Por Agroempresario.com
Japón ha dado un paso gigante en la lucha contra la contaminación plástica global. Un equipo de investigadores ha desarrollado un plástico ecológico que tiene la asombrosa capacidad de disolverse en agua de mar en cuestión de horas. Esta innovación, que llega en un momento crítico donde las proyecciones indican que para 2050 podríamos tener más plásticos que peces en el mar, representa una potencial solución a uno de los desafíos ambientales más apremiantes de nuestro tiempo.
Tradicionalmente, los plásticos biodegradables han sido objeto de experimentación, pero la velocidad de descomposición y la ausencia de residuos residuales que ofrece este nuevo material son lo que lo distingue. Investigadores del Centro RIKEN para la Ciencia de la Materia Emergente y la Universidad de Tokio afirman que su creación se descompone de forma mucho más rápida y limpia. En una demostración en el laboratorio de Wako, cerca de Tokio, un pequeño trozo de este plástico desapareció en un recipiente con agua salada tras ser agitado durante solo una hora.
Aunque los detalles sobre su comercialización aún no se han hecho públicos, el director del proyecto, Takuzo Aida, ha confirmado que la investigación ha generado un considerable interés, incluso en el crucial sector de los envases. Esta expectación es un reflejo de la urgencia global por encontrar soluciones innovadoras a la creciente crisis de los residuos plásticos, un esfuerzo que se refuerza con campañas de concienciación como el Día Mundial del Medio Ambiente.
Las cifras son alarmantes: el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente predice que la contaminación por plásticos se triplicará para el año 2040, lo que implicaría que entre 23 y 37 millones de toneladas métricas de residuos se verterán anualmente en los océanos del mundo. Ante este panorama, Aida resalta la responsabilidad de la comunidad científica: “Los niños no pueden elegir el planeta en el que vivirán. Es nuestro deber como científicos asegurarnos de que les dejamos el mejor entorno posible”.
Lo que hace aún más notable a este nuevo material es su resistencia, comparable a la de los plásticos convencionales derivados del petróleo. Sin embargo, su característica clave es que se descompone en sus componentes originales al ser expuesto a la sal. Estos componentes pueden ser posteriormente procesados por bacterias naturales, evitando la generación de microplásticos que tanto daño causan a la vida acuática y a la cadena alimentaria.
La sal no es el único agente de descomposición; el material también se desintegra en el suelo. Un trozo de unos cinco centímetros puede desaparecer en tierra en poco más de 200 horas. Según Aida, el material puede utilizarse como plástico común siempre que esté recubierto, y el equipo está actualmente centrado en optimizar los métodos de recubrimiento. Además, este plástico ecológico es no tóxico, no inflamable y no emite dióxido de carbono, lo que subraya su perfil ambientalmente amigable.