Por Agroempresario.com
A pesar del aumento significativo del precio internacional de la soja en los últimos 23 años, los productores argentinos de este grano se enfrentan a márgenes de rentabilidad negativos, un fenómeno que sorprende al sector agropecuario. Según un informe elaborado por Néstor Roulet, exsecretario de Agregado de Valor y productor agropecuario, a pesar de que el precio FOB de exportación de la soja pasó de 198 dólares por tonelada en 2001 a 368 dólares en la campaña 2024/2025, los márgenes de rentabilidad de los productores han caído de un 37% en la campaña 2001/2002 a un negativo en la actualidad. Este dato resalta una contradicción que hace que los productores pierdan dinero a pesar de la mejora en el precio internacional.
El informe de Roulet se centra en un caso específico, tomando como ejemplo un campo alquilado a 300 kilómetros de los puertos de Rosario, con un rendimiento de 35 quintales por hectárea. En 2002, con un precio FOB de 198 dólares por tonelada, el ingreso bruto por hectárea era de 693 dólares, lo que generaba un margen positivo de 143,46 dólares, representando una rentabilidad del 37%. Sin embargo, en la campaña 2024/2025, con un precio internacional de 368 dólares por tonelada, el ingreso bruto sube a 1.288 dólares por hectárea, pero los costos y la carga fiscal han aumentado tanto que el resultado final se vuelve negativo, con una pérdida de 6,35 dólares por hectárea.
Roulet explica que la caída de la rentabilidad se debe al fuerte aumento de los costos de producción y de la carga fiscal, en especial por las retenciones. Según su análisis, las retenciones por hectárea pasaron de 162,85 dólares en 2002 a 334,88 dólares en 2024, lo que representa un aumento del 106%. Además, los costos directos, que incluyen insumos, labores y seguros, se incrementaron en un 176%, pasando de 112,81 a 312,50 dólares por hectárea. Los costos indirectos, como el flete, la cosecha y la comercialización, también subieron un 139%, de 83,88 a 199,27 dólares. El alquiler de tierras, por su parte, pasó de 190 a 435 dólares por hectárea, un aumento del 180%.
“Todo esto significa que, a pesar de la mejora en el precio de exportación, el productor hoy pierde plata debido al aumento de los costos y la carga fiscal. En 2001-2002, el productor ganaba el 37% de lo que invertía, pero hoy, con los mismos precios, pierde dinero. Entonces, algo no está funcionando”, resume Roulet.
Además de la presión impositiva y los altos costos, el aumento en el uso de insumos debido a problemas sanitarios y resistencia de malezas ha encarecido aún más la producción. “Antes, con glifosato alcanzaba, pero ahora necesitamos entre cinco y seis productos diferentes. Esto ha elevado el costo de los insumos de manera considerable”, explicó Roulet. Además, el costo de las labores también ha aumentado. En 2002, el gasoil estaba subsidiado, pero hoy no lo está. Una siembra de soja, por ejemplo, demanda unos 50 litros de gasoil por hectárea, lo que incrementa aún más los costos de producción.
Un factor crucial es la incertidumbre sobre el futuro de las retenciones. Según Roulet, si el Gobierno decide aumentar las retenciones después del 30 de junio de 2024, la situación podría volverse aún más difícil para los productores. “Si con una retención del 26% el número ya no cierra, si el primero de julio la suben al 30% o al 33%, la situación se volverá muy compleja. Sería un desastre volver a subir la retención de la soja. No solo porque el productor pierde plata, sino porque sería una señal pésima para la próxima campaña”, advirtió.
Pero la preocupación no termina ahí. Un análisis más amplio realizado por Dante Garciandía, comerciante y productor de Carlos Tejedor, proyecta que los márgenes de rentabilidad seguirán siendo ajustados, o incluso negativos, para la campaña 2025/2026. Según su análisis, los cultivos de soja, trigo, maíz y otros granos en campos arrendados tendrán márgenes negativos, con márgenes de -102,2 dólares por hectárea para la soja de primera y -36,1 dólares por hectárea para la soja de segunda. El maíz tardío, con un rendimiento estimado de 70 quintales por hectárea, también presenta una situación crítica, con una pérdida proyectada de -113,4 dólares por hectárea.
Sin embargo, en este contexto adverso, algunos cultivos como la cebada y el girasol parecen más rentables. Según los cálculos de Garciandía, la cebada logra un margen neto de 161,3 dólares por hectárea, mientras que el girasol lidera en rentabilidad, con un margen de 164,5 dólares por hectárea. En cuanto al maíz de primera, aunque su margen se mantiene equilibrado, con 12,4 dólares por hectárea, cualquier variación en el rendimiento o el precio podría convertir este resultado en negativo.
Garciandía señala que las políticas agropecuarias deben centrarse en la estabilidad del sector. “La baja impositiva que inició el Gobierno es el camino correcto, pero en la práctica no la estamos viendo. Necesitamos medidas sostenidas, porque el productor planifica a largo plazo, con rotaciones y estrategias mixtas. Si no apoyamos al productor, corremos el riesgo de ver márgenes cada vez más ajustados”, afirmó.