Por Agroempresario.com
La preocupación global sobre la inteligencia artificial (IA) ha evolucionado. Mientras que antes el temor principal era la pérdida masiva de empleos por la automatización, hoy expertos como Demis Hassabis, CEO de DeepMind, advierten que el mayor riesgo radica en el potencial uso malintencionado de esta tecnología. En una entrevista en el festival SXSW de Londres, Hassabis enfatizó la urgencia de establecer límites y controles para evitar que actores maliciosos aprovechen la IA general con fines perjudiciales a gran escala.
Demis Hassabis, líder de una de las principales empresas de investigación en IA, destacó que, si bien la automatización puede impactar en el mercado laboral, la amenaza real no es el desempleo, sino el daño que la tecnología puede causar en manos equivocadas. El directivo planteó que sistemas cada vez más sofisticados, capaces de igualar la inteligencia humana, podrían ser reutilizados por actores maliciosos para generar consecuencias catastróficas.
Durante su diálogo con la periodista Anna Stewart, Hassabis señaló que el desafío radica en encontrar un equilibrio: restringir el acceso a tecnologías potentes para evitar usos dañinos, sin impedir que quienes trabajan de buena fe puedan aprovechar sus beneficios.
El debate sobre la IA no solo involucra el impacto económico sino también la seguridad nacional. Autoridades como el FBI de Estados Unidos han alertado sobre el uso de IA para crear audios falsos que suplantan voces de funcionarios, mientras que el Departamento de Estado advierte sobre riesgos catastróficos derivados del uso indebido de la IA.
Además, la proliferación de tecnologías deepfake ha llevado a la promulgación de leyes como la Take It Down Act en Estados Unidos, que busca frenar la difusión de pornografía generada por IA sin consentimiento. Estas acciones reflejan la creciente preocupación sobre los límites éticos y legales para controlar esta tecnología.
El rápido avance de la IA se da en un contexto de competencia entre potencias como Estados Unidos y China, lo que complica la implementación de regulaciones globales consensuadas. Hassabis propuso un acuerdo internacional que defina principios básicos para el uso responsable de la IA, garantizando que se utilice solo para fines positivos.
Aunque reconoció que la situación geopolítica actual dificulta alcanzar un consenso, confía en que el progreso tecnológico hará más evidente la necesidad de acuerdos multilaterales.
Hassabis anticipó que la IA se integrará cada vez más en la vida diaria mediante “agentes” o asistentes universales capaces de realizar tareas administrativas, recomendar contenidos y hasta conectar personas con intereses similares. Google ya trabaja en esta dirección con la incorporación de IA en su motor de búsqueda y el desarrollo de gafas inteligentes potenciadas por IA.
Esta visión muestra un futuro en el que la IA no solo transforma el trabajo, sino también cómo interactuamos con la información y nos relacionamos socialmente.
A pesar de las advertencias sobre pérdida de trabajos, Hassabis y otros expertos coinciden en que la IA generará nuevas oportunidades laborales y aumentará la productividad. El desafío será adaptar la sociedad y distribuir equitativamente los beneficios económicos que resulten de estos cambios.
El CEO de Anthropic, Dario Amodei, advirtió que la IA podría eliminar muchos puestos de nivel inicial en oficinas, y Mark Zuckerberg, CEO de Meta, pronosticó que la IA podría escribir la mitad del código de la empresa para 2026. Sin embargo, Hassabis cree que, al igual que con revoluciones tecnológicas anteriores, surgirán empleos nuevos y mejores para reemplazar a los desplazados.
A pesar de su rápido avance, la IA aún presenta desafíos significativos, como sesgos y errores conocidos como “alucinaciones” que afectan su confiabilidad. Ejemplos recientes incluyen la publicación de listas de libros inexistentes generadas por IA en medios prestigiosos, lo que evidencia que la tecnología aún no es perfecta.
Estos problemas subrayan la importancia de un desarrollo responsable y regulado para minimizar riesgos y maximizar beneficios.
Demis Hassabis enfatiza que la inteligencia artificial es una herramienta con un potencial inmenso, pero también con riesgos importantes si cae en manos equivocadas. La necesidad de regulaciones globales, el diálogo entre países y el compromiso de empresas y gobiernos son clave para evitar daños a gran escala.
Al mismo tiempo, la IA promete transformar el mundo del trabajo y la vida diaria, generando nuevas oportunidades y formas de productividad. El futuro dependerá de cómo la sociedad maneje estos avances, aprendiendo de revoluciones tecnológicas pasadas para construir un camino equilibrado entre innovación y control.