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Por Agroempresario.com
La Puna argentina, con sus paisajes áridos, su inmensa quietud y el imponente volcán Galán, se presenta como un paraíso perdido de la Tierra. A más de 4.700 metros sobre el nivel del mar, esta región catamarqueña guarda secretos geológicos que podrían arrojar luz sobre los orígenes de la vida en nuestro planeta. Con una caldera de 45 kilómetros de largo por 24 de ancho, el volcán Galán es uno de los más grandes del mundo, y su interior alberga uno de los ecosistemas más singulares y antiguos que se puedan encontrar. Fumarolas, lagunas cristalinas, flamencos rosados y arqueas primitivas dan cuenta de la vida en su forma más primitiva, como si fuera un vestigio de un planeta en sus labores.
La expedición que partió desde el pequeño pueblo de El Peñón, en la provincia de Catamarca, atravesó más de 200 kilómetros de caminos pedregosos, rodeados por volcanes monogenéticos y formaciones rocosas, para llegar al corazón del volcán. Durante el recorrido, el mal de altura se hace presente. La falta de oxígeno, el dolor de cabeza, la fatiga generalizada son sensaciones comunes. Sin embargo, cada paso hacia los 5.000 metros sobre el nivel del mar de la caldera del Galán es un recordatorio de que el esfuerzo será recompensado por la majestuosa belleza del lugar.
El ascenso hacia el volcán Galán, a través de las rutas serpenteantes de la Puna, es un desafío tanto físico como mental. “Cuando alguien llega por primera vez a la Puna, la inmensidad impresiona. Sentirte pequeño en un paisaje tan extremo es algo que no se olvida”, señala Javier Echenique, guía turístico de la expedición. La llegada a la caldera del volcán se produce tras un arduo ascenso, en el que la falta de oxígeno y el clima hostil parecen disuadir a cualquier visitante. Pero cuando se desciende hacia los 4.700 metros, la vista del cráter deja sin aliento.
En su interior, la caldera alberga lagunas de aguas cristalinas y un entorno casi místico. Vicuñas, flamencos rosados y otras especies de fauna autóctona encuentran en este remoto lugar su hogar. Lo que es aún más fascinante es la actividad geotérmica que sigue presente en el Galán. Las fumarolas que surgen del suelo muestran que, a pesar de la antigüedad del volcán, sigue siendo un lugar de actividad constante. El vapor caliente que emana de estas fisuras es un testimonio de la profunda actividad volcánica que se desarrolla bajo la corteza terrestre.
La caldera del volcán Galán es una de las más grandes del mundo, y su magnitud es casi incomprensible. Con sus 45 kilómetros de largo y 24 de ancho, esta depresión volcánica se extiende por el corazón de la Puna catamarqueña. La belleza desolada de la caldera es algo que no se puede describir fácilmente. La interacción de la geografía, el clima y la fauna forma una armonía única que convierte a este lugar en una de las maravillas naturales más impactantes de Argentina.
El viaje hacia el Galán no solo es una travesía geológica. En el camino, los expedicionarios hacen una parada en un lugar fascinante: el campo Las Tobas. Este sitio arqueológico alberga petroglifos, huellas de civilizaciones que habitaron la región hace más de mil años. Los grabados en las rocas de las tobas, formadas por la acumulación de cenizas volcánicas, dan cuenta de la presencia humana en una de las regiones más inhóspitas de la Tierra. La sorprendente preservación de estas huellas es un testimonio de la capacidad de adaptación de las culturas prehispánicas a un entorno tan extremo.
Tras dejar Las Tobas, el grupo de expedicionarios se adentra en el Cañón de Miriguaca, un cañón tectónico que rivaliza en belleza y majestuosidad con el Gran Cañón del Colorado, en los Estados Unidos. Este cañón, labrado por la erosión y los depósitos volcánicos, es otro vestigio de la actividad geológica que modeló la región. La formación de esta espectacular geografía es una muestra de la historia natural que se esconde en las entrañas de la Puna.
Uno de los momentos más sorprendentes de la expedición al Galán es la llegada a la Laguna Diamante. Esta laguna se caracteriza por su asombroso brillo, que es reflejo del sol sobre sus aguas, creando un destello similar al de un diamante. Pero lo que realmente la hace única son sus características extremas. Con un pH alcalino y una alta concentración de arsénico, el agua de la laguna es peligrosa para los seres humanos. Sin embargo, a pesar de estas condiciones hostiles, la vida florece en su alrededor.
José Francisco Paz, biólogo y miembro del equipo científico del Observatorio Ampimpa, explica que en la Laguna Diamante se encuentran algunos de los microorganismos más primitivos descubiertos hasta ahora. Se trata de las arqueas, organismos unicelulares que datan de hace más de 3.400 millones de años. Estas arqueas son muy similares a las formas de vida primitiva que existieron en la Tierra cuando el planeta todavía estaba en sus primeras etapas. Según Paz, estos organismos son los antepasados comunes de toda la vida en el planeta, conocidos como LUCA (Last Universal Common Ancestor). Estos microorganismos son la clave para comprender cómo la vida comenzó a evolucionar en la Tierra.
A medida que el viaje avanza, los viajeros también se encuentran con una de las sorpresas más asombrosas de la caldera del Galán: una gran población de flamencos rosados. En la Laguna Grande, los flamencos se alimentan de los nutrientes que se encuentran en las aguas de la laguna. Se estima que alrededor de 20.000 flamencos rosados habitan en la región. Esta presencia de fauna en un lugar tan inhóspito demuestra la increíble adaptabilidad de la vida a las condiciones extremas de la Puna.
El contraste entre los microorganismos primitivos que habitan la laguna y los flamencos que vuelan por los cielos de la caldera es un ejemplo perfecto de la complejidad y la diversidad de la vida en la Puna. Como señala Alberto Mansilla, director del Observatorio Ampimpa, la Puna es un lugar donde “se entrelazan los mundos visibles y microscópicos, dándonos una visión única de la historia de la Tierra”. Y al caer la noche, el cielo despejado y sin contaminación lumínica de la región permite una vista del cosmos como pocas veces se puede observar en otras partes del mundo.
