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Por Agroempresario.com
En medio de un creciente volumen de importaciones de carne porcina, la Federación Porcina Argentina (FPA) encendió las alarmas por la entrada al país de cortes provenientes de Brasil que contienen ractopamina, un aditivo promotor de crecimiento prohibido en más de 160 países. La denuncia, realizada por el dirigente Daniel Fenoglio durante un evento de la Mesa de las Carnes, apunta a una competencia desleal que pone en jaque a la producción nacional porcina y que, según el sector, debería ser detenida de manera inmediata por las autoridades sanitarias y regulatorias de la Argentina.
La ractopamina es un aditivo que permite acelerar el desarrollo de carne magra en los animales, reduciendo tiempos y costos de producción. Aunque no está asociada a riesgos para la salud humana —según diversas agencias regulatorias—, su uso ha sido vetado en mercados clave como la Unión Europea, China y Rusia, debido a preocupaciones sobre bienestar animal y residuos químicos. En Argentina, el uso de ractopamina está prohibido desde 2006 para la producción local, pero todavía se permite su ingreso mediante cortes importados.
“El hecho de que no podamos usarla nosotros, pero sí está permitida en productos que vienen de afuera, genera un desbalance productivo e impositivo, que nos deja en desventaja frente a cortes más baratos que ingresan con un menor costo de producción”, afirmó Fenoglio, quien sostuvo que esta situación pone en riesgo la sustentabilidad del sector porcino argentino. “Brasil no exporta a China o Europa con ractopamina. Lo hace solo con Argentina y Uruguay, porque nuestra normativa lo permite”, agregó.
El crecimiento del consumo interno de carne porcina en los últimos años ha sido uno de los motores clave del desarrollo del sector en Argentina. De hecho, 2025 se perfila como un año con un aumento de más del 5% en la producción local, según estimaciones de la FPA. Sin embargo, el fuerte incremento en las importaciones, particularmente desde Brasil, amenaza con desbalancear la ecuación económica.
Según datos oficiales, en mayo de 2025 ingresaron al país 5.647.790 kilos de carne porcina, de los cuales el 94,95% provino de Brasil (equivalente a 5.367.000 kilos netos). En el acumulado entre enero y mayo, las importaciones totalizaron 25.756.975 kilos, por un valor aproximado de US$77,7 millones. Este volumen, aseguran desde la federación, ya supera los registros anuales de años anteriores y se acerca a los picos históricos de las décadas pasadas.
“La gran mayoría de esta carne viene de Brasil, y mucha de ella es producida con ractopamina, que aquí está prohibida. Estamos frente a una clara competencia desleal”, remarcó Fenoglio. Para el dirigente, el primer paso debe ser la derogación de la resolución que autoriza el ingreso de carne con este aditivo: “Es una decisión administrativa que podría tomarse rápidamente. No requiere una ley, sólo voluntad política”, afirmó.
La producción porcina en Argentina enfrenta múltiples desafíos estructurales, más allá de la competencia de las importaciones. Entre ellos, Fenoglio destacó el desequilibrio impositivo: mientras que el IVA para la carne de cerdo es del 10,5%, la mayoría de los insumos tributan al 21%, generando saldos a favor que no se recuperan fácilmente. “Esto implica un sobrecosto permanente para quienes quieren invertir o expandir su producción”, explicó.
Además, el sector impulsa un plan sanitario de erradicación del virus de Aujeszky, una enfermedad endémica que afecta al rodeo porcino. Este programa será financiado con fondos del propio sector, ya que —según Fenoglio— el Estado “no tiene recursos para sostenerlo”. A esto se suma la necesidad de mejorar el acceso a mercados internacionales, para lo cual se requiere que más plantas frigoríficas argentinas obtengan habilitaciones sanitarias.
En términos de consumo, el sector trabaja activamente en la promoción de cortes que usualmente se destinan a la industria chacinadora, como la pata y la paleta, con el objetivo de estabilizar la demanda en períodos de baja estacional. “Todo se hace con recursos de los propios productores. No existe un instituto obligatorio como en otras carnes, y eso limita nuestra capacidad de promoción”, señaló Fenoglio.
Durante la misma jornada, también participó Francisco Do Pico, representante de la Cámara de la Industria de Chacinados y Carnes del Cerdo (Caicha), quien valoró la recuperación del consumo durante los primeros cinco meses del año. “El sector creció un 7,5% interanual, y tanto la carne fresca como los chacinados vienen mostrando un muy buen comportamiento”, destacó.
Do Pico subrayó además la reciente apertura del mercado de Filipinas para las exportaciones porcinas argentinas, lo cual se considera un paso estratégico. “El canciller ya anunció que todo está listo para la firma. Solo resta una visita presidencial”, anticipó. Además, coincidió con la FPA en que el monitoreo de las importaciones es esencial, sobre todo ante el crecimiento de más del 400% respecto del año pasado.
“Apoyamos el pedido de la Federación para eliminar el ingreso de carne con ractopamina. Es fundamental para garantizar condiciones equitativas y defender la producción nacional”, concluyó Do Pico.
Desde el sector porcino se remarcó que el tema fue elevado al Senasa y a otras dependencias del Gobierno, pero que todavía no hubo una respuesta oficial. Los productores esperan que se tome una decisión antes de que se profundice el impacto sobre el mercado local.
En un contexto de inflación contenida, bajos márgenes y aumento de los costos productivos, la capacidad de competencia frente a cortes extranjeros más baratos podría derivar en quiebras de pequeños y medianos productores, mayor concentración del mercado e incluso pérdida de empleo rural.
El reclamo es claro: prohibir la ractopamina en todas sus formas, incluyendo productos importados, y equiparar las normas sanitarias y de producción para todos los actores del mercado, sin excepciones.
