El portugués que cultivó el higo perfecto en la provincia de Buenos Aires

Manuel Gonçalves, un portugués radicado en Argentina, logró cultivar el higo que soñaba desde niño

El portugués que cultivó el higo perfecto en la provincia de Buenos Aires
miércoles 12 de marzo de 2025

Por Agroempresario.com

Manuel Gonçalves llegó a Argentina en 1961, a los 12 años, junto con su familia desde Portugal. Su historia está marcada por el trabajo en el cordón frutihortícola de La Plata, pero también por una búsqueda incansable: encontrar el sabor de los higos de su niñez, aquellos que crecía en su país natal. Tras más de 40 años de prueba y error, el portugués logró cultivar una variedad de higos que no solo cumplen con sus expectativas, sino que se han ganado el reconocimiento de chefs y gourmets de la región.

La historia de Manuel no comenzó con la plantación de higos, sino con el amor por esta fruta que, desde su infancia, había sido una de sus delicias favoritas en Portugal. Al llegar a Argentina, se dio cuenta de que los higos que encontraba aquí no se parecían en nada a los que él recordaba. Fue entonces cuando comenzó su aventura por replicar ese sabor añorado. “En Portugal, donde vivía, había plantaciones de higueras. Me encantaba comer higos. Cuando llegué a Argentina, no había nada parecido, así que empecé a buscar la manera de encontrar el sabor que me había quedado grabado”, relata Manuel.

Higo

En 1978, se instaló en la zona de quintas de la Ruta 2, en el barrio El Peligro, a las afueras de La Plata, y comenzó a experimentar con diversas variedades de higos. A lo largo de los años, probó más de 20 tipos de higueras, enfrentándose a la adversidad del clima y las plagas, hasta dar con la variedad ideal. Fue un proceso largo, que le llevó casi toda su vida. “No fue sencillo. Aquí hay mucha humedad y lluvia, y muchas variedades no resistían. Así que fui buscando una higuera que pudiera adaptarse a esas condiciones, que fuera resistente y que tuviera una fruta de buen tamaño, buen color y, sobre todo, buen sabor”, comenta.

Finalmente, Manuel encontró la planta que tanto había buscado: la variedad Dalmacia. Según cuenta, la consiguió de un vivero italiano, quien le informó que esta variedad había sido traída desde Italia. “La Dalmacia es ideal para este clima. Resiste la humedad y da un fruto de gran tamaño, con una cáscara sabrosa y un sabor increíble”, explica el productor.

El cuidado que Manuel dedica a sus higueras es meticuloso. En su quinta, tiene más de 80 plantas que cultiva siguiendo prácticas sostenibles, sin el uso de agroquímicos. “Las higueras están en un invernáculo, y me esfuerzo por mantenerlas libres de plagas. La cáscara de los higos es tan sabrosa que se pueden comer sin pelarlos, incluso sin lavarlos, porque la planta está muy bien cuidada”, asegura.

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A pesar de su éxito, el clima sigue siendo un factor clave en la producción de higos. Las heladas de 2024 afectaron gravemente los brotes de las higueras, lo que resultó en la ausencia de brevas en esta temporada. “El clima es fundamental para que la cosecha sea buena. Las heladas y las lluvias extremas pueden arruinar el fruto, así que tenemos que estar muy atentos a las condiciones climáticas”, señala.

Cada mañana, antes del amanecer, Manuel sale a cosechar los higos. Lo hace de manera manual, utilizando un palo con gancho para alcanzar las ramas y cortar los frutos con cuidado. “El color verde claro vibrante es lo que me indica el punto justo de cosecha. Disfruto mucho de ese momento, de probar los higos en el campo”, dice mientras continúa con su labor. Al finalizar la cosecha, los acomoda con esmero en canastas y los guarda en un galpón fresco hasta que llegan los clientes.

El sabor de los higos de Manuel ha conquistado a chefs de renombre, como Narda Lepes, quien se ha convertido en una de sus principales clientes. “Me buscan cocineros de todos lados para que les entregue los higos. Es un producto muy especial”, cuenta con orgullo. Los higos que produce Manuel son conocidos en el circuito gastronómico por su estética y su excelente sabor. Se comercializan bajo el nombre de “Laurilóes” y solo se pueden conseguir en su quinta o en algunos puntos selectos de La Plata. De vez en cuando, también se encuentra en ferias regionales como la Fiesta del Tomate, donde sus higos suelen agotarse rápidamente.

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“Cuando la gente viene a comprar los higos, siento una gran alegría. Sé que van a disfrutar de algo único y que para muchos les traerá recuerdos de verano”, dice Manuel, quien se dedica a esta actividad junto a su compañera Gabriela.

El viaje de Manuel Gonçalves, desde su niñez en Portugal hasta convertirse en un productor de higos reconocido en La Plata, es un claro ejemplo de pasión y perseverancia. Su historia es la de un hombre que, impulsado por la nostalgia de su tierra natal, logró cultivar la fruta que había añorado toda su vida. Hoy, su trabajo no solo conserva ese sabor de su infancia, sino que también lo comparte con todos los que aprecian la calidad y el sabor genuino de un producto bien hecho.

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