Por Agroempresario.com
El mercado inmobiliario rural argentino muestra una recuperación notable desde fines de 2023, con un ritmo sostenido en la compraventa de campos que refleja optimismo entre inversores y productores. Sin embargo, un obstáculo legal —la situación confusa de la Ley de Tierras— sigue siendo un punto de tensión para el ingreso de capital extranjero. En esta nota, exploramos el contexto actual, las perspectivas del sector y los principales factores que afectan la dinámica de inversiones.
Desde el último trimestre de 2023, la actividad en el mercado de campos argentinos ha crecido con fuerza. Según Juan José Madero, director de la División Campos de LJ Ramos Brokers Inmobiliarios, “el mercado está con movimiento sostenido. Hoy la carrera ya se largó, con el circuito un poco más limpio”.
Mariano Maurette, responsable de Campos de Álzaga, Unzué y Cía., coincide en que la compraventa sigue “firme y activa”, incluso en un contexto político marcado por la cercanía de las elecciones. La demanda no se detiene y no parece influenciada negativamente por el clima electoral, lo que sugiere una confianza mayor en el futuro económico.
El dinamismo se percibe en la forma en que los inversores recorren y comparan opciones, buscando proyectos que se adapten a sus necesidades. Madero identifica tres perfiles principales: productores que buscan expandirse, aquellos que cambian su estrategia vendiendo y comprando nuevos campos, y personas externas al agro que buscan la tierra como refugio de valor.
El fortalecimiento del mercado rural responde a varios factores. La expectativa de estabilidad económica y una política más amigable hacia el sector agropecuario generan confianza. La flexibilización del cepo cambiario también facilita las operaciones y el ingreso de capitales, algo clave en un mercado que depende en gran medida de la inversión externa.
Maurette subraya que el actual Gobierno muestra “voluntad de acompañar al agro con políticas más amigables”, lo que ha sido un impulso para que los inversores vuelvan a apostar por el campo argentino. “El campo esperó mucho tiempo un Gobierno que dé señales de ser amistoso con el sector”, señala.
En la zona núcleo agrícola, los valores por hectárea se mantienen altos y la demanda supera a la oferta. Los precios rondan entre US$18.000 y US$20.000 por hectárea, y muchas veces las tierras son adquiridas directamente por vecinos. En cambio, en campos ganaderos o mixtos, la oferta es mayor y la demanda más selectiva, aunque constante.
Respecto al mercado de alquileres, tanto en agricultura como en ganadería, los valores se sostienen con una buena demanda en todo el país. Este indicador funciona como un termómetro para medir la salud del mercado rural.
Si bien la Pampa Húmeda continúa siendo la zona más cotizada, la mejora del mercado ya alcanza regiones tradicionalmente más tranquilas, como el NOA y el NEA. Madero destaca que “la onda expansiva de la mejora del mercado está llegando a zonas que estaban muy quietas”.
Una de las mayores limitaciones para la inversión en tierras argentinas es la incertidumbre legal que genera la Ley de Tierras. Esta ley limita la compra por parte de extranjeros, pero fue derogada por decreto presidencial en 2023, lo que abrió expectativas. Sin embargo, el Senado rechazó ese decreto y la Cámara de Diputados no llegó a tratarlo, manteniendo la norma vigente.
Además, un conflicto judicial vinculado a un amparo presentado por excombatientes de Malvinas complica aún más la situación. La causa llegó a la Corte Suprema, que aún no se expidió. Mientras tanto, el Registro Nacional de Tierras Rurales continúa cerrado, lo que genera una “situación sumamente confusa” para inversores internacionales.
Madero explica que el inversor extranjero está interesado y realiza consultas, pero esta incertidumbre legal lo frena. “El inversor extranjero no compite con el productor argentino. Suele mirar zonas marginales, donde al productor local le cuesta llegar. No se lleva la tierra, invierte, produce, da trabajo y paga impuestos. Está con ganas de volver, pero lo sacaron de la cancha”, concluye.
El mercado inmobiliario rural argentino muestra señales claras de reactivación, con operaciones concretas, valores estables y un contexto político y económico más favorable. No obstante, para consolidar esta tendencia, será fundamental destrabar la cuestión normativa que afecta la llegada de capitales extranjeros.
El sector espera una definición clara que permita despejar dudas y atraer nuevamente a inversores internacionales, un segmento que aporta recursos, empleo y tecnología.