Por Agroempresario.com
En la Comarca Andina del paralelo 42, los incendios de interfase ocurridos en Epuyén (Chubut) y Mallín Ahogado (Río Negro) en 2025 dejaron un impacto significativo sobre el suelo, el bosque nativo, los cultivos y las actividades agropecuarias. Frente a esta devastación, el equipo del INTA Patagonia Sur diseñó un conjunto de recomendaciones para mitigar los daños y acelerar la recuperación de las áreas afectadas.
Los incendios registrados en enero y febrero afectaron más de 7,500 hectáreas entre bosque nativo e implantado. En Epuyén, el fuego avanzó sobre 3,700 hectáreas, mientras que en Mallín Ahogado se extendió por 3,825 hectáreas, destruyendo viviendas, vehículos, alambrados y edificaciones. Según Javier Mariño, jefe de la Agencia de Extensión Rural El Hoyo, las condiciones climáticas —temperaturas de 35 grados y vientos intensos— favorecieron la rápida propagación del fuego desde terrenos bajos hacia chacras y áreas habitadas.
Mariño resaltó que el fuego coincidió con la cosecha de frutas finas y hortalizas, lo que complicó aún más la situación para los pequeños productores. “Desde el INTA estamos asistiendo con tratamientos para animales afectados y organizando cuadrillas de voluntarios para rescatar cultivos como frambuesas, minimizando pérdidas productivas”, indicó.
Una de las prioridades en la recuperación post-incendio es evitar la pérdida de suelo. Para lograrlo, los expertos recomiendan sembrar semillas de especies anuales de rápido crecimiento, como leguminosas o cereales, que puedan cubrir la superficie dañada sin ser utilizadas para pastoreo. Asimismo, es fundamental impedir que los animales pastoreen en áreas afectadas, ya que esto ralentiza el crecimiento vegetal y facilita la erosión.
En terrenos con pendientes pronunciadas, se aconseja disponer troncos y ramas quemados para formar pequeñas terrazas perpendiculares al terreno. Esta técnica ayuda a reducir el movimiento superficial del agua y previene mayores daños en el suelo.
Otra recomendación clave es abstenerse de cortar árboles o arbustos afectados por el fuego durante al menos dos otoños posteriores al incendio. Especies como el ñire, el maqui y el radal tienen capacidad de rebrote desde la base o de recuperación parcial de la copa. Cuando sea viable, se debe priorizar la reforestación en otoño, enfocándose en áreas de mayor impacto.
Además, se insta a controlar especies invasoras como rosa mosqueta y retama, que pueden colonizar rápidamente las superficies quemadas y afectar la regeneración del ecosistema. La extracción de troncos y leña también debe limitarse a lo estrictamente necesario durante los primeros dos años, ya que estos elementos quemados son fundamentales para estabilizar el terreno y fomentar la recuperación.
El cuidado de los animales es esencial en el manejo post-incendio. Según Mariño, los productores deben ajustar el número de animales en sus establecimientos, priorizando categorías más eficientes y realizando destetes anticipados para reducir la carga sobre las madres. Por ejemplo, los terneros pueden destetarse a partir de los 50 días y los corderos desde los 30 días, siempre y cuando alcancen el peso necesario.
Además, se recomienda observar con detenimiento a los animales para identificar daños ocasionados por el fuego, como quemaduras, irritaciones en los ojos o lesiones en ubres y pezuñas. En caso de detectar problemas, se debe consultar con veterinarios para realizar los tratamientos correspondientes.
Es crucial revisar las aguadas, especialmente las de aguas quietas, para evitar contaminaciones que afecten a los animales. En establecimientos con pasto insuficiente, es necesario complementar la dieta con forraje: un kilo diario por oveja y cinco kilos por vaca.
Por último, el INTA aconseja restringir el uso de las áreas afectadas, evitando la circulación de vehículos y animales hasta que pase al menos dos otoños desde el incendio. Estas medidas contribuyen a proteger las zonas de pendiente y facilitan la recuperación del ecosistema.
La rápida respuesta del INTA Patagonia Sur busca brindar un camino claro para recuperar los suelos, la vegetación y las actividades productivas en las zonas afectadas por los incendios. Con un enfoque integral que combina manejo del suelo, protección de especies nativas y cuidado animal, estas estrategias ofrecen una base para reconstruir el agro en la Comarca Andina.
Mientras los desafíos persisten, el compromiso de especialistas y productores locales marca la diferencia, asegurando que el impacto de los incendios no se traduzca en pérdidas irreparables. Con trabajo conjunto y medidas precisas, la naturaleza y el agro tienen la oportunidad de renacer tras el fuego.