El arte de hacer churros
A las 7:30 de la mañana ya está lista la primera tanda para la venta, pero la producción arranca varias horas antes con la preparación de la masa. Primero, se calienta agua en una máquina especial con capacidad de 60 litros, que luego se usa para templar otra máquina donde se amasa.
Posteriormente, la masa se enfría sobre una mesada de mármol antes de pasar a la churrera, donde adquiere su característica forma alargada.
Este meticuloso proceso es el que garantiza la calidad de los churros, manteniendo la tradición que ha hecho de la Churrería Olleros un ícono gastronómico del barrio. Un negocio que, más de medio siglo después de su fundación, sigue endulzando la vida de porteños y visitantes con su inconfundible sabor.
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