Por Agroempresario.com
En un giro inesperado para el sector frutícola nacional, la Argentina comenzó a importar peras desde China, pese a ser el segundo exportador mundial de esta fruta, con epicentro en la provincia de Río Negro. La noticia encendió las alarmas entre productores y autoridades, quienes advierten que el ingreso de fruta extranjera no sólo implica una competencia directa, sino que también evidencia los problemas estructurales que afectan a las economías regionales.
Facundo Fernández, secretario de Fruticultura de Río Negro, fue contundente al describir la situación: “Es paradójico que poner peras chinas acá cueste menos que producirlas en el país”. Según explicó, si bien el cargamento proveniente de China no representa una amenaza inmediata por su volumen, sí lo es como señal política y económica. “Nos debería llevar a revisar nuestra política pública respecto de las economías regionales. La producción nacional requiere menos carga impositiva e incentivos claros para exportar”, afirmó en diálogo con LA NACION.
La producción de peras en la Argentina se concentra principalmente en el Alto Valle de Río Negro y en parte del territorio de Neuquén. En los últimos veinte años, el sector sufrió altibajos. Entre 2005 y 2012, las exportaciones promediaron las 450.000 toneladas anuales, pero entre 2015 y 2023, esa cifra descendió a cerca de 300.000. El año pasado, se exportaron apenas 314.748 toneladas.
En 2024, Río Negro logró colocar 140.000 toneladas en el exterior, según detalló Fernández. Se trata de un producto eminentemente exportador: el 90% de la producción se vende fuera del país, una situación inversa a la de la manzana, de la cual el 85% queda en el mercado interno. “Tenemos una combinación única de clima desértico con abundancia de agua, lo que nos da una ventaja competitiva. Pero la alta carga impositiva y un tipo de cambio poco favorable nos hicieron caros para el mundo”, explicó.
Actualmente, los principales destinos de exportación para la pera argentina son Brasil, Estados Unidos, Rusia y Europa. Pero los desafíos para competir son cada vez mayores. Fernández subrayó que alrededor del 55% del costo total de la actividad corresponde a mano de obra, que en el país resulta casi el doble que en Sudáfrica o Chile, dos de los competidores más relevantes del mercado global.
Horacio Pierdominici, productor del Alto Valle, sintetiza el malestar del sector: “A nosotros nos pagan el kilo de pera a 16 centavos de dólar. ¿La de China vendrá a menos de eso? ¿Cómo hacen para que llegue más barata que la nuestra? Tenemos un dólar que no nos sirve y costos altísimos. Así no se puede competir”.
Pierdominici participó en las últimas semanas de varias reuniones con funcionarios. Desde su perspectiva, la importación de fruta extranjera puede convertirse en una amenaza directa para la continuidad de la producción local. “Traer fruta de afuera es como decirnos que dejemos de producir”, disparó.
En el primer trimestre de este año, las importaciones argentinas aumentaron considerablemente, con China como protagonista. De hecho, el país asiático se posicionó como el principal proveedor de bienes, con un incremento interanual del 77,3%.
Nicolás Sánchez, presidente de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), también expresó su preocupación. “No podemos pretender que todos nos reciban y nosotros ser un mercado cerrado”, declaró, aunque aclaró que se debe garantizar una “igualdad de condiciones”.
Sánchez destacó que la exportación de fruta argentina hacia China enfrenta exigentes controles fitosanitarios y protocolos que pueden demorar años. Por eso, reclamó reciprocidad: “La misma oportunidad debe regir para la Argentina. Pedimos que se analicen las condiciones de acceso para que la competencia sea justa”.
Desde CAFI se comunicaron con el secretario de Producción de la Nación, Pablo Lavigne, quien, según relataron, se comprometió a “trabajar en el tema”.
Facundo Fernández, por su parte, adelantó que ya solicitaron información detallada sobre los acuerdos vigentes para el ingreso de peras argentinas al mercado chino. “Deberían ser condiciones recíprocas. Si no lo son, estamos en desventaja”, concluyó.
El caso de las peras chinas no es un hecho aislado, sino un nuevo capítulo en el debate sobre la competitividad de las economías regionales y la necesidad urgente de políticas que las fortalezcan. Río Negro, a pesar de su historia exportadora, hoy enfrenta una encrucijada: competir o desaparecer.