Por Agroempresario.com
El 2024 comenzó bajo la sombra de una fuerte presión para la industria forestal, especialmente ante el crecimiento de las importaciones de viviendas prefabricadas. Según datos oficiales, la actividad económica cayó un 13,4% interanual en el cierre del 2023, con un mercado cada vez más volátil y la incertidumbre como compañera. En este contexto, las importaciones de viviendas provenientes de Estados Unidos y China, con precios tentadores que rondan los u$s 18.000, generan gran preocupación en el sector.
Además del desafío del consumo interno, que también se refleja en la caída de la industria maderera, el ingreso de estos prefabricados podría desencadenar un fuerte golpe a la cadena productiva nacional de construcción en madera y fabricación de muebles. Desde la Confederación de la Mediana Empresa (CAME) señalan que el sector mueblero experimentó una retracción del 9,8% durante el último año, una cifra que refleja la caída constante en la demanda.
"En las calles, las empresas registran caídas de entre un 25 y un 30% en las ventas", afirmó Fernando Couto, director Ejecutivo de la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA), quien destacó que este fenómeno se suma a la ya delicada situación del sector. La preocupación principal radica en la falta de normativas claras que regulen la calidad y seguridad de estas viviendas importadas.
Si bien los precios de las viviendas prefabricadas pueden parecer una solución accesible para quienes buscan una casa propia, FAIMA advierte sobre los riesgos asociados a su ingreso masivo al mercado. “Estas viviendas, muchas veces presentadas como soluciones rápidas y económicas, no siempre cumplen con los estándares de calidad y seguridad exigidos por la legislación argentina”, sostuvo el comunicado de FAIMA.
Uno de los mayores peligros radica en la falta de garantía sobre el cumplimiento del Código de Edificación y otras normativas vigentes en el país, lo que podría generar problemas a largo plazo en términos de durabilidad y mantenimiento. La industria local insiste en la necesidad de establecer mecanismos estrictos de certificación para garantizar que estos productos no comprometan la seguridad de los hogares argentinos.
Para enfrentar este reto, expertos del sector aseguran que la certificación de las viviendas prefabricadas debe ser rigurosa, contando con la intervención del Instituto de Normalización y Certificación (IRAM) y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), con énfasis en resistencia estructural, eficiencia energética y seguridad contra incendios. Esto, sostienen, debería realizarse antes de que estas viviendas sean introducidas al mercado, para evitar que entren sin los controles necesarios.
El futuro de la industria nacional depende, en gran medida, de la implementación de controles más estrictos que regulen la competencia y garanticen la seguridad en la construcción.