Por Agroempresario.com
Norberto Varas sabía que quería un cambio. Tras décadas en cargos ejecutivos de alto nivel en empresas como Citibank y Teleperformance, su nuevo rumbo no sería en el mundo de los servicios, sino en el de los alimentos. Pero no en cualquier segmento: apuntó directo a uno en auge, con un fuerte componente de salud y crecimiento sostenido a nivel global: los productos sin gluten.
Su decisión se volvió concreta en 2015, cuando se asoció con Smams, una pequeña empresa argentina especializada en alimentos aptos para celíacos. Desde entonces, esa firma —que apenas producía 18 toneladas al mes y tenía solo 14 productos en su portafolio— multiplicó por más de 15 su capacidad de producción, diversificar su oferta a 80 productos, ingresó en cadenas de supermercados y selló contratos con multinacionales como Mondelēz, la fabricante de Oreo.
La historia de Smams es también la historia de una transformación: la de un emprendimiento familiar en una industria profesionalizada. Y detrás de ese cambio estuvo el enfoque estratégico de Varas, que identificó una oportunidad de negocio en un nicho en expansión, pero que necesitaba escala, estructura y visión empresarial para competir.
“Mi hija y yo somos celíacos. Cuando viví en España, vi cómo crecía el consumo sin gluten. Volví a Argentina con ganas de apostar a un proyecto de productos, no de servicios, y con valor agregado”, explicó Varas. Fue su hija quien le recomendó probar Smams, una marca que en ese momento tenía escasa visibilidad, pero que se destacaba por el sabor y la calidad.
Tras probar varios productos y verificar la diferencia, Varas se contactó directamente con los dueños. En 2015, cerró la compra del 50% de la empresa, y comenzó un proceso de profesionalización.
En ese entonces, Smams operaba desde una fábrica de 700 m² en Mataderos, con procesos improvisados y producción a demanda. “No había estructura. Se producía lo que pedían los vendedores. Había que instalar una lógica de planificación, stock mínimo y eficiencia”, remarcó el empresario.
Para ello, atrajo talentos con experiencia en grandes compañías como Molinos Río de la Plata, Quilmes y AB InBev. Su objetivo era claro: pasar de un modelo artesanal a uno industrial, confiable y atractivo para socios estratégicos.
La transformación incluyó la incorporación de sistemas de gestión, tecnología, infraestructura y, sobre todo, una mentalidad orientada a escalar. En 2023, Varas compró la otra mitad de la empresa, consolidando su visión: convertir a Smams en la planta aliada de marcas globales en sus líneas sin gluten.
Hoy, la planta de Smams ocupa 4000 m² en Mataderos, cuenta con cuatro líneas de envasado, tres hornos industriales de hasta 20 metros y una sala exclusiva para panificados sin gluten. La firma produce 280 toneladas mensuales y emplea a unas 100 personas.
Además de su línea propia, produce marcas blancas para supermercados y elabora productos para gigantes como Mondelēz, incluyendo versiones sin gluten de galletitas clásicas.
“Queríamos producir para grandes marcas. Si no lo hacíamos nosotros, lo haría otro. Hoy tenemos experiencia, infraestructura y equipo para responder a esas exigencias”, sostuvo Varas.
En Argentina hay unas 460.000 personas diagnosticadas con celiaquía, según datos del Ministerio de Salud. Pero el crecimiento del consumo de productos sin gluten va más allá del diagnóstico médico. En muchos países, estos productos ganan popularidad entre personas que buscan alternativas más saludables o tienen intolerancias leves.
“El mercado crece a doble dígito. Cada vez más consumidores eligen opciones sin gluten por elección. El desafío es mantener la calidad y los estándares, porque muchos emprendimientos entran, pero no logran sostenerse”, explicó.
El camino recorrido por Smams no se detiene. Hoy, la empresa exporta a Uruguay, Paraguay, Chile y Panamá, y busca crecer aún más. Varas no descarta adquirir otras firmas del rubro: “Estamos en conversaciones con dos marcas. Nuestra idea es aplicar nuestra metodología a otras estructuras, replicar el modelo y seguir expandiéndose”.
La clave de Smams, dice, es la combinación entre calidad, eficiencia y escala. “Nunca pensamos el negocio como algo chico. Desde el principio lo encaramos con visión de gran empresa. Y eso fue lo que nos permitió crecer”.
En un contexto donde la alimentación saludable, la trazabilidad y la personalización ganan cada vez más terreno, empresas como Smams se consolidan como protagonistas de una nueva era alimentaria. Y lo hacen demostrando que el modelo pyme también puede jugar en las grandes ligas.