Por Agroempresario.com
El crecimiento económico de Brasil continúa, aunque con señales claras de desaceleración. Según datos recientes publicados por el Banco Central, el Producto Interno Bruto (PIB) del país sudamericano avanzó un 0,2% en abril respecto al mes anterior, impulsado principalmente por el dinamismo del sector servicios, que representa alrededor del 70% de la actividad económica.
Este incremento mensual, aunque positivo, revela una pérdida de velocidad en comparación con el 0,8% registrado en marzo. La desaceleración fue causada, en gran medida, por la retracción en los sectores agropecuario e industrial, que cayeron un 0,9% y un 1,1% respectivamente. A pesar de este retroceso, el sólido desempeño del sector servicios logró mantener el crecimiento general en terreno positivo.
El Índice de Actividad Económica (IBC-Br), utilizado como indicador adelantado del PIB, mostró que en el trimestre móvil finalizado en abril, la economía creció un 1,8%. Esto representa una moderación frente al crecimiento del 2,5% observado en el trimestre cerrado en marzo.
En comparación interanual, el avance fue más robusto: un 2,5% más que en abril de 2024, mientras que el acumulado de los primeros cuatro meses del año muestra un crecimiento del 3,5%. En términos anuales, el avance fue del 4% en los últimos doce meses hasta abril.
Desde el Banco Central señalaron que los resultados de abril aún se alinean con las previsiones oficiales. Para 2025, se espera que la economía brasileña crezca un 2,4%, cifra coincidente con las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y analistas del sector financiero, quienes proyectan un avance del 2,2%.
La tendencia sugiere que Brasil atraviesa una fase de crecimiento moderado luego de años de expansión sólida. En 2024, el PIB creció un 3,4%, consolidando una racha de cuatro años consecutivos de crecimiento: 3,2% en 2023, 3,0% en 2022 y 4,8% en 2021.
Los expertos coinciden en que el sector servicios seguirá siendo el motor principal de la economía brasileña. Su resiliencia no sólo amortigua las caídas en otras áreas, sino que también contribuye a sostener el empleo y la demanda interna. Dentro del sector se destacan actividades como comercio, transporte y tecnología de la información.
Por el contrario, la contracción del agro y la industria plantea desafíos estructurales. En el caso del sector agropecuario, los factores climáticos y la caída en la demanda internacional explican parte de la baja. En la industria, la inflación de insumos y la menor inversión han limitado la capacidad de producción.
A nivel político, el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva se ha comprometido a mantener políticas fiscales responsables, al tiempo que incentiva la inversión pública en infraestructura, educación y energía renovable. Estas medidas buscan apuntalar un crecimiento sostenible y con inclusión social.
Analistas también advierten sobre la necesidad de avanzar en reformas estructurales que mejoren la competitividad y reduzcan la dependencia del sector servicios. Si bien es el soporte actual del crecimiento, un desequilibrio prolongado podría limitar el potencial económico del país a mediano plazo.
Por ahora, los datos de abril confirman que Brasil sigue creciendo, pero a un ritmo más moderado. El desafío para el segundo semestre del año será sostener este crecimiento en un contexto global de incertidumbre y con sectores clave aún en recuperación.