Por Agroempresario.com
La crisis logística que atraviesa China expone como pocas veces la fragilidad de las cadenas de suministro globales. La reciente imposición de aranceles de hasta el 145 % a productos chinos por parte de Estados Unidos ha desatado un impacto directo y devastador sobre el transporte internacional, provocando una caída abrupta en el flujo de contenedores, la paralización de embarques y fenómenos inéditos como el abandono de cargas en alta mar para evitar el pago de impuestos.
El sector logístico es uno de los más golpeados por esta nueva escalada en la guerra comercial. Según reportes de empresas navieras, los envíos diarios desde China hacia Estados Unidos han caído de un rango habitual de 40 a 50 contenedores por día a apenas tres o seis. Ante este panorama, muchas compañías han optado por suspender temporalmente sus operaciones de flete al mercado estadounidense, a la espera de una eventual recuperación o la apertura de nuevos destinos comerciales.
"Nos estamos preparando para lo peor", admitió un empleado de una firma naviera a medios chinos, reflejando el clima de incertidumbre que impera entre los operadores del transporte internacional. Frente a los altos costos que implican los nuevos aranceles, algunos exportadores han tomado la drástica decisión de abandonar contenedores en tránsito, entregándoles a transportistas para evitar pérdidas aún mayores.
La respuesta inicial de los exportadores chinos ha sido acelerar la diversificación de mercados para reducir su dependencia de Estados Unidos. Sin embargo, esta transición no es instantánea. Pese a esfuerzos visibles, los nuevos destinos aún no logran compensar la brusca caída de la demanda estadounidense, principal motor del comercio exterior chino.
Mientras tanto, en las principales ciudades industriales del país, como Cantón, los efectos ya se sienten en la actividad fabril. Fábricas de ropa y manufacturas han reducido producción, congelado contrataciones y limitado turnos de trabajo. La desaceleración de la salida de inventarios también golpea a la logística interna, donde la demanda de transporte y almacenamiento experimenta un desplome preocupante.
La crisis logística tiene además un costado social alarmante. Millones de trabajadores que dependen directa o indirectamente de la producción exportadora ven amenazados sus empleos. Testimonios en redes sociales como Weibo describen una realidad marcada por despidos masivos, contratos rescindidos y la paralización de fábricas y centros de distribución.
La parálisis no afecta solo al transporte marítimo. El movimiento terrestre de mercancías y los servicios de almacenamiento también sufren la falta de actividad, generando un efecto dominó que compromete toda la infraestructura logística del país.
Con el mercado estadounidense en retroceso, las autoridades chinas intentan reorientar el excedente productivo hacia el consumo interno. Sin embargo, los resultados, por ahora, son desalentadores. La caída del poder adquisitivo de los consumidores tras la pandemia, sumada a una feroz competencia de precios y márgenes de ganancia reducidos, desalienta a los fabricantes a volcarse decididamente al mercado doméstico.
En consecuencia, la logística interna tampoco logra absorber el excedente de oferta generado por la contracción del comercio exterior. El mercado local sigue mostrando signos de debilidad, sin lograr dinamizar suficientemente la actividad logística y fabril.
Aunque algunos reportes mencionan avances incipientes en las negociaciones entre Pekín y Washington, hasta ahora no se han tomado medidas concretas que alivien el impacto arancelario. Mientras tanto, la dirigencia del Partido Comunista Chino anunció nuevas medidas de apoyo económico para empresas y trabajadores afectados, reconociendo oficialmente "el aumento del impacto de choques externos" sobre la economía nacional.
La crisis logística actual pone en evidencia la necesidad de una estrategia de resiliencia más robusta para las cadenas de suministro globales. La diversificación de mercados, la adaptación de los operadores logísticos y la innovación en las rutas comerciales serán factores cruciales para que China mantiene su papel central en el comercio mundial en los próximos años.