Por Agroempresario.com
Desde 1958, la Argentina ha mantenido una relación económica compleja con el Fondo Monetario Internacional (FMI), recibiendo en total USD 182.457 millones a través de 22 programas de financiamiento. Aunque el monto parece considerable, las dificultades económicas del país, como la inflación, el déficit fiscal y la falta de reservas, han persistido a lo largo de los años. La última etapa de este vínculo comenzó bajo el gobierno de Alberto Fernández, y ahora, con la llegada de Javier Milei a la presidencia, se plantea un nuevo acuerdo, el vigésimo tercero, en un intento por dar un giro a la historia económica del país.
En los últimos 70 años, Argentina ha firmado acuerdos con el FMI por un total de USD 239.829 millones, pero solo ha recibido efectivamente USD 182.457 millones. Estos acuerdos han sido una constante en la historia reciente de la nación, a menudo asociados a crisis económicas que han dificultado el cumplimiento de las condiciones pactadas. En términos generales, el país ha abonado USD 26.778 millones en intereses y cargos, un monto significativo que ha pesado sobre las finanzas públicas.
A pesar de estos esfuerzos, la Argentina sigue enfrentando problemas estructurales en su economía, con una balanza de pagos desfavorable y una creciente deuda externa. Hoy, Argentina es el principal deudor del FMI, con una deuda que representa casi un tercio de la cartera de préstamos del organismo. Le siguen Ucrania y Egipto, aunque en proporciones mucho menores.
Los acuerdos firmados a lo largo de los años han variado en términos de diseño y ejecución. Algunos de ellos, como los de 2018 y 2022, fueron especialmente problemáticos, con el país sin poder cumplir con los objetivos acordados. Los programas con el FMI suelen implicar medidas de ajuste fiscal, devaluación de la moneda y autonomía para los Bancos Centrales, condiciones que, a lo largo del tiempo, no han logrado resolver los problemas de fondo de la economía argentina.
El gobierno de Javier Milei, recién asumido en diciembre de 2023, está dando forma al que será el vigésimo tercer acuerdo con el FMI. A través de un decreto publicado recientemente, el gobierno se habilitó a firmar el nuevo programa, aunque los detalles de este aún no han sido revelados. Según las autoridades, los fondos que lleguen del FMI servirán para capitalizar al Banco Central, reducir la incertidumbre cambiaria en un año electoral y crear condiciones para una eventual eliminación del cepo cambiario antes de 2025. El equilibrio fiscal es la principal promesa de Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, para tratar de cambiar la historia de la deuda externa.
De acuerdo con el gobierno, el propósito de este nuevo acuerdo no es solo afrontar vencimientos de deuda, sino también generar un mecanismo que permita el pago de las Letras Intransferibles que actualmente posee el Banco Central, evitando que la deuda total del país se incremente. Estas Letras Intransferibles, que se estiman en alrededor de USD 23.000 millones, son uno de los componentes de la deuda pública interna que actualmente enfrenta la Argentina. Sin embargo, la medida está lejos de ser sencilla, dado que las reservas del Banco Central están por debajo de los USD 28.000 millones y las reservas netas son negativas, lo que agrava aún más la situación.
Los mercados internacionales están atentos a los detalles del nuevo acuerdo con el FMI, ya que un acuerdo favorable podría tener un impacto positivo en los activos argentinos, golpeados en las últimas semanas por la incertidumbre económica. Sin embargo, las expectativas están divididas, y las especulaciones apuntan a que el tamaño del programa, los desembolsos y las condiciones que imponga el FMI serán claves para determinar la respuesta de los inversores. La Argentina, de acuerdo con estimaciones privadas, debe pagarle al FMI unos USD 12.700 millones entre 2024 y 2027, y la forma en que el nuevo acuerdo manejará esos pagos será crucial para evitar una crisis de deuda.
Uno de los puntos más debatidos por los analistas es el esquema del tipo de cambio diferencial, que ha sido implementado en el país en los últimos meses. El gobierno de Milei ha mantenido un esquema de tipo de cambio diferencial para los exportadores, lo que ha generado una brecha cambiaria significativa. El FMI ha expresado su preocupación sobre esta medida y ha instado al gobierno argentino a eliminarla lo antes posible. Aunque el gobierno ha dicho que está trabajando para ajustar esta política, no ha dado señales claras de cuándo se implementará su eliminación, lo que podría ser un punto de fricción en las negociaciones con el organismo.
Uno de los mayores desafíos para el gobierno de Milei será manejar los vencimientos de deuda del programa firmado en 2022 con el gobierno de Alberto Fernández. Este acuerdo, que se alcanzó para refinanciar los USD 45.000 millones que el gobierno de Mauricio Macri había tomado en 2018, dejó una deuda que, a partir de 2027, comenzará a generar vencimientos significativos. Según estimaciones, en los próximos tres años, el país deberá afrontar pagos por más de USD 41.000 millones relacionados con este programa. Esta carga, que se suma a los pagos pendientes del programa vigente, podría poner aún más presión sobre las finanzas públicas en un contexto de alta inflación y escasez de reservas.
A pesar de la ayuda financiera que ha recibido la Argentina a través de sus acuerdos con el FMI, la situación económica del país sigue siendo crítica. La inflación descontrolada, el déficit fiscal estructural, los controles cambiarios y la falta de inversión productiva son solo algunos de los problemas que han persistido a lo largo de las décadas. El FMI ha señalado en diversas ocasiones que las políticas de ajuste fiscal y las reformas estructurales son fundamentales para la estabilidad económica de Argentina, pero estas medidas a menudo no han logrado generar los resultados esperados.
En este contexto, el nuevo acuerdo con el FMI será un examen para la capacidad del gobierno de Milei de implementar políticas fiscales coherentes y sostenibles que permitan superar las crisis recurrentes del país. La historia de los acuerdos con el FMI muestra que, a pesar de los préstamos otorgados, los problemas estructurales de la economía argentina siguen sin resolverse, y los desafíos que enfrenta el país no desaparecerán con un nuevo programa de financiamiento.
El futuro de la economía argentina, y su relación con el FMI, dependerá de la capacidad del gobierno de Milei de aplicar medidas eficaces que estabilicen la macroeconomía sin generar más deuda insostenible. Si bien el FMI podría jugar un papel importante en el corto plazo, las reformas profundas que Argentina necesita para superar su crisis estructural aún están por venir.