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De goleador en Boca Juniors a agricultor en Okinawa: el inesperado giro de Naohiro Takahara

Naohiro Takahara dejó el fútbol y se dedica a la agricultura en Japón, cultivando café en Okinawa

De goleador en Boca Juniors a agricultor en Okinawa: el inesperado giro de Naohiro Takahara
martes 22 de abril de 2025

Por Agroempresario.com

En 2001, durante una de las épocas más gloriosas del fútbol argentino, Boca Juniors se encontraba en plena preparación para disputar su segunda final intercontinental consecutiva, esta vez en Tokio frente al Bayern Múnich, tras haber conquistado la edición anterior contra el Real Madrid. En ese contexto, el presidente del club, Mauricio Macri, decidió traer al japonés Naohiro Takahara como refuerzo para la delantera del equipo dirigido por Carlos Bianchi. Aunque su paso por el club fue breve y lleno de altibajos, Takahara dejó una marca que perduró en la memoria de los hinchas, no por su rendimiento en la cancha, sino por su curioso arribo y por la influencia que generó en su país natal. Hoy, más de dos décadas después, Takahara ha dado un giro radical a su vida, alejándose del fútbol para dedicarse a la agricultura en Okinawa, Japón, y en particular al cultivo de café, una industria en la que ve un potencial increíble para revitalizar una región.

Takahara, quien en sus primeros años como futbolista brilló en su país y fue una figura destacada en la selección japonesa, se convirtió en una apuesta marketinera para Boca Juniors. A pesar de haber tenido una carrera prometedora en Japón, con logros como ser goleador y campeón con el Júbilo Iwata y haber formado parte de la selección nacional, su experiencia en Boca no fue la esperada. Su adaptación al fútbol argentino fue difícil, y su tiempo en el club se vio marcado por una serie de frustraciones y momentos desconcertantes tanto para él como para los hinchas.

De goleador en Boca Juniors a agricultor en Okinawa: el inesperado giro de Naohiro Takahara

Con su llegada a Boca, Takahara se unió a una plantilla que contaba con figuras como Guillermo Barros Schelotto, Marcelo Delgado, Antonio Barijho, Ariel Carreño, Alfredo Moreno y un joven Carlos Tévez, quien comenzaba a hacerse notar. Takahara debutó en la primera fecha del Torneo Apertura 2001 en una derrota ante Belgrano de Córdoba, y aunque jugó varios partidos, su presencia en la cancha fue mínima y su rendimiento no alcanzó las expectativas. De hecho, solo anotó un gol en todo su paso por Boca, en una goleada 6-1 contra Lanús.

A pesar de su bajo perfil dentro del campo, Takahara cautivó a sus compañeros con su actitud y su carácter afable. El Chavo Gustavo Pinto, quien fue su compañero en ese plantel, recordó en varias ocasiones la habilidad técnica que tenía Takahara. “Era un chico bárbaro, con mucha técnica. Tenía unas condiciones muy buenas, pero el Mundo Boca lo superó. Entraba y se paralizaba, no plasmaba sus condiciones en la cancha por lo que implica Boca. Pero en el día a día mostraba cosas interesantes”, confesó Pinto. A pesar de los escasos minutos de juego, los japoneses seguían esperando verlo en la final de la Copa Intercontinental contra el Bayern Múnich. Sin embargo, el técnico Carlos Bianchi no le dio minutos, lo que desilusionó a los aficionados nipones.

Un episodio que se recuerda con humor ocurrió durante un almuerzo entre los jugadores de Boca en la Bombonera, antes de un entrenamiento doble turno. Takahara, quien había sido invitado al asado, se unió a sus compañeros para compartir una botella de Gancia. Sin embargo, Takahara no entendió bien las proporciones y bebió demasiado, quedando completamente mareado. Según Cristian Traverso, uno de los referentes del equipo, Takahara fue llevado al vestuario donde tuvo que ser reanimado con ventiladores y agua. “No lo podíamos despertar para entrenar en el segundo turno. Casi se nos muere”, relató Traverso, recordando la hilarante escena que marcó una de las anécdotas más curiosas del paso de Takahara por Boca.

De goleador en Boca Juniors a agricultor en Okinawa: el inesperado giro de Naohiro Takahara

A pesar de la poca fortuna que tuvo en el club argentino, Takahara continuó su carrera en Europa, primero en el Hamburgo de Alemania, donde se destacó y obtuvo buenos números durante las cuatro temporadas que jugó allí. Su habilidad en la Bundesliga le permitió ser convocado a la selección de Japón para disputar el Mundial de Alemania 2006, lo que marcó un punto alto en su carrera. Tras su paso por el fútbol alemán, Takahara regresó a Japón, donde continuó su carrera en varios equipos, incluidos Urawa Red, Suwon Samsung Bluewings de Corea del Sur y otros clubes nipones. Sin embargo, a medida que los años pasaban, Takahara se fue alejando de los campos de juego y comenzó a buscar nuevos horizontes.

En 2015, Takahara fundó la empresa Okinawa SV Co., Ltd. y formó un equipo representativo en la región, en el cual fue jugador, entrenador y capitán. Tras varios años de trabajo, el equipo logró ascender a la JFL, la máxima categoría del fútbol amateur japonés. Sin embargo, a pesar de su éxito en el fútbol, Takahara comenzó a enfocarse en un nuevo proyecto: la agricultura. En un giro inesperado, el ex futbolista decidió dedicarse al cultivo de café en Okinawa, una isla tropical ubicada en el extremo sur de Japón.

Okinawa es conocida por su belleza natural y su clima cálido, pero también enfrenta desafíos relacionados con la agricultura. La isla tiene muchas tierras de cultivo abandonadas debido a la falta de mano de obra, y Takahara vio en esta problemática una oportunidad. En asociación con su equipo y algunos de los jóvenes jugadores, comenzó a trabajar en la reactivación de estas tierras para cultivar café, una industria que tiene un gran potencial de crecimiento en la región. "Si logramos que el café crezca adecuadamente en tierras agrícolas abandonadas y lo cosechamos, Okinawa podría convertirse en una región productora de café", explicó Takahara en una entrevista reciente.

De goleador en Boca Juniors a agricultor en Okinawa: el inesperado giro de Naohiro Takahara

La producción de café en Okinawa no está exenta de desafíos. Los granos de café tardan hasta cinco años en dar frutos, y la isla ha sufrido daños provocados por tifones y la fuerte luz solar, lo que ha afectado a los cafetos. Sin embargo, Takahara y su equipo están comprometidos con el proyecto y han comenzado a ver los primeros frutos de su trabajo. “He plantado unos 460 cafetos en esta finca. Si todo va bien, seguro que podremos cosechar el café el año que viene”, comentó uno de los futbolistas del equipo.

Además de su trabajo en el cultivo de café, Takahara también ha explorado otras actividades agrícolas, como la apicultura, y se ha asociado con marcas de café reconocidas para avanzar en la comercialización del producto. Su visión es que Okinawa se convierta en un destino turístico donde los visitantes puedan disfrutar de café local y participar en las actividades agrícolas. “Puedo ver que lo que imaginé cuando conocí el café de Okinawa poco a poco se está convirtiendo en realidad”, afirmó Takahara.

En un reciente diálogo con Mynavi Agriculture, Takahara confesó que originalmente no pensaba dedicarse a la agricultura. Su interés surgió después de haber fundado su equipo de fútbol, con el objetivo de revitalizar la región y ofrecer segundas carreras a los jugadores. Al involucrarse en la agricultura, Takahara vio la oportunidad de ayudar a la comunidad local y mejorar la situación de la región. "Pensamos que como personas que nos ganamos la vida con el deporte, podríamos resolver estos problemas involucrándonos", dijo Takahara, destacando la importancia de la colaboración y el trabajo en equipo para afrontar los desafíos.

Hoy, Takahara disfruta de su vida en Okinawa, donde combina su pasión por el fútbol con su dedicación al cultivo de café. A través de su trabajo, busca generar un impacto positivo en la comunidad local y dar un nuevo rumbo a su vida, demostrando que los caminos del éxito no siempre siguen una línea recta. Así, el futbolista que alguna vez vistió la camiseta de Boca Juniors, disputó una Copa del Mundo y viajó a Tokio para enfrentarse al Bayern Múnich, hoy se dedica a hacer crecer una industria local y contribuir a la revitalización de una isla tropical en Japón.

Naohiro Takahara es un ejemplo de cómo los giros inesperados pueden transformar una carrera y un destino. De goleador a cafetero, su historia es una lección de reinvención y compromiso con el entorno.



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