Por Agroempresario.com
Después de más de dos décadas marcando la agenda festiva de la región, la Fiesta de Disfraces (FDD), uno de los eventos más convocantes del país, dejará de realizarse en Paraná. El anuncio oficial llegó a través de las redes sociales de los organizadores, quienes confirmaron que la edición 2025 se celebrará el 15 de noviembre en el autódromo de San Nicolás de los Arroyos, en la provincia de Buenos Aires.
El cambio de sede marca un punto de inflexión en la historia de este fenómeno cultural y económico, que comenzó como una reunión entre amigos y terminó consolidándose como un hito turístico de escala nacional e internacional. Si bien los organizadores mantuvieron un tono optimista y de renovación, la noticia causó sorpresa y preocupación en sectores económicos y sociales de Paraná, que durante años se beneficiaron del impacto de la FDD.
“La historia sigue. Y todos somos parte”, escribieron en el comunicado difundido por redes sociales. Con ese lema, la organización busca reafirmar la continuidad del evento más allá del cambio de locación, apelando a la fidelidad del público que convirtió a la FDD en una marca registrada del entretenimiento argentino.
Según explicaron, la decisión de trasladar la fiesta responde a la “enorme cantidad de propuestas y muestras de interés” recibidas desde distintos puntos del país. El autódromo de San Nicolás fue elegido por su capacidad, su infraestructura moderna y su entorno controlado, ideales para una celebración que convoca a decenas de miles de personas.
No obstante, detrás del mensaje institucional también subyacen factores más complejos. La edición número 25, programada inicialmente para noviembre de 2024 en la zona del Puerto Nuevo de Paraná, ya había sido suspendida sin mayores explicaciones. Desde entonces, crecieron las especulaciones sobre la relación entre los organizadores y las autoridades locales, así como sobre la viabilidad logística de continuar desarrollando el evento en esa ciudad.
El impacto del traslado de la FDD va mucho más allá de la nostalgia. Comerciantes, hoteleros y gastronómicos de Paraná mostraron su preocupación ante la pérdida de un evento que movilizaba a miles de visitantes y generaba ingresos significativos. Durante cada edición, la ciudad se transformaba: los alojamientos agotaban sus plazas, se habilitaban hospedajes temporales, se reforzaban los servicios de transporte y se desplegaban importantes operativos de seguridad.
“Esto es un golpe muy duro para la economía local”, señalaron desde la Cámara de Turismo de Paraná. “La Fiesta de Disfraces no solo generaba trabajo directo, sino también un efecto multiplicador en toda la cadena de servicios”.
La Fiesta de Disfraces nació en agosto de 1999, cuando seis amigos —Ioy, Jota, Nacho, Julián, Rulo y Marote— decidieron festejar sus cumpleaños juntos en el Club Ciclista de Paraná. Con apenas unos pesos y una gran idea, lograron convocar a decenas de personas en lo que sería el germen de una tradición sin precedentes.
Con el paso de los años, el evento fue creciendo de forma exponencial. De un galpón pasó a carpas, luego a predios abiertos y, finalmente, a montar una verdadera ciudad efímera en los márgenes de Paraná. La FDD comenzó a atraer público no solo del Litoral, sino también de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Uruguay, Brasil, Colombia e incluso del Reino Unido y Estados Unidos.
La elección de San Nicolás no es casual. Ubicada estratégicamente entre Rosario y Buenos Aires, con accesos viales privilegiados y un autódromo con capacidad y servicios, la ciudad bonaerense busca posicionarse como nuevo polo de turismo de eventos. Ya ha sido sede de importantes shows musicales, exposiciones y competencias automovilísticas.
Desde el municipio, celebraron la noticia y prometieron trabajar junto a los organizadores para garantizar el éxito de la edición 2025. “Es una oportunidad única para mostrar a San Nicolás al país y al mundo”, afirmaron desde la intendencia.
Mientras tanto, en Paraná, la incertidumbre se mantiene. Aunque los organizadores no descartaron volver en futuras ediciones, el silencio sobre los motivos exactos del traslado genera malestar. Muchos vecinos se preguntan si la ciudad podrá recuperar su lugar en este fenómeno cultural que supo proyectarla más allá de sus fronteras.