Por Agroempresario.com
En medio de una creciente guerra comercial global, el Banco Central Europeo (BCE) ha tomado la decisión de reducir su tasa de interés de referencia en un 0,25%, dejándola en un 2,25%, un nivel no visto en más de dos años. Esta medida se enmarca dentro de un contexto económico incierto, marcado por las políticas arancelarias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que continúan afectando las economías de sus principales socios comerciales, entre ellos, la eurozona.
Este recorte en la tasa de interés se produce tras la reciente amenaza de Trump de imponer aranceles adicionales a productos de la Unión Europea (UE), lo que ha generado gran preocupación sobre las perspectivas económicas de la región. El presidente estadounidense había comparado el historial de recortes del BCE con el de la Reserva Federal (Fed) de EE. UU., que había decidido mantener sus tasas de interés sin cambios en su última reunión en marzo.
A pesar de las críticas de Trump a la Reserva Federal, que acusa de no actuar con suficiente rapidez frente a la incertidumbre económica, el recorte del BCE fue respaldado unánimemente por sus miembros. Incluso aquellos que previamente habían abogado por una pausa en la reducción de tasas debido a las tensiones comerciales, cambiaron de opinión ante la inestabilidad provocada por las medidas proteccionistas de Estados Unidos. Según fuentes cercanas al BCE, algunos responsables de la política monetaria señalaron que la guerra comercial global había alterado significativamente las expectativas de crecimiento y podría continuar afectando negativamente la economía de la eurozona.
El recorte en la tasa de interés busca mitigar los efectos de la desaceleración económica y la caída de la inflación en la región. A pesar de este ajuste, el euro apenas reaccionó a la noticia, manteniéndose estable frente al dólar estadounidense en 1,136 dólares. Los mercados, sin embargo, anticipan que el BCE podría realizar al menos dos nuevos recortes de un cuarto de punto antes de que termine el año.
Desde el inicio de la guerra comercial iniciada por Trump, la eurozona ha tenido que lidiar con la volatilidad de los mercados financieros y con un debilitamiento generalizado de la economía global. Las políticas arancelarias impuestas por Estados Unidos a la mayoría de sus socios comerciales han generado un clima de incertidumbre, afectando tanto a las exportaciones de la eurozona como a la confianza en el mercado.
En su última actualización de proyecciones económicas, el BCE redujo su previsión de crecimiento para la eurozona en 2025 al 0,9%, la sexta reducción consecutiva desde el inicio del año. Esta disminución de las expectativas de crecimiento se debe en parte a los efectos prolongados de la guerra comercial, que están incidiendo tanto en la demanda interna como externa.
A nivel de inflación, el BCE ha observado una desaceleración en los precios de los servicios, con una tasa que bajó al 2,2% el mes pasado, ligeramente por encima del objetivo del 2%. Aunque la inflación sigue siendo relativamente alta, la tendencia es hacia la baja, lo que ha generado un margen de maniobra para la política monetaria. Sin embargo, algunos economistas temen que la caída en el precio del petróleo, la reciente apreciación del euro frente al dólar y un posible aumento de las importaciones chinas a la eurozona puedan generar presiones inflacionarias adicionales en los próximos meses.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, abordó el tema de la guerra comercial en su conferencia de prensa posterior al anuncio del recorte de tasas. Durante su intervención, Lagarde destacó que la situación económica y las políticas monetarias de cada región son diferentes, lo que explica por qué los enfoques de los bancos centrales no coinciden en todos los casos.
“Nos centramos en el euro y en el mandato de estabilidad de precios. Los demás bancos centrales del mundo tienen mandatos diferentes", explicó Lagarde, al tiempo que señaló que las decisiones de política monetaria deben estar basadas en la situación económica particular de cada región. En cuanto a las negociaciones arancelarias, la presidenta del BCE no quiso entrar en detalles, pero advirtió que las consecuencias de las políticas comerciales de Trump serían negativas para la eurozona. “Es evidente que este tipo de medidas comerciales tendrá consecuencias negativas para el crecimiento, y podemos anticipar que tendrá cierto impacto sobre la inflación, aunque solo se hará más evidente con el tiempo”, sostuvo.
Lagarde también reconoció que la incertidumbre generada por la guerra comercial ha sido uno de los factores clave en la decisión del BCE de reducir las tasas. En relación con las medidas proteccionistas de EE. UU., explicó que habrá desviaciones de mercancías y posibles disrupciones en las cadenas de suministro, lo que afectará tanto al crecimiento como a la inflación.
La presidenta del BCE enfatizó la importancia de la flexibilidad en la política monetaria, afirmando que la institución debe estar preparada para enfrentar "lo impredecible". En cuanto a los "shocks" económicos globales, Lagarde subrayó que la tasa neutral, un concepto económico que busca equilibrar la oferta y la demanda, solo funciona en un entorno económico estable. “Si alguien en esta sala piensa que estamos en un mundo sin shocks, le sugiero que se haga examinar la cabeza”, bromeó, pero con un tono serio en su mensaje.
En este sentido, la presidenta del BCE afirmó que la entidad debe ser capaz de tomar decisiones rápidamente y ajustar sus políticas a medida que se desarrollan nuevos eventos y shocks económicos. "Debemos estar atentos a todos los acontecimientos y, en particular, a la evolución de esos nuevos shocks, y ser capaces de tomar la determinación adecuada", indicó.
Lagarde también aprovechó la ocasión para hablar sobre la relación entre el BCE y la Reserva Federal de EE. UU. Al ser cuestionada sobre las críticas de Trump hacia la Fed y su presidente, Jerome Powell, Lagarde expresó su respeto por Powell y destacó la relación sólida entre los banqueros centrales. “Creo que esa relación es decisiva para contar con una infraestructura financiera sólida que garantice la estabilidad financiera”, afirmó.