Por Agroempresario.com
El limón, ícono del agro argentino y motor de economías regionales como la de Tucumán, atraviesa una fase de leve recuperación tras una prolongada crisis provocada por la sobreoferta global y la caída de precios. Con un panorama internacional más favorable, el sector citrícola vuelve a mirar con esperanza el futuro, aunque advierte que aún quedan desafíos estructurales por superar para consolidar su repunte.
Durante las últimas dos décadas, el limón fue uno de los grandes protagonistas del crecimiento agroindustrial argentino. Con Tucumán como epicentro productivo, el país llegó a convertirse en el principal exportador mundial de derivados del limón, incluyendo aceites esenciales, jugos concentrados, cáscaras deshidratadas y fruta fresca. Este éxito posicionó al limón como una fuente clave de divisas y empleo.
Sin embargo, ese auge sufrió un abrupto freno hace cinco años. La expansión de la producción en países competidores como Sudáfrica, España y Turquía saturó el mercado mundial, lo que derivó en una sostenida caída de precios, sobre todo en los productos industriales. Como consecuencia, miles de hectáreas fueron abandonadas o reconvertidas en otras zonas productivas del país.
Este año, las condiciones climáticas y económicas en los países competidores generaron una merma en su oferta exportadora, lo que dio un respiro a los precios internacionales. En este contexto, las exportaciones argentinas de limón fresco comenzaron a mostrar señales de recuperación, especialmente hacia Europa.
“Las exportaciones de fruta fresca están mejor que el año pasado. Se está recuperando el mercado de la Unión Europea gracias a la caída de producción en España y Turquía”, afirmó José Carbonell, presidente de Federcitrus. Según detalló, ya hay cerca de 100.000 toneladas comercializadas, entre lo ya exportado, lo que está en tránsito y lo que se encuentra listo para embarcar.
La paradoja del momento es que, si bien la demanda y los precios mejoraron, la producción nacional será inferior a la del año pasado. Según Carbonell, la merma rondará el 10 % y se explica por dos factores clave: el abandono de entre 12.000 y 15.000 hectáreas debido a la crisis de precios, y las fuertes heladas del invierno pasado que afectaron gravemente a muchas fincas en Tucumán.
Pese a la menor oferta, los precios de los derivados industriales también comenzaron a recuperarse. El aceite esencial de limón cotiza entre US$12 y US$14 por kilo en el mercado spot, mientras que el jugo concentrado se comercializa a US$1700/US$1800 la tonelada, más del doble de los valores mínimos alcanzados en los peores años de crisis. La cáscara seca también muestra precios al alza, ubicándose entre US$1300 y US$1400 la tonelada.
Carbonell destacó que estos valores permiten vislumbrar una rentabilidad razonable, especialmente para los productores no integrados. “Si se mantiene esta tendencia, podríamos tener una zafra más equilibrada”, señaló.
Históricamente, el 70 % de la producción argentina de limones se destinó a la industria, el 20 % a la exportación en fresco y el 10 % al mercado interno. Sin embargo, el actual contexto podría modificar ese esquema.
“Hay más demanda y mejores precios para la fruta fresca, así que eso puede reducir la molienda”, explicó Carbonell, anticipando un posible cambio en los destinos de comercialización. Con una producción total estimada en 1.650.000 toneladas, el crecimiento de la exportación podría llevar a que hasta el 90 % de la fruta se destine a mercados internacionales.
Pese a las buenas noticias, desde el sector insisten en que se requiere un entorno macroeconómico más previsible y competitivo para sostener el crecimiento. “Competimos con salarios más bajos en Sudáfrica, fletes más cortos desde España, subsidios en Europa. La competitividad es nuestro punto débil”, reconoció Carbonell.
El dirigente también remarcó que el problema no se resuelve solo con un tipo de cambio favorable. “Necesitamos una macroeconomía sólida y políticas que apoyen a las economías regionales”, concluyó.
Por su parte, Roberto Sánchez Loria, presidente de la Asociación de Citrus de Tucumán, coincidió en que el sector atraviesa una etapa de recomposición, pero remarcó que aún es insuficiente para revertir el deterioro acumulado.
“Venimos de una etapa muy complicada, con precios industriales muy bajos. Lo que necesitamos ahora es recomponer paso a paso una rentabilidad razonable para toda la cadena”, explicó. Según el dirigente, el proceso será lento porque se trata de un cultivo plurianual. “No es fácil entrar o salir del negocio. Las decisiones deben tener continuidad”, agregó.
Sánchez Loria recordó que la crisis fue consecuencia de un desbalance entre la oferta y la demanda global: “Hubo un salto muy grande en la producción mundial, especialmente en Sudáfrica, España y Turquía. Eso generó una sobreoferta que el mercado no logró absorber”.
Ambos referentes coincidieron en que el reordenamiento del mercado mundial será clave para lograr una recuperación duradera del sector. “Estamos buscando una nueva relación entre oferta y demanda que haga sostenible la actividad en el tiempo. Ese proceso está en marcha, pero no va a ser inmediato”, afirmó Sánchez Loria.
Además, subrayó la necesidad de políticas nacionales que contribuyan a mejorar la competitividad: “Tenemos que mejorar nuestros rindes, calidad y eficiencia industrial. Pero también necesitamos una macroeconomía estable, sin inflación ni tipos de cambio múltiples”, concluyó.