Por Agroempresario.com
En un contexto económico y político tensionado, el economista Carlos Melconian advirtió que la Argentina no está en condiciones de sostener el valor actual del dólar oficial sin poner en riesgo su estabilidad financiera. Durante una entrevista en Radio Rivadavia, Melconian sostuvo que el país atraviesa una “anomalía” desde agosto de 2022 al mantener reservas netas negativas, y criticó duramente tanto la gestión económica como la polarización política.
“Argentina tiene un problema de falta de reservas, de enfrentamiento de la deuda futura y uno muy importante de competitividad. No está hoy para tener el dólar que tiene. Puede tenerlo algún día cuando haya hecho las reformas. Hoy estamos malgastando dinero a este valor del dólar”, expresó el ex presidente del Banco Nación.
La crítica de Melconian no se limitó al plano económico. También apuntó a la fragmentación política: “El país está muy dividido: unos son eufóricos y otros tiran basura. Ese es el formato de corto plazo, lamentablemente. Pero el fondo es mirar a dónde estamos yendo política y económicamente. Y ahí tenemos un problema”.
En su análisis, Melconian destacó que las reservas del Banco Central siguen siendo negativas, más allá de las maniobras contables y financieras utilizadas para disimularlo. “Comete el error de hablar de USD 38.000 o 40.000 millones de reservas. Eso no es cierto”, sentenció.
Coincidiendo con colegas como Domingo Cavallo y Miguel Ángel Broda, subrayó que la política cambiaria actual no refleja un mercado genuinamente libre: “El tipo de cambio hoy no es de flotación de mercado libre. Primero, porque sigue el cepo, y segundo, porque está faltando un gran demandante, que es el propio gobierno”.
Melconian, que se define como “un flotador, un hombre del libre mercado”, sostuvo que el proceso actual no puede sostenerse sin una reforma de fondo que incluya una verdadera apertura y reconstrucción institucional. “Me pone muy contento que economistas que eran casi voceros del gobierno están mostrando su sana preocupación por el tema de las reservas”, agregó.
En lo político, el economista criticó la confrontación constante entre facciones. “Hay que terminar con esto, que no va a ningún lado: la división, el odio. Para los que no estamos en eso, es agobiante”, señaló.
También se refirió al papel del presidente Javier Milei como outsider: “Sirve para patear el hormiguero. Yo no estoy en condiciones de decir si la solución se encontraba de otra manera. Pero hay que reconstruir, saber qué viene después de que pateaste el hormiguero”.
Para Melconian, la única salida posible es que el actual sea un gobierno de transición que “plantee la bandera fiscal”, aunque más adelante se debate si la estrategia es de “motosierra o licuadora”.
El economista fue claro al decir que la competitividad no debe limitarse a sectores como el petróleo, el gas, la minería o el agro: “No se trata de que el valor del dólar sea suficiente para esos negocios y el resto que se joda”.
Sobre los intentos de bajar precios por vía de importaciones, fue escéptico: “A mí también me gusta la pilcha y no me gusta que esté tan cara. Pero hay que empezar en salita roja y terminar en Harvard. El proceso de 2016 empezó en Harvard y terminó en salita roja”.
Además, criticó la búsqueda de financiamiento externo sin un respaldo estructural: “Si el gobierno dice que no faltan dólares, ¿por qué quiere colocar USD 1.000 millones por mes? Las reservas se fortalecen cuando haces menos pagos y te queda algo”.
Finalmente, Melconian dejó una reflexión que resume su postura crítica, pero no destructiva: “Yo soy partidario de que el tipo de cambio valga lo que tenga que valer, pero en un proceso de convergencia integral”. Y enfatizó la necesidad de diálogo y pluralismo: “Esto se solucionaría si el presidente y el ministro de Economía se sientan en forma civilizada a hablar con quienes no están de acuerdo con él”.
Recalcó que no se trata de estar “a favor o en contra”, sino de construir un modelo sostenible, basado en reglas claras, apertura, responsabilidad fiscal y un marco político que no ahogue el debate.