Por Agroempresario.com
“Nos decían que no iba a funcionar”. Con esa frase, Marcelo Fiuri resume el escepticismo que enfrentaron cuando, junto a su socio Carlos Wilson, decidieron montar un tambo completamente robotizado en Tacural, una localidad del centro-oeste santafesino. Hoy, menos de un año después de su inauguración, Milkynet produce 20.000 litros de leche por día con 700 vacas y una decena de robots en funcionamiento las 24 horas. La expectativa es cerrar el año con 30.000 litros diarios y una facturación anual que ronda los US$5 millones.
Fiuri, proveniente del mundo financiero, y Wilson, ingeniero en telecomunicaciones, llevaban tiempo buscando incursionar juntos en el sector agropecuario. Visitaron varios tambos en Santa Fe, pero los números no cerraban. Fue recién al descubrir el modelo de ordeñe automatizado que visualizaron un negocio viable, escalable y, sobre todo, replicable. “No es un tambo robotizado, es una fábrica de leche que funciona todos los días del año”, explica Fiuri.
La clave del modelo está en el sistema VMS (Voluntary Milking System), mediante el cual las vacas acceden a los robots de ordeñe por voluntad propia, sin necesidad de ser arreadas. Los equipos identifican a cada animal, les suministran alimento personalizado y monitorean su estado de salud. Si alguna requiere atención veterinaria, el sistema la aparta automáticamente y notifica al personal.
Cada vaca es ordeñada entre 2,5 y 3 veces por día, y el proceso completo dura unos siete minutos. “El robot le da de comer, la ordeña, la analiza y, si detecta un problema, la separa. Todo en tiempo real y sin intervención humana directa”, destaca Fiuri. El sistema también impide que una vaca intente pasar por segunda vez sin haber cumplido su ciclo fisiológico.
Antes de concretar el proyecto, los socios realizaron numerosas visitas a tambos tradicionales y constataron una tendencia preocupante: muchos productores estaban cerca del retiro y sus herederos no querían continuar con una actividad percibida como esclavizante, poco rentable y de difícil innovación. Fue una visita al tambo experimental del INTA lo que les cambió la visión. “Esto soluciona los problemas que vieron”, les dijo entonces Miguel Taverna, referente del sector.
Lejos de improvisar, Fiuri y Wilson se capacitaron a fondo. Incluso viajaron a Chile para conocer Agrícola Ancali, el tambo robotizado más grande del mundo. Durante la pandemia diseñaron un plan de negocios con asesoramiento técnico y bajo el concepto de ser “replicable, sustentable y escalable”, lo que les permitió obtener financiamiento en el mercado de capitales.
La inversión inicial se realizó sobre 22 hectáreas ubicadas a la vera de la ruta nacional 34, a 10 kilómetros de Sunchales. Sin posibilidad de producir su propio alimento a escala, decidieron tejer alianzas estratégicas: compran el picado a un productor local, el balanceado a una empresa a 500 metros y la alfalfa en Córdoba. “El almacenamiento del alimento es caro. Tener a los proveedores cerca nos da una ventaja de eficiencia logística”, señala Fiuri.
En el aspecto financiero, concretaron el primer acuerdo en el país con un banco comercial utilizando warrants sobre vacas lecheras como garantía, además de emitir una Obligación Negociable PyME en el mercado de capitales. A esto se suman dos acuerdos estratégicos claves: uno con la empresa sueca DeLaval, proveedora de los robots de ordeñe, y otro con Adecoagro, que les entregó vacas de alta genética a cambio de leche como forma de pago.
El primer ordeñe se realizó en junio de 2023, con cinco robots y 350 vacas. Para noviembre ya funcionaban diez robots, aunque su instalación se demoró por las restricciones a las importaciones. La nave central tiene 8000 metros cuadrados y se proyecta duplicar la superficie con un segundo galpón hacia fin de año, lo que permitirá escalar aún más la producción.
Lejos quedó el escepticismo de quienes les advirtieron que este modelo solo funcionaba en el extranjero. “Nos decían que en el mundo sí, pero acá no. Nosotros creíamos que sí podía funcionar también en Argentina”, reflexiona Fiuri. El éxito de Milkynet no solo reafirma esa convicción, sino que marca un camino posible para reconvertir una actividad históricamente castigada por los bajos márgenes y la falta de modernización.
Con tecnología, planificación y alianzas estratégicas, el tambo robotizado de Tacural se consolida como un caso testigo de innovación aplicada al agro argentino. Y sus impulsores ya piensan en replicar el modelo en otras regiones del país.