Por Agroempresario.com
Pese al nuevo capítulo de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el mercado agrícola internacional no ha registrado cambios significativos en los precios de la soja y el maíz. A diferencia de otros commodities como el petróleo o el cobre, que sí acusaron recibo, los granos mantienen su curso con una dinámica que revela una desconexión entre las tensiones geopolíticas y el comportamiento de los fondos especulativos. En Argentina, los productores ya concretaron ventas clave y, lejos de seguir el ritmo del Gobierno, priorizan su propio calendario.
El conflicto arancelario escaló el 2 de abril, cuando Estados Unidos anunció un aumento de aranceles contra productos chinos. China respondió rápidamente con medidas similares. Ese mismo día, los mercados reaccionaron: el precio del petróleo, que cotiza en el Chicago Mercantile Exchange (WTI), comenzó a caer, acumulando una pérdida del 12,7% en dos semanas, al pasar de 71 a 62 dólares por barril. Esa caída reflejó temores sobre una desaceleración global.
En el caso de la soja, la reacción inicial fue una baja abrupta: el 4 de abril perdió 21 dólares por tonelada en el mercado de Chicago. Sin embargo, ese descenso no se debió a la política arancelaria en sí, sino a la salida de posiciones por parte de fondos de inversión, en sintonía con las bajas generalizadas en otras bolsas del mundo. De hecho, entre el 4 y el 16 de abril, la soja recuperó lo perdido y volvió a subir 21 dólares por tonelada.
Algo similar ocurrió con el maíz, que en lugar de caer, subió: pasó de 180 a 193 dólares por tonelada entre fines de marzo y mediados de abril. Estos movimientos reflejan más una lógica financiera que comercial, y dejan en evidencia que, al menos por ahora, la guerra comercial no ha afectado el precio de los commodities agrícolas.
En el plano local, los productores argentinos tampoco parecen inquietos. Entre principios de febrero y mediados de abril, ya vendieron 4,6 millones de toneladas de maíz, lo que representa ingresos por 1050 millones de dólares. En el caso de la soja, colocaron al mercado 3,15 millones de toneladas de la nueva cosecha (1291 millones de dólares) y 3,07 millones de la campaña anterior (1257 millones). En total, las ventas suman unos 3600 millones de dólares.
Con esta caja ya hecha, muchos productores consideran que no hay apuro para seguir vendiendo. La estrategia se mantiene: comercializar lo mínimo necesario para afrontar compromisos como insumos y alquileres. Ni la posible salida del cepo ni el retorno de las retenciones anteriores alteran esa lógica.
En este contexto, se vuelve evidente el desacople entre las necesidades del Gobierno, urgido por divisas, y los tiempos del campo, que actúa con previsión y pragmatismo. El productor, fiel a su instinto, no se deja llevar por la urgencia oficial, sino por la lógica de su negocio.