivo es la compra de camionetas. Para adquirir una, hoy se requieren 23% más de toneladas de soja que en 2024. Es decir, se necesitan 139 toneladas de soja para adquirir una camioneta, frente a las 113 toneladas necesarias en enero del año pasado. Este incremento es especialmente notorio en un contexto donde la inflación y los costos de los insumos siguen aumentando, lo que impacta directamente en la rentabilidad de los productores agropecuarios.
Otro factor que ha tenido un impacto negativo en los productores es el encarecimiento de los fletes. El informe destaca que, en enero de 2025, los productores necesitaban un 34% más de kilos de soja para poder pagar el transporte de sus productos que en enero de 2024. El aumento de este costo está relacionado principalmente con el precio del gasoil, un insumo clave en la logística agropecuaria. De hecho, los productores requirieron un 40% más de soja para poder comprar un litro de gasoil, lo que genera una presión adicional sobre los márgenes de rentabilidad.
A pesar de este panorama desfavorable, el informe de Coninagro también reveló algunas mejoras en la relación de intercambio entre soja y ciertos insumos. Por ejemplo, la relación de intercambio entre soja y fertilizantes ha mostrado señales de mejora. En particular, el precio del fertilizante DAP (fosfato diamónico) experimentó una baja en comparación con el año anterior. En enero de 2025, se necesitaban 2,9 kilos de soja para adquirir 1 kilo de DAP, lo que representa una reducción del 6% respecto al año pasado. Sin embargo, en el promedio de los últimos cinco años, la relación sigue siendo un 14% superior, lo que indica que, a pesar de la mejora reciente, la soja sigue teniendo un costo más alto en términos de fertilizantes.
Otra buena noticia para los productores de soja fue la reducción en el precio del glifosato, un herbicida clave en la producción agropecuaria. En enero de 2025, los productores necesitaron un 34% menos de soja para comprar glifosato en comparación con enero de 2024. Este descenso es aún más marcado si se compara con el promedio de los últimos cinco años, donde la reducción fue del 22%. La caída en el precio del glifosato se debe, en gran medida, a una disminución de los costos internacionales de este producto, lo que ha generado un alivio para los productores que dependen de este insumo para el control de maleza en los cultivos.
En cuanto a la compra de tierras, la soja mostró una ligera mejora en su poder adquisitivo. Según el informe, en enero de 2025 se necesitaban 58,9 toneladas de soja para comprar una hectárea de tierra, lo que representa una disminución de 2,5 toneladas (-4%) respecto a enero de 2024. Este cambio es aún más significativo si se toma en cuenta el promedio de los últimos cinco años, cuando se necesitaban 65,2 toneladas de soja para adquirir una hectárea. Este descenso en el precio de la tierra se debe, en parte, a la reducción de la brecha cambiaria, ya que los valores de los campos están expresados en dólares MEP/Blue, mientras que la soja se mide en dólares oficiales. La caída en el valor de la tierra es un indicio de que el mercado de tierras en Argentina está experimentando cierta corrección.
El informe de Coninagro no se limitó a la soja, sino que también analizó otros productos agrícolas clave como el maíz, trigo, ternero, novillito y leche. En general, la tendencia fue mixta. En el caso del maíz, por ejemplo, los productores necesitaban un 11% menos de maíz para comprar semillas y un 46% menos para adquirir urea en comparación con enero de 2024. Sin embargo, los costos de fletes y gasoil aumentaron, y los productores necesitaron un 15% y un 10% más de maíz, respectivamente, para cubrir esos gastos.
El trigo también mostró una mejora en la relación con algunos insumos, como las semillas y la urea, que registraron una caída en su precio del 23% y 36%, respectivamente. A pesar de ello, los costos de la maquinaria y el gasoil aumentaron, lo que impactó negativamente en la rentabilidad de los productores.
En el caso de la leche, los datos fueron positivos en varios rubros. Los productores de leche lograron una mejora en el poder adquisitivo de los insumos clave, como el maíz y la alfalfa, que disminuyeron en un 27% y 46%, respectivamente. Sin embargo, el costo de la mano de obra aumentó un 24%, lo que generó una presión adicional sobre los márgenes de los productores lácteos.