Por Agroempresario.com
La Argentina, con su vasta geografía que abarca desde la imponente Cordillera de los Andes hasta la inmensidad de la estepa patagónica, los humedales del Litoral y las sierras bonaerenses, ofrece un escenario inigualable para la aventura a caballo. Más allá de las rutas convencionales, existen propuestas que invitan a redescubrir el campo y sus arraigadas tradiciones de una manera auténtica y profunda, sumergiéndose en la cultura gaucha y la belleza natural del país. Estas expediciones, guiadas por baqueanos expertos y alojándose en puestos de estancia o carpas bajo el cielo estrellado, prometen experiencias transformadoras y un contacto genuino con la naturaleza.
Cabalgar por los paisajes argentinos no es solo un deporte o una actividad recreativa; es una forma de conectar con la historia, la cultura y la vida rural. Es la posibilidad de sentir el ritmo del caballo, escuchar el silencio de la naturaleza y dejarse llevar por el encanto de lo simple. Cada travesía es una oportunidad para aprender sobre la flora y fauna local, las costumbres de los lugareños y las anécdotas que forjaron la identidad de cada región.
Las cabalgatas presentadas a continuación son mucho más que un simple paseo. Son experiencias inmersivas que desafían, enriquecen y emocionan, dejando una huella imborrable en el espíritu de quienes se animan a vivirlas. Desde el mítico Cruce de los Andes, siguiendo los pasos del General José de San Martín, hasta el conmovedor viaje al avión de los uruguayos en Mendoza, cada opción ofrece un matiz diferente de la aventura ecuestre en Argentina.
La Patagonia, con su inmensidad y paisajes sobrecogedores, es un destino privilegiado para las cabalgatas. Aquí, la estepa, los glaciares y la cultura gaucha se entrelazan para ofrecer experiencias únicas.
En el corazón de la estepa patagónica, a orillas del Lago San Martín, se encuentra una propuesta que emana autenticidad: la cabalgata al Puesto Bajo Comisión de la Estancia Sierra Nevada. Jesús Alcalde y Alejandro Alcalde, dos gauchos de ley, han materializado su sueño de compartir la belleza de su tierra. Después de trepar por un solitario vallecito y un filo, se llega a este lugar idílico, rodeado de un encantador bosque de ñires y habitado por los perros de los paisanos. La hospitalidad se siente en cada detalle, culminando con un delicioso asado de cordero.
Esta experiencia, de dificultad moderada, combina la aventura ecuestre con la comodidad, ya que el alojamiento se realiza en la vecina Estancia La Lila, donde Nancy Martínez es la anfitriona. Para quienes prefieren la opción, también es posible acceder al puesto en 4x4 o combinar la ida a caballo con el regreso en vehículo.
Dentro del imponente Parque Nacional Los Glaciares, la Estancia Nibepo Aike, propiedad de la familia Jansma, invita a una cabalgata de dos noches que revela la majestuosidad del bosque andino patagónico, los lagos cristalinos y la cercanía de los glaciares. Diseñada para jinetes con experiencia que disfruten de seis horas diarias a caballo, esta travesía se realiza sobre animales mansos y acostumbrados a la montaña.
El programa incluye picnics y asados en los puestos de la estancia, donde el alojamiento se realiza en camas cuchetas o bolsas de dormir, con baños compartidos. Se recomienda viajar con poca carga personal, que se distribuye en alforjas. Esta experiencia, disponible de noviembre a abril según las condiciones climáticas y apta para mayores de 12 años, es una oportunidad inmejorable para adentrarse en los rincones más recónditos de la Patagonia argentina.
El Litoral argentino, con sus esteros, ríos y una fauna vibrante, ofrece un escenario distinto para las cabalgatas, donde la tradición guaraní y la cultura gaucha se fusionan con la exuberancia de la naturaleza.
Desde hace dos décadas, la familia Landgraf propone una inmersión auténtica en el campo correntino a través de la cabalgata "Troperos al Galope". Fernando Landgraf, guía y anfitrión, lidera esta travesía que parte de la Estancia La Rosita, a orillas del río Corriente, y se extiende por 150 km en cinco días y cuatro noches. El recorrido atraviesa las estancias La Amistad, Buena Vista y La Pelada, entre esteros, montes nativos, lagunas y el río, permitiendo avistar carpinchos, yacarés, venados, zorros y una gran variedad de aves.
Un punto a favor de esta experiencia es el alojamiento en habitaciones con baño privado en cada estancia, con pensión completa, desterrando el recelo por la carpa. Con un gaucho cada tres jinetes y apta para mayores de 16 años, esta propuesta es una aproximación genuina a lo más vernáculo del campo argentino.
En los impresionantes Esteros del Iberá, una tradición guaraní cobra vida: el nado a caballo. Darío Gallardo, tercera generación de gauchos y criadores de caballos en Corrientes, es el alma mater de Gaucho Argentino y ofrece esta experiencia inmersiva. El plan, de cuatro días y tres noches, parte del Portal Carambola de Concepción de Yaguareté Corá, con alojamiento en carpas provistas por la organización y todas las comidas incluidas.
Esta cabalgata es apta incluso para jinetes sin experiencia, ya que cuentan con caballos mansos y la posibilidad de recibir niños (previa consulta de edad). Por otro lado, Omar Rojas, un baqueano nacido y criado en Concepción, propone un plan similar cuando los niveles de agua lo permiten, llegando a caballo y a nado al refugio de Iberá Ruguá, en conjunto con Alondra-í. Esta opción es válida para mayores de 14 años y está disponible de septiembre a abril.
El Noroeste argentino, con sus paisajes de contrastes entre quebradas rojizas, valles verdes y la exuberancia de las yungas, es un escenario de belleza singular para las cabalgatas.
Elena Cataldi y su hija, Clara Estrugramou, dos salteñas amantes de los cerros y miembros de la Comisión de Marchas y Cabalgatas de la ACCC (Asociación de Criadores de Caballos Criollos), lideran Cerro Adentro. Su propuesta es adentrarse en los increíbles paisajes del norte argentino a lomo de caballos criollos, conectando con la naturaleza, la historia y la rica cultura de la región. Las acompañan otras mujeres y amigas de la familia, como Cecilia Cataldi, veterinaria de caballos, lo que le da una impronta muy femenina y atenta a los detalles a sus salidas.
Ofrecen cabalgatas por la finca Los Yacones, en Lesser, y por las yungas de la Estancia Carahuasi, en Guachipas. Las salidas pueden ser con fecha fija (dos noches) o experiencias personalizadas a medida para grupos (mínimo seis personas), de uno o varios días, con campamento en la montaña. Se encargan de diseñar los recorridos, proveyendo carpas y comidas. Incluso tienen una tienda online con indumentaria sugerida para una experiencia completa. La época recomendada es de abril a noviembre, evitando la temporada de lluvias.
La provincia de Buenos Aires, con sus sierras y la extensa costa atlántica, también ofrece opciones para disfrutar de las cabalgatas, combinando paisajes serranos con la brisa marina.
En Tandil, la Reserva del Tigre, un lugar recuperado de una antigua cantera, es el escenario de las cabalgatas de Gabriel Barletta, un experimentado jinete local. Estas salidas se organizan por la tarde y culminan al caer el sol con un fogón, donde se comparten historias, música de guitarra y licores artesanales elaborados con especies de la región.
La Reserva del Tigre abarca 142 hectáreas de paisaje serrano, con el Cerro Venado como su punto más alto (389 m). Durante el recorrido, se realiza un reconocimiento de la vegetación y las características del sitio, y desde lo alto, la vista de la ciudad es inmejorable. Esta experiencia es de dificultad fácil y apta para todos los públicos.
En Centinela del Mar, la estancia San Eustaquio, de la familia Pavlovsky, ofrece una propuesta única para los amantes de los caballos árabes de raza. Andy Pavlovsky, criador de esta raza en el Haras San Andrés del Moro, fundado por su padre en 1976, y su hija Mora guían cabalgatas a orillas del mar a través de Andora.
La particularidad de estas cabalgatas radica en la utilización de caballos árabes, por lo que se recomienda tener experiencia previa. El programa "Moro Famoso" dura cuatro días y tres noches con pensión completa, recorriendo 40 kilómetros de costa entre médanos y la orilla, con secciones para ir al paso, trote o galope. Durante la travesía, se pueden encontrar restos fósiles y vestigios de vajilla inglesa de antiguos naufragios. También se cruzan tranqueras, riachos y lagunas. Las salidas fijas son de marzo a noviembre, el segundo y cuarto jueves de cada mes. Además, ofrecen la opción "Fugitivo", una cabalgata de tres horas por la playa, disponible sábados, martes y jueves de 17 a 20 horas (de diciembre a febrero), con una edad mínima de 12 años.
Argentina esconde caminos que evocan proezas históricas y desafíos naturales, perfectos para quienes buscan una experiencia más exigente y trascendental a caballo.
Con veinte años de experiencia organizando cabalgatas, Nicolás Paz Posse y su consolidado equipo proponen una inmersión de cuatro días en los cerros tucumanos. La travesía arranca junto a un puente sobre el río Grande, en El Siambón, y se adentra por zonas de quebrada, cruces de río y ascensos con vegetación tupida. La primera noche se pasa en el puesto de la familia Rasguido, en Anfama.
La segunda y tercera noche se disfrutan en la acogedora Hostería Las Queñuas, en San José de Chasquivil, desde donde se exploran los alrededores. El regreso, el cuarto día, incluye un paso por La Hoyada, donde se unen dos ríos, y la estancia Sauce Yaco, culminando en el hotel La Pedrera en Raco. Ideal para quienes buscan la calma conjunción de caballos y cerros, desconectando del bullicio.
Revivir la epopeya del General José de San Martín es posible a través de la cabalgata del Cruce de los Andes, una travesía de siete días y seis noches por el mismo camino que emprendió el Libertador desde Chile a San Juan. Si bien varias agencias ofrecen el cruce, la mayoría llega solo hasta el límite, ya que atravesar la frontera implica una logística compleja, especialmente con los caballos que no están habilitados para pasar.
Con más de 20 años de trayectoria, el ingeniero Eduardo Finkel, de Pioneros Cabalgatas, coordina y guía este cruce binacional, que realiza tres o cuatro veces por verano. No es un viaje para cualquiera; se recomienda experiencia previa en cabalgatas de largo aliento y durmiendo en carpa, ya que las jornadas superan las siete horas al paso. El punto de encuentro es en la ciudad de Los Andes, Chile, donde se ajustan los últimos detalles y se recibe la charla motivacional. Al día siguiente, se traslada en camioneta hasta el puesto Los Patos en el valle de Putaendo, donde San Martín llegó en 1817.
El circuito propuesto por Finkel es idéntico al del Libertador, pero en sentido contrario, para favorecer la adaptación a la altura. Se asigna un caballo o mula, ideal para la montaña, y se conoce a los baqueanos. Después de los trámites migratorios de salida de Chile y el almuerzo, se inicia la cabalgata. Cada jinete lleva su bolsa de dormir y unos 10 kilos de carga en alforjas, además de dos botellitas de agua. Cualquier bolso extra es trasladado por las mulas con el cargamento general (alimento, carpas, etc.). Tras unas cinco horas, se llega al campamento La Romancita para la primera noche. La comida es abundante, con carne a la parrilla, guisos, pizza y sándwiches, y no falta el vino.
El segundo día, tras unas ocho horas de cabalgata con ascensos entre guanacos y cóndores, se llega a un puesto carabinero de Chile. El cansancio y el polvo se hacen sentir. El armado y desarmado de las carpas está a cargo de los jinetes, y no hay baños, solo la intimidad de la naturaleza. El tercer día bordea el río Rocín hacia la frontera, a 3.850 msnm, en el paso de Valle Hermoso. Un hito con bustos de San Martín y O'Higgins marca el límite, donde se cambian los caballos y baqueanos chilenos por los argentinos. Después del almuerzo, bordeando el río Los Patos, se divisa el cordón de La Ramada y el imponente Cerro Aconcagua, llegando a Valle Hermoso para pasar la tercera y cuarta noche. El día libre es ideal para reponer fuerzas y disfrutar de un baño en el arroyo.
El quinto día se bordea el río Los Patos, que acompaña el vasto y hermoso valle, hasta llegar al penúltimo campamento, Gallardo. El sexto día, los ascensos son más pronunciados y complicados para los animales, como El Espinacito (4.476 msnm). Los descensos también son exigentes para las rodillas de los jinetes. La última noche se pasa en Peñón Colorado, donde, después de muchos días de solo piedra, se encuentra más vegetación. El séptimo día, se cabalgan cuatro horas hasta la meta, un campo en Las Hornillas, Calingasta, San Juan, donde se celebra el logro con un almuerzo y gaseosas frescas. En vehículo, se llega a Gendarmería de Barreal para los trámites migratorios, después de una semana sin wifi ni señal de celular. Finalmente, el grupo se traslada a Uspallata para alojarse en un hotel céntrico. Esta expedición se realiza solo entre enero y febrero y es una experiencia de vida trascendental.
A más de 50 años de la tragedia aérea de los rugbiers uruguayos, una travesía conmovedora conduce al santuario donde aún yacen restos del fuselaje en El Sosneado, Mendoza. Esta experiencia, que se puede realizar a caballo o en trekking, comienza temprano. Se recomienda pernoctar la noche anterior en San Rafael. En vehículo, se ingresa al valle del Atuel Superior, ascendiendo 50 km de camino secundario hasta el viejo hotel termal abandonado. Desde allí, se llega al Puesto Araya, donde esperan los caballos y los guías baqueanos.
La cabalgata inicia con el cruce del río Atuel y el ingreso al valle de las Lágrimas. Tras unas cuatro horas a caballo, se arriba al campamento El Barroso, donde la tarde es libre y se duerme en carpa. Al día siguiente, se llega al lugar del impacto del avión, a 3.600 msnm, entre glaciares y lagunas. La energía del lugar es muy especial y conmovedora. Después de un momento de recogimiento y el almuerzo, se regresa a El Barroso para pasar la noche. El último día, se desciende a caballo hasta el Puesto Araya y se regresa a El Sosneado en vehículo. La edad mínima es de 13 años, aunque puede haber excepciones.
La Patagonia andina, con sus bosques, lagos y montañas, es un destino emblemático para las cabalgatas, y cuenta con guías pioneros que han dedicado su vida a mostrar la belleza de la región a caballo.
Carol Jones, descendiente del texano Jarred Jones, quien llegó a la zona del Nahuel Huapi en 1889, es una figura emblemática en el turismo ecuestre de la Patagonia. Criada en la Estancia Nahuel Huapi, en las proximidades de Bariloche, Carol Jones Cabalgatas lleva su nombre y es reconocida por sus travesías a caballo por el Parque Nacional Nahuel Huapi desde 1985.
Ofrece salidas por el día, disponibles todo el año, y travesías de dos o más días de duración, que se ofrecen de noviembre a abril para grupos de hasta ocho personas. Se atraviesan senderos de montaña, valles, ríos, lagos y bosques de lenga y ñires sobre caballos criollos, con monturas cangallas cubiertas por cueritos de oveja. El pernocte es en carpas para dos personas, y las comidas son abundantes y muy ricas, acompañadas de vino. Es una forma ideal de descubrir una de las caras menos conocidas y más increíbles de Bariloche.
Elegir la cabalgata adecuada depende de varios factores, incluyendo el nivel de experiencia del jinete, la dificultad deseada, la duración de la travesía y el tipo de paisaje que se desea explorar. Es fundamental investigar y comunicarse con los operadores para asegurarse de que la propuesta se ajuste a las expectativas y habilidades individuales.
Independientemente de la elección, estas cabalgatas prometen una conexión profunda con la naturaleza, la cultura y las tradiciones argentinas. Son más que un viaje; son una inmersión en la vida rural, una oportunidad para desconectar y recargar energías, y una vivencia que quedará grabada en la memoria por mucho tiempo.