Por Agroempresario.com
En el pintoresco paraje patagónico de El Bolsón, donde las montañas parecen abrazar el cielo, la familia Adrion ha logrado transformar un sueño en un proyecto sustentable que no solo produce alimentos orgánicos, sino que también invita a los turistas a conocer de cerca el proceso detrás de cada producto. Desde 1984, Paul Adrion, su esposa Carolina y sus hijos Wenceslao y Luise se han dedicado a cultivar y producir de manera responsable, respetando el medio ambiente y ofreciendo productos frescos y de calidad a la comunidad local.
El viaje de la familia Adrion comenzó con una bicicleta y un espíritu aventurero. Paul, quien llegó desde Alemania en 1982 como mochilero, se enamoró de la región y decidió quedarse. No solo encontró un lugar en el que podía establecerse, sino también una nueva forma de vida, más conectada con la tierra y con la producción orgánica. Tras conocer a Carolina, nacida en la zona, decidieron juntos iniciar una pequeña chacra en el paraje Golondrinas, en el corazón de la comarca andina de El Bolsón.
Hoy, más de tres décadas después, la Chacra Humus de la Montaña es un referente de producción orgánica en la región. La familia Adrion ha logrado consolidar un emprendimiento que ofrece productos como quesos, yogures, dulce de leche, helados, cereales y frutas finas, todos certificados como orgánicos. Con 35 hectáreas en producción y un enfoque claro en la sustentabilidad, este proyecto familiar no solo ha transformado la vida de los Adrion, sino que también ha dejado una huella en la comunidad local.
“Lo que más nos atraía era la posibilidad de producir de forma orgánica, sin aditivos ni químicos. Queríamos cuidar la tierra y a las personas que consumen nuestros productos”, comenta Wenceslao, hijo de Paul y Carolina, quien se encarga de la producción lechera y de frutas finas. La chacra produce una amplia variedad de frutas, entre las que se destacan frambuesas, moras, arándanos, manzanas y diversas variedades de berries, como frutillas y cassis.
Además de su producción orgánica, Humus de la Montaña se ha convertido en un destino turístico popular. La chacra abre sus puertas a los visitantes durante todo el año, ofreciendo visitas guiadas que permiten conocer el proceso de elaboración de los productos y disfrutar de una experiencia única en contacto con la naturaleza. Las visitas son lideradas por Carolina, quien, aunque ya no trabaja en la chacra a tiempo completo, dedica su tiempo a compartir con los turistas la historia de la chacra y los secretos de la producción familiar.
“Es muy especial poder contarle a la gente cómo nació todo esto, cómo llegamos a producir lo que hoy ofrecemos. Me gusta explicarles cómo cuidamos el medio ambiente y cómo nuestras prácticas de producción son sostenibles”, explica Carolina, quien con su entusiasmo y dedicación cautiva a cada visitante que llega. Muchas de las personas que visitan la chacra repiten la experiencia, ya sea para comprar productos frescos o para disfrutar de los deliciosos helados y pasteles caseros que se venden en la cafetería del lugar.
El tambo de Humus de la Montaña cuenta con 55 vacas lecheras, cuya leche es procesada de manera artesanal en la misma chacra. Los quesos que producen son de pasta blanda, semidura y estacionada, con sabores originales como orégano, ají, pimienta y ahumado, que se han ganado una gran demanda entre los consumidores locales.
Pero la producción no se detiene ahí. También se producen cereales, miel, jugos naturales y una variedad de dulces y mermeladas que se venden en el salón de ventas de la chacra. Este espacio está abierto durante todo el año y ofrece una gran variedad de productos frescos, como leche, frutas finas congeladas, yogurt y, por supuesto, el delicioso dulce de leche, uno de los productos más buscados.
Una de las joyas de Humus de la Montaña es su heladería, que se ha convertido en el centro de atención de los turistas que visitan la chacra, especialmente en verano. Luise, la hija de Paul y Carolina, es la encargada de la heladería y ha logrado crear un producto único y de excelente calidad. La leche que utilizan proviene de las vacas jersey, una raza conocida por producir leche más cremosa que otras razas, lo que le da a los helados una textura inigualable.
Luise ha logrado ofrecer sabores poco convencionales y de temporada, como flor de sauco, ruibarbo y lavanda, lo que la ha diferenciado de otras heladerías de la región. Además, su helado no contiene aditivos ni productos químicos, lo que lo convierte en una opción completamente natural y saludable para los visitantes.
“Desde chico soñaba con ser heladero, y ahora tengo mi propia heladería en la chacra. Es un sueño hecho realidad”, comenta Luise, con una sonrisa orgullosa.
Uno de los puntos fuertes de la chacra Humus de la Montaña es su enfoque en la venta directa. A lo largo de los años, la familia Adrion ha decidido alejarse de los supermercados y centrarse en comercializar sus productos directamente en su salón de ventas o en pequeños comercios locales de la comarca. Esto les ha permitido mantener un contacto más cercano con la comunidad y garantizar que sus productos lleguen frescos y en perfectas condiciones a los consumidores.
“Lo bueno de producir de manera local es que podemos abastecer a la gente de la comarca durante todo el año. No tenemos que salir a buscar nuevos mercados porque la comunidad nos apoya constantemente”, explica Wenceslao.
La chacra también ofrece productos de otros productores locales, lo que la convierte en un espacio más variado y atractivo para los turistas. Desde miel hasta jugos naturales y otros productos artesanales, el salón de ventas se ha consolidado como un lugar clave para quienes buscan productos de calidad y producidos de manera responsable.
Uno de los aspectos que distingue a Humus de la Montaña es su certificación orgánica, que asegura a los consumidores que los productos cumplen con las normativas y estándares de la producción orgánica. Esto no solo les ha permitido posicionarse de manera favorable en el mercado, sino también ganar la confianza de los consumidores que buscan productos frescos y naturales.
“Para nosotros, la certificación orgánica es un sello de confianza. Nos da seriedad como productores y garantiza que nuestros productos son de calidad y cumplen con las normas de la agricultura sostenible”, comenta Wenceslao.