Por Agroempresario.com
En un contexto de alta incertidumbre climática y presión económica, el trigo vuelve a posicionarse como una pieza estratégica para la gestión inteligente del agua en la agricultura argentina. La reciente decisión del Gobierno Nacional de mantener la reducción del 2,5% en las retenciones a la exportación de trigo y cebada hasta marzo de 2026 ha sido recibida con optimismo por el sector, en particular por la entidad ArgenTrigo y su presidente, Martín Biscaisaque.
Martín Biscaisaque destacó que esta medida es “el punto de inflexión para zonas donde se iba a poder o no sembrar trigo”. La baja en retenciones no solo representa un alivio fiscal para los productores, sino que renueva la confianza en un escenario donde los costos de producción siguen en ascenso y los precios internacionales del cereal tienden a la baja.
Aunque el impacto en la superficie sembrada podría ser limitado, estimada en cerca de 7 millones de hectáreas, Biscaisaque resaltó que el verdadero cambio puede venir por el lado del uso más eficiente y agresivo del paquete tecnológico, impulsando así una mayor productividad y calidad.
Uno de los puntos más destacados por el presidente de ArgenTrigo es el rol del trigo como cultivo de servicio en la gestión hídrica. “Volvemos a tener al trigo como una herramienta imprescindible para la gestión inteligente del agua. En vez de que el suelo actúe como una esponja que retiene el agua, puede transformarse en una biofábrica”, afirmó Biscaisaque.
Este enfoque es especialmente relevante en regiones donde los excesos hídricos amenazan la producción agrícola. La siembra de trigo puede ayudar a mejorar la estructura del suelo y optimizar la retención y uso del agua, contribuyendo a una mayor sustentabilidad agropecuaria.
Respecto al impacto fiscal de la reducción de retenciones, Biscaisaque fue enfático en señalar que no se trata de un costo sino de una inversión que se recupera rápidamente gracias a mayores niveles de producción, calidad y sustentabilidad. “Son 100 millones de dólares que se repagan rápido”, puntualizó.
Además, remarcó la importancia de mantener una buena relación con Brasil, el principal comprador de trigo argentino, que utiliza este cereal para mezclar y reducir niveles de micotoxinas en su producción. Esta relación comercial brinda una ventaja estratégica para Argentina en el mercado regional, que es fundamental no desaprovechar.
El presidente de ArgenTrigo enfatizó la necesidad de acompañar estas medidas con políticas sostenidas y estables que permitan al sector innovar y adaptarse. “La innovación implica fracasos y eso requiere rentabilidad para poder recuperarse. Sin políticas estables que permitan invertir y probar, nos vamos a quedar atrás”, advirtió.
Actualmente, los derechos de exportación para el trigo y la cebada se mantienen en 9,5% hasta el 31 de marzo de 2026, fecha en la que podrían volver al 12%. Para otros cultivos principales, los porcentajes para el 30 de junio son: soja (26%), derivados de soja (24,5%), maíz y sorgo (9,5%), y girasol (5,5%).
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) reportó que la siembra de trigo para la campaña 2025/26 comenzó con un avance del 3,4% sobre las 6,7 millones de hectáreas proyectadas, un crecimiento interanual del 6,3%. Sin embargo, recientes lluvias afectaron especialmente el centro y sur del área agrícola, generando demoras en provincias como Buenos Aires y otras zonas clave.
El mayor avance se observa en el noroeste del área agrícola, donde la humedad es limitada. Las condiciones climáticas y los excesos hídricos pueden llevar a los productores a reemplazar ciclos largos de trigo por ciclos intermedios o cortos según la situación local, destacando la flexibilidad necesaria para gestionar la siembra y maximizar la eficiencia hídrica.