Por Agroempresario.com
A un mes de asumir la conducción de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini comenzó su ronda de encuentros con funcionarios del Gobierno nacional para plantear las preocupaciones del sector manufacturero e impulsar una agenda de trabajo común. En este marco, este jueves mantuvo una reunión con el secretario de Coordinación Productiva, Pablo Lavigne, donde se abordaron cuestiones clave como la baja de aranceles, los precios relativos, el costo argentino y posibles reformas impositivas que podrían debatirse tras las elecciones de octubre.
Este acercamiento representa un intento concreto por recomponer el vínculo entre el Estado y el entramado industrial, en un contexto donde la apertura comercial, el reacomodamiento de precios y la desaceleración de la actividad han generado tensiones. Acompañaron a Rappallini los vicepresidentes David Uriburu (Techint), Luis Tendlarz (sector textil) y el director ejecutivo Diego Coatz, quienes remarcaron la necesidad de sostener una industria competitiva sin desproteger la producción nacional.
Desde la Secretaría de Comercio, Lavigne hizo hincapié en que el objetivo oficial es que los precios internos se alineen con los de países vecinos como Brasil, Paraguay y Uruguay. Incluso se citaron casos específicos, como las licuadoras, donde los precios argentinos superan notablemente a los regionales. Sin embargo, los representantes de la UIA mostraron un gráfico en el que evidencian que los precios de la industria local aumentaron por debajo del índice general de inflación.
La visión de los industriales se centra en el impacto que tienen los costos logísticos, tributarios y laborales —el llamado “costo argentino”— en la competitividad. Según datos internos de la entidad, este sobrecosto oscila entre un 25% y 40%, y en un 70% responde a factores externos al sector. Aunque no se abordó directamente el tipo de cambio, desde la UIA deslizaron que el actual valor del dólar oficial (cerrando cerca de $1.200) sigue siendo insuficiente para competir con los países del Mercosur, en un escenario donde la estructura de costos locales sigue sin corregirse.
Uno de los puntos centrales del encuentro fue el debate sobre los aranceles. En línea con la estrategia oficial de facilitar el acceso a productos más baratos para los consumidores, el Gobierno ha reducido impuestos a las importaciones dentro de lo que permite el acuerdo del Mercosur. Los empresarios expresaron su malestar por esta política, advirtiendo que sin una baja paralela de impuestos internos, se pone en riesgo la producción nacional.
Los representantes de la UIA plantearon que, si bien no se oponen al comercio internacional, el país necesita condiciones simétricas. En particular, reclamaron que cualquier baja arancelaria sea acompañada por una reforma fiscal integral que alivie la presión sobre los sectores productivos.
Lavigne aseguró que, por el momento, no hay planes inmediatos para nuevas reducciones arancelarias. Sin embargo, fuentes oficiales dejaron entrever que el Gobierno podría volver a aplicar este tipo de medidas si detecta nuevas distorsiones de precios.
Otros temas tratados durante la reunión fueron el dumping, los saldos de IVA acumulados por exportadores y las retenciones a sectores clave. La UIA informó que ya trabaja en varios casos de dumping, luego de que se reglamentara el decreto que modifica el régimen y que permitirá acelerar los procesos de investigación.
Sobre los saldos de IVA, los industriales exigieron al Gobierno que se agilice su devolución, especialmente para las empresas exportadoras que necesitan mayor liquidez para operar en un contexto de retracción. Asimismo, se insistió en la eliminación de retenciones para rubros aún alcanzados, como el automotriz o los insumos básicos. Estos sectores, advirtieron, podrían reactivar su producción si se alivian las cargas impositivas.
La UIA también expresó su preocupación por la debilidad del mercado interno y la marcada heterogeneidad en la recuperación de la actividad económica. Mientras algunos sectores comienzan a mostrar señales de mejora, otros continúan estancados. En ese marco, pidieron al Gobierno la creación de mesas sectoriales para abordar problemáticas específicas y diseñar políticas activas adaptadas a cada rubro.
El Gobierno, por su parte, apuesta a un repunte económico en la segunda mitad del año, impulsado por la baja de la inflación, la estabilidad del dólar y medidas como la autorización para usar “dólares del colchón” sin necesidad de justificar su origen patrimonial. No obstante, expertos tributaristas advierten que, sin cambios normativos profundos, el impacto de esta política será limitado.
A pesar de las diferencias, ambas partes coincidieron en la necesidad de mantener el diálogo y avanzar en una agenda común. Desde la UIA recalcaron que los industriales deben asumir el desafío de ser más competitivos, incluso en un entorno adverso. En tanto, el Gobierno se mostró dispuesto a escuchar propuestas y abrir instancias de trabajo conjunto.
La reunión entre Martín Rappallini y Pablo Lavigne dejó en claro que tanto el Ejecutivo como la dirigencia industrial reconocen que la competitividad argentina no se resolverá con una sola herramienta. Se requiere un abordaje integral que contemple la estructura impositiva, la logística, la infraestructura y la capacitación laboral, sin descuidar la necesidad de proteger al consumidor ni aislar al país del mundo.
El desafío será encontrar el equilibrio entre apertura y desarrollo productivo, eficiencia y empleo, y entre estabilización macroeconómica y crecimiento industrial. Las próximas semanas y los encuentros posteriores serán claves para delinear una hoja de ruta concreta que permita transformar el diagnóstico compartido en políticas efectivas.