Por Agroempresario.com
La puja entre Arcor y Mastellone Hermanos promete convertirse en uno de los movimientos corporativos más resonantes del sector alimentario argentino. La empresa nacida en Córdoba anunció que ejercerá la opción de compra para quedarse con el 100% de La Serenísima, pero las diferencias sobre el precio a pagar abrieron una disputa que promete capítulos intensos en las próximas semanas.
El anuncio oficial llegó a través de una notificación a la Comisión Nacional de Valores (CNV), donde Arcor confirmó su intención de adquirir el 51% restante de Mastellone, en una operación valuada en más de US$ 2000 millones. Sin embargo, desde la tradicional láctea salieron a enfriar la noticia y aclararon que “nada está cerrado”, en alusión a diferencias en la interpretación del contrato firmado en 2019.
Cuando Arcor tomó el 49% del paquete accionario, se estableció que en cinco años podría ejercer una opción de compra por el resto, con un valor basado en una fórmula ligada al EBITDA de la compañía. Es justamente esa ecuación la que hoy genera fricciones: Mastellone, también mediante una comunicación a la CNV, advirtió que “se impugnará el precio por acción indicado” por no ajustarse a las condiciones pactadas.
Más allá de las tensiones, en el mercado se descuenta que el acuerdo llegará. Las partes tienen todo 2025 para resolver las diferencias, y si bien ninguna quiere arriesgar plazos, todo indica que la operación terminará concretando. El interés de Arcor es claro: dar un salto de escala que le permita consolidarse tanto a nivel local como internacional, sumando una de las marcas más icónicas del país a su portafolio.
El movimiento también podría disparar un crecimiento significativo de la facturación. Según estimaciones preliminares, Mastellone podría escalar sus ingresos hasta superar los US$ 2000 millones anuales, partiendo de los US$ 1400 millones con los que cerró 2024, una cifra que ya representó una mejora respecto de los US$ 1100 millones de 2023.
Sin embargo, el tablero de juego es más complejo de lo que parece. Un actor clave en esta historia es Danone, que mantiene una posición híbrida dentro de Mastellone. Por un lado, posee cerca del 95% del negocio logístico; por otro, conserva una porción del 49% accionario que hoy Arcor controla. Esto le otorga influencia tanto en la parte compradora como vendedora, y no se descarta que quiera intervenir en la definición del futuro de La Serenísima.
Hasta ahora, Danone no se pronunció públicamente, pero en el mercado se especula que podría buscar asegurarse un rol protagónico en la gestión futura de la compañía, apelando a su conocimiento y experiencia en el sector lácteo. En cualquier caso, se espera que sus movimientos sean decisivos en la resolución final del conflicto.
Mientras tanto, Mastellone mantiene una posición relativamente sólida en términos de mercado, pese a los desafíos financieros. Hoy procesa alrededor de 3,1 millones de litros diarios de leche y ocupa el segundo lugar en el ranking sectorial, con una participación del 10,8%. El líder es Saputo, con marcas como La Paulina, que procesa 3,6 millones de litros diarios y alcanza el 12,5% del mercado.
Por segmento, Mastellone sigue mostrando fortalezas. En leche fresca en sachet, por ejemplo, conserva un liderazgo claro, con un 60% de participación. En leche larga vida, un mercado más fragmentado, alcanza un 25% del total. Estos datos son relevantes en un contexto en el que la escala y la eficiencia se volvieron claves para sobrevivir en un mercado cada vez más competitivo.
El interés de Arcor también responde a una tendencia más amplia: el proceso de concentración y extranjerización que atraviesa el sector lácteo argentino. Además del caso de Mastellone, otros movimientos recientes dan cuenta de esta dinámica. Savencia (Francia) adquirió Milkaut e Ilolay; el Grupo Gloria (Perú) compró Corlasa; Theter, vinculado al ecosistema cripto, ingresó en Adecoagro; y el Grupo Lala (México) puso un pie en La Paulina.
Este fenómeno despierta un debate en la industria: ¿es positiva la llegada de grandes jugadores internacionales? Algunos sostienen que permite aumentar la escala, profesionalizar la gestión y abrir nuevos mercados. Otros advierten que podría concentrar demasiado la producción, dejando a las pymes y cooperativas en una situación vulnerable.
En todo caso, la llegada de capitales extranjeros encuentra hoy un contexto más favorable que en años anteriores. La eliminación de restricciones cambiarias y la posibilidad de girar dividendos al exterior facilita las inversiones, y muchos activos locales, valuados en dólares, resultan particularmente atractivos.
El caso de Mastellone también pone en evidencia los problemas estructurales del sector. La caída del consumo interno golpeó fuerte en los últimos años. Aunque hubo una leve recuperación en 2024, no fue suficiente para revertir la tendencia de fondo. Además, la producción de leche sigue en descenso: en 2024 se produjeron 10.590 millones de litros, un 6,5% menos que en 2023.
Del total producido, casi la mitad (48,9%) se destinó a la elaboración de quesos, seguido por leche en polvo (27,3%), leche fluida (16,3%), yogures (3,6%) y dulce de leche (2,2%). Las exportaciones, por su parte, alcanzaron los US$ 1400 millones, una cifra importante pero todavía insuficiente para compensar la caída del mercado interno.
Así, en este contexto de desafíos y oportunidades, la operación entre Arcor y Mastellone aparece como un hito que podría redefinir el mapa del negocio lácteo argentino. Más allá de los entretelones legales y financieros, lo que está en juego es la propiedad de un ícono de la alimentación nacional, una marca que forma parte del ADN de varias generaciones de argentinos.
La disputa promete extenderse algunas semanas más, pero todo indica que el desenlace será favorable para Arcor, que se encamina a consolidarse como un jugador aún más fuerte en la región. La historia de La Serenísima, mientras tanto, se prepara para escribir un nuevo capítulo.