Por Agroempresario.com
La última vendimia pampeana dejó cifras alentadoras y consolidó a la vitivinicultura como una actividad en plena expansión en la provincia. Entre febrero y marzo, los viñedos distribuidos en el territorio cosecharon un total de 1.167.471 kilos de uva, en una campaña marcada por el crecimiento productivo y el refuerzo de los controles sanitarios.
El mayor volumen recolectado provino de las localidades de Casa de Piedra y 25 de Mayo, en el sudoeste provincial, desde donde se despacharon 741.471 kilos hacia bodegas de Mendoza, Neuquén y Río Negro. El resto fue procesado en establecimientos pampeanos, que empiezan a consolidar sus propias marcas con identidad regional.
La superficie implantada con vid en La Pampa creció un 32% en la última década, y actualmente suma 322 hectáreas distribuidas en 26 viñedos. Según datos oficiales, el 95,1% de las variedades cultivadas se destinan a la elaboración de vinos y mostos, mientras que el 4,9% corresponde a variedades de mesa o pasas.
Este desarrollo sostenido se traduce en un crecimiento tanto en cantidad como en calidad de la producción. Las condiciones agroecológicas del oeste pampeano, sumadas al avance tecnológico y al profesionalismo de los productores, han permitido el posicionamiento de vinos locales que ganan espacio en góndolas y concursos.
Pero el crecimiento también exige responsabilidad sanitaria. La circulación de uva y maquinaria entre provincias implica riesgos de diseminación de plagas como la Lobesia botrana y la Mosca de los frutos, dos amenazas que pueden afectar severamente la producción.
Por eso, el Senasa lleva adelante un conjunto de acciones preventivas en toda la región. Una de las principales medidas son los controles en puestos camineros, como el ubicado en Santa Isabel, donde se inspeccionan las cosechadoras provenientes de Mendoza. Los equipos deben contar con el certificado de lavado e higienización, condición indispensable para su ingreso.
En el caso de los camiones que transportan uva desde zonas con presencia de Lobesia botrana, se exige que lleguen limpios, sin restos vegetales ni tierra, reduciendo así la posibilidad de trasladar huevos o larvas de la plaga. Estas medidas también se aplican a la uva pampeana que sale con destino a otras provincias, garantizando que cumpla con los protocolos sanitarios exigidos.
El compromiso con la sanidad y la trazabilidad refuerza la competitividad de la vitivinicultura pampeana. Con una vendimia que superó el millón de kilos, un manejo responsable del viñedo y controles sanitarios bien articulados, La Pampa se proyecta como un nuevo polo productivo dentro del mapa vitivinícola argentino.
De cara a las próximas campañas, las autoridades y los productores coinciden en que el desafío será seguir sumando valor agregado, ampliar las áreas de cultivo y fortalecer la identidad local en cada botella de vino elaborada.