Por Agroempresario.com
En el corazón selvático del Amazonas, un pequeño pez ha alimentado mitos, leyendas y debates científicos durante siglos. Se trata del candirú, también conocido como “pez vampiro”, cuya fama ha trascendido fronteras no por su tamaño —que rara vez supera los 15 centímetros— sino por las terroríficas historias que lo rodean. Si bien su comportamiento parasitario es real, muchas de las creencias sobre su supuesta interacción con humanos han sido puestas en duda por la ciencia.
Según informó National Geographic, el candirú, cuyo nombre científico es Vandellia cirrhosa, es un pez perteneciente a la familia de los Trichomycteridae. Habita los fondos arenosos y fangosos de la cuenca del Amazonas, y se alimenta principalmente de sangre, lo que lo convierte en uno de los pocos vertebrados con este tipo de dieta. Para ello, se introduce en las branquias de peces más grandes y se ancla mediante espinas operculares, perforando el tejido para succionar sangre hasta inflar su abdomen.
El mito más extendido —y temido— en las comunidades ribereñas y entre viajeros, asegura que el candirú puede introducirse en el cuerpo humano a través de los orificios mientras la persona orina en el agua. Sin embargo, esta creencia ha sido desacreditada en gran parte por la comunidad científica. De hecho, National Geographic destaca que el primer caso documentado de este tipo data recién de 1997 y, aun así, muchos especialistas lo consideran anecdótico y extremadamente improbable.
El Australian Museum también resalta que la biología del candirú indica una preferencia por sus presas habituales: otros peces. Su compleja anatomía, diseñada para adherirse a tejidos branquiales, difícilmente se adapte al cuerpo humano. No obstante, su fama persiste, alimentada por el misterio que envuelve a la selva amazónica y por producciones culturales que explotan estos temores.
Más allá de las leyendas, el candirú ha sido objeto de investigaciones científicas que buscan entender su evolución y su rol en el ecosistema. En 2019, la bióloga Elisabeth Henschel lideró una expedición en las cercanías de Manaos, donde su equipo descubrió una nueva especie de candirú: Ammoglanis obliquus. El hallazgo fue relevante no solo por ampliar el catálogo de especies amazónicas, sino también por proporcionar datos clave sobre el comportamiento y la morfología del grupo.
Henschel, quien realiza su tesis doctoral en el Instituto de Biología de la Universidad Federal de Río de Janeiro, explicó a National Geographic que el candirú representa un modelo único para estudiar el parasitismo en peces. Según detalló, muchas de estas especies tienen distribuciones geográficas limitadas, lo que las hace especialmente vulnerables a los cambios ambientales.
La preservación de su hábitat es clave. Los pequeños arroyos y cursos de agua donde habitan estas especies suelen estar expuestos a actividades humanas que alteran su equilibrio natural. La pérdida de estos ecosistemas no solo pone en peligro a los candirús, sino también a una diversidad de vida aún desconocida.
El profesor Wilson Costa, que colaboró en la descripción de la nueva especie, remarcó que la familia Trichomycteridae sigue siendo poco explorada. En su laboratorio, al menos 20 especies nuevas esperan ser formalmente descritas. Este dato evidencia la necesidad de formar nuevos especialistas en taxonomía, una rama fundamental para el conocimiento y la conservación de la biodiversidad.
Así, el candirú se presenta como un símbolo de la dualidad amazónica: un pez pequeño pero enigmático, cuya leyenda desafía a la ciencia, y cuya realidad biológica reclama atención para entender —y proteger— uno de los ecosistemas más ricos y frágiles del planeta.