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Por Agroempresario.com
En un contexto de apertura económica y políticas de incentivo a las importaciones, la Argentina ingresó 4717 toneladas de carne vacuna entre enero y abril de 2025. Según datos del sector frigorífico, este volumen —valuado en US$18,7 millones— fue adquirido mayoritariamente desde Brasil, seguido por Paraguay y Uruguay. La decisión generó controversia en parte del sector productivo local, aunque referentes del rubro aseguran que el impacto es mínimo respecto al consumo interno.
Los datos obtenidos por la industria frigorífica indican que el 73,25% del total importado corresponde a carne brasileña, con 3455 toneladas de carne enfriada y congelada, por un valor de US$13,9 millones. Desde Paraguay, se trajeron 790 toneladas por US$3,126 millones, mientras que Uruguay aportó 473 toneladas por US$1,659 millones.
El volumen importado representa apenas una fracción frente al consumo nacional: entre enero y abril, el mercado interno demandó 761.800 toneladas res con hueso, lo que convierte la operación en marginal. Aun así, en la industria reconocen que la estrategia apunta a incidir en los precios internos, que registraron subas en los últimos meses.
Entre las empresas que lideran las compras se destaca Swift, del grupo brasileño Minerva Foods, que importó aproximadamente 1200 toneladas mensuales desde febrero. Esta carne fue destinada principalmente a elaboración de hamburguesas y venta en supermercados, a precios significativamente inferiores respecto de los costos locales: por ejemplo, carne para hamburguesa ingresó US$700 más barata por tonelada, mientras que cortes como nalga para milanesa llegaron US$1000 por tonelada por debajo de su equivalente nacional.
Según el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), hasta la fecha ya se autorizaron 5308 toneladas importadas, por encima del volumen informado por la industria, aunque ambos registros coinciden en que Brasil es el principal origen.
Uno de los aspectos más sensibles del tema tiene que ver con la cuestión sanitaria. Mientras la Patagonia sigue prohibiendo el ingreso de carne con hueso proveniente de regiones con vacunación contra aftosa, como ocurre en gran parte del país, Brasil fue recientemente declarado libre de aftosa sin vacunación por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA). Esto habilita a empresas brasileñas a enviar carne a la Patagonia, una zona históricamente protegida por su estatus sanitario.
El Gobierno nacional, tras la oposición de gobernadores patagónicos y entidades rurales, prorrogó por 60 días la medida que permitiría el ingreso de carne con hueso a esa región desde zonas que aún se vacunan. Mientras tanto, importadores sin planta frigorífica local, principalmente desde Brasil, estarían colocando cortes bajo la barrera sanitaria patagónica, aprovechando el nuevo estatus de su país de origen.
Desde la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra), su presidente Miguel Schiariti minimizó el efecto de las importaciones: “Se está importando carne, pero 4700 toneladas es absolutamente despreciable. No tiene ninguna trascendencia económica”, sostuvo. “Es un detalle que realizan unos pocos frigoríficos brasileños que operan en la Argentina”, agregó.
También mencionó que este tipo de operación no es novedosa: “Hace años se importa carne para productos elaborados como hamburguesas, o asado desde Uruguay”. Y reiteró que el impacto en la economía local es ínfimo, sin capacidad de alterar la producción, precios ni calidad del producto nacional.
Por su parte, el consignatario de hacienda y ex director nacional de Producción Animal, Belisario Castillo, valoró la medida: “Me parece bien que se importe asado si ayuda a estabilizar los precios internos. Es un cambio de cultura que ya atravesaron los sectores avícola y porcino”, opinó.
A su vez, Castillo destacó que el ingreso de carne extranjera pone en evidencia los desafíos de competitividad del sector cárnico argentino, y llamó a revisar cuestiones estructurales: “Esto no se resuelve ajustando el tipo de cambio, sino eliminando retenciones residuales, bajando cargas laborales y reduciendo costos logísticos”.
Agregó que la industria debe pasar de una lógica defensiva a una ofensiva con políticas que fortalezcan toda la cadena: “Necesitamos herramientas que nos vuelvan competitivos a nivel local e internacional”.
En 2024, la Argentina exportó carne vacuna por US$2972,2 millones, un 8,6% más en valor que en 2023, consolidando su posición como proveedor global. Aun así, el ingreso de carne a precios más bajos del exterior abre un nuevo debate sobre el equilibrio entre cuidar la producción nacional, garantizar precios accesibles al consumidor y sostener estándares sanitarios.
La discusión sobre el ingreso de carne brasileña a zonas libres de aftosa sin vacunación, como la Patagonia, seguirá abierta. Mientras tanto, el Gobierno parece decidido a mantener la importación como herramienta para presionar a la baja los precios internos, sin dejar de lado los controles sanitarios y el diálogo con los actores del sector.
