Por Agroempresario.com
Durante años, el Parque Nacional Perito Moreno fue uno de los secretos mejor guardados de la Patagonia argentina. Su aislamiento, su acceso limitado y la escasa infraestructura lo convertían en un paraíso solo para expedicionarios experimentados. Pero algo empezó a cambiar con la visión de filántropos como Doug Tompkins, Kris Tompkins y Gilbert Butler, que apostaron a la conservación activa y al ecoturismo responsable. Hoy, con más de 90 kilómetros de senderos marcados y diez refugios perfectamente equipados, el parque no solo protege un ecosistema único, sino que también se abre como una opción viable y segura para caminantes de todo el mundo.
En el verano de 2025, el parque superó los 3.500 visitantes, cuando apenas hace dos décadas recibía menos de 900 al año. Un salto notable que se explica por el crecimiento en infraestructura, el diseño de circuitos pensados para caminatas accesibles y la colaboración entre el Estado, fundaciones privadas y organizaciones ambientales como el Banco de Bosques.
Todo comenzó en 1992, cuando Doug y Kris Tompkins, reconocidos por sus acciones en conservación y ecología, compraron la estancia El Rincón con el objetivo de anexarla al parque. Años más tarde, la historia sumaría un capítulo decisivo cuando Gilbert Butler, otro filántropo ambiental, visitó la zona y quedó cautivado por sus lagunas glaciares, montañas y estepa patagónica. Fue él quien financió el trazado de senderos señalizados y la construcción de diez refugios gratuitos para pernoctar, diseñados para caminantes sin experiencia técnica en montaña.
Estos refugios de madera son funcionales y acogedores: cuentan con colchonetas, mesa, sillas, salamandra, leñera y están siempre en condiciones impecables. Lo más admirable es que la ayuda no terminó con la donación: año tras año, la Butler Conservation Foundation garantiza el mantenimiento de las estructuras y los caminos, una tarea que lleva adelante la ONG Banco de Bosques, con un equipo de voluntarios que repara desde picaportes hasta puentes, limpia vidrios rotos y despeja árboles caídos.
Para asegurar la continuidad del proyecto sin depender eternamente del financiamiento filantrópico, se está desarrollando un sistema de reservas online con costo, lo que permitirá autofinanciar el mantenimiento de los refugios. Por el momento, las reservas se hacen por correo electrónico, con hasta un mes de anticipación.
Existen tres circuitos principales:
Península de Belgrano
Valle del Lácteo
Sector de Azara
Los senderos están pensados para combinar etapas cortas, de hasta 15 km por día, lo que permite hacer paradas nocturnas en los refugios sin necesidad de apurar el paso. Hay dos tipos de refugios: para tres y para seis personas. Todos están equipados pero no ofrecen servicios de comida ni ropa de cama, por lo que los caminantes deben cargar con bolsa de dormir, víveres y calentador, ya que está prohibido hacer fuego.
Uno de los puntos más atractivos es el refugio llamado “Doug y Kris”, el más alejado, lo que permite pernoctar hasta dos noches. Desde allí se accede a la Laguna de los Témpanos, una joya natural alimentada por el Glaciar Lácteo, que en ciertas épocas del año exhibe impresionantes bloques de hielo flotando en sus aguas. Para llegar, se deben recorrer 5,2 km adicionales y vadear el Río Hermoso, lo que implica un esfuerzo adicional, pero más que recompensado por el espectáculo natural.
El parque permanece abierto del 1º de octubre al 30 de abril, y durante ese tiempo los refugios se pueden reservar vía correo electrónico. La Administración de Parques Nacionales (APN) también ofrece parcelas de acampe y pequeños domos en sitios estratégicos para quienes no consigan refugio.
En caso de que no haya disponibilidad, existe la posibilidad de que se autorice el uso de un "domito", una pequeña estructura alternativa para pernoctar. La modalidad actual es gratuita, pero como parte del proyecto de sostenibilidad, se prevé comenzar a cobrar un valor simbólico por las reservas, para asegurar su continuidad y preservar la experiencia.
Lo destacable del nuevo diseño del parque es que permite que caminantes sin experiencia técnica puedan disfrutar de un entorno de montaña, sin exponerse a riesgos de alta dificultad. Eso sí: se requiere estar en buena forma física y ser autosuficiente, ya que no hay señal de celular ni servicios de emergencia disponibles en forma inmediata. Es parte del encanto del lugar: la desconexión total para reconectar con el entorno.
Para los amantes de la naturaleza, la experiencia de caminar entre lengas, cruzar ríos cristalinos, divisar guanacos y cóndores, y dormir en refugios de madera en plena Patagonia, es incomparable. El diseño del parque permite además conocer distintas geografías dentro de sus 115.000 hectáreas, desde estepas áridas hasta valles glaciarios.
El modelo Perito Moreno se perfila como una iniciativa ejemplar de turismo sustentable en áreas protegidas. Al combinar inversión privada con gestión pública y participación de ONG, se logró no solo preservar la biodiversidad, sino también potenciar la visita responsable.
Este tipo de enfoque también beneficia a las comunidades cercanas, como Gobernador Gregores o Perito Moreno, cuyos servicios turísticos comienzan a verse impulsados por el aumento de visitantes. El turismo de naturaleza bien gestionado puede ser una fuente sostenible de empleo y desarrollo para la región.
En un contexto donde la crisis climática y la pérdida de biodiversidad son desafíos urgentes, el caso del Parque Nacional Perito Moreno demuestra que es posible conservar y abrir al mismo tiempo, siempre que haya compromiso, planificación y visión a largo plazo.