Por Agroempresario.com
Las bolsas de valores de Estados Unidos vivieron una jornada de euforia este lunes, con subas destacadas en el Nasdaq (hasta 2,27%) y el S&P 500 (1,76%), los dos índices más representativos de Wall Street. Sin embargo, esta euforia no logró contagiar a los activos argentinos, que cayeron a la par de otros mercados emergentes.
Mientras las principales bolsas de EE. UU. celebraban sus avances, el mercado argentino experimentaba un panorama negativo, reflejado en el retroceso de los ADR (certificados de tenencia de acciones argentinas en las Bolsas de Nueva York). Prácticamente todos los ADRs cerraron en rojo, con Telecom liderando las pérdidas al caer un 7,2%, debido a la incertidumbre por la revisión de su adquisición de Telefónica. Le siguió Central Puerto, que perdió un 3,3%. Los bancos también vieron descensos en sus valores.
La caída de los activos argentinos contrasta con el comportamiento de la Bolsa de San Pablo, que experimentó una pérdida moderada de 0,77%, mientras que las bolsas de México y Perú se mantuvieron neutrales. La Bolsa de Chile, por su parte, logró una suba de 0,62%. A nivel global, los inversores prefirieron la cautela, lo que afectó negativamente a las economías emergentes, entre ellas la argentina.
El pesimismo global también se reflejó en los bonos argentinos, que no fueron demandados, una clara señal de que los inversores aún mantienen una visión negativa sobre el país. A pesar de las subas en los índices de Wall Street, los futuros de los grandes índices estadounidenses mostraron un giro hacia números levemente negativos en el pre-market del martes. Este cambio de tendencia dejó claro que los inversores estaban tomando ganancias tras los recientes ascensos, lo que generó incertidumbre sobre el comportamiento de los mercados en los días siguientes.
Ismael de la Cruz, analista de Invest.com, explicó que la volatilidad en Wall Street es la mayor de este siglo. Según sus palabras, la expectativa de que los precios de las acciones seguirán subiendo en los próximos seis meses ha aumentado en apenas 2,5 puntos porcentuales, alcanzando el 21,6%. Sin embargo, este nivel está muy por debajo del promedio histórico del 37,5%. Además, el sentimiento bajista, que refleja las expectativas de caída en los precios de las acciones, ha sido superior al 57% durante las últimas cuatro semanas, lo que constituye un récord histórico desde que se inició la encuesta en 1999.
Este escenario de incertidumbre ha provocado que el oro vuelva a ser una opción atractiva para los inversores, quienes, ante la volatilidad del dólar, han recurrido a este metal como refugio. El oro, a pesar de una caída del 0,20% en el cierre del lunes, subió ligeramente en el pre-market, impulsado por la inestabilidad de los mercados y el descenso de los índices bursátiles.
El comportamiento de los mercados también está vinculado a las políticas económicas de la administración de Donald Trump. En particular, la fluctuación en el valor del dólar y las políticas comerciales del presidente estadounidense han tenido un impacto directo en los mercados globales. Los bancos centrales del mundo han aumentado sus compras de oro, buscando protegerse de la inestabilidad que genera el dólar. La reciente salida de oro de Londres hacia Nueva York, que no se había visto en 12 años, es un ejemplo de esta tendencia.
La relación entre la evolución de las acciones y el precio del oro se ha vuelto inversa: cuando las acciones suben, el oro tiende a caer, y viceversa. Esto se debe, en gran parte, a los anuncios de Trump relacionados con los aranceles, que generan incertidumbre en los mercados. En enero, por ejemplo, hubo una salida significativa de oro de Londres, lo que subraya la creciente preocupación por los riesgos derivados de las políticas económicas internacionales.
La volatilidad en los mercados también está alimentada por las expectativas de una posible estanflación en EE. UU. – una situación en la que se experimenta una recesión acompañada de inflación. Este fenómeno, que es temido por muchos inversores, podría tener efectos perjudiciales tanto para los mercados de acciones como para los bonos de los países emergentes.
De acuerdo con las previsiones de los analistas, la situación podría empeorar con el próximo anuncio de los índices de confianza del consumidor y el índice de gastos de consumo personal, datos clave que podrían influir en las decisiones de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed). Los inversores temen que estos indicadores confirman las expectativas de recesión, lo que podría llevar a una política monetaria más restrictiva, elevando aún más las tasas de interés.
En este contexto de incertidumbre, los activos argentinos continúan siendo vulnerables. La presión sobre el mercado de bonos y acciones persiste, y el riesgo país sigue siendo un tema clave para los inversores, quienes temen que la volatilidad global continúe afectando la estabilidad económica del país.