Por Agroempresario.com
En el marco del Ciclo Audiovisual “Villanos a Héroes” de Agroempresario.com, recibimos a Nicolás Otamendi, CEO y Co-Fundador de EIWA, en una entrevista exclusiva con Carlos Becco. Desde su experiencia como emprendedor hasta los desafíos tecnológicos del agro argentino, Otamendi repasó el camino de una startup agtech que nació con una idea poderosa: ayudar a los productores a tomar mejores decisiones integrando y ordenando todos los datos que genera el campo. En un contexto donde la información abunda pero pocas veces se utiliza con precisión, EIWA propone un cambio de paradigma que conecta tecnología, agronomía y rentabilidad.
La misión de EIWA es clara: ayudar a los productores a tomar decisiones más inteligentes, más precisas y más rentables. Para lograrlo, desarrollaron una tecnología que integra datos provenientes de máquinas agrícolas, imágenes satelitales, sensores climáticos, software de gestión económica, y registros de campo, generando así diagnósticos de rentabilidad y estrategias agronómicas personalizadas.
“Así como hay 40 millones de hectáreas en Argentina, hay 40 millones de películas distintas guardadas en esos suelos”, explicó Otamendi. “Pero la mayoría de las decisiones aún se toman con la misma lógica de hace una década: promedios, intuición y experiencia, desaprovechando millones de datos ya existentes”.
EIWA surgió a partir de una observación concreta: los datos están, pero no están organizados, integrados ni estandarizados. Esto genera una brecha crítica entre lo que se sabe y lo que realmente se aplica. Como ejemplo, Otamendi contó el caso de un productor de 10.000 hectáreas de maíz: “En promedio, los números eran positivos. Pero al analizar lote por lote, 3.500 hectáreas generaron pérdidas por un millón de dólares. Era más rentable no sembrarlas que hacerlo como se hizo”.
Lo que faltaba no era información, sino la capacidad de ordenarla, conectarla y extraer decisiones claras. Allí es donde aparece EIWA: “Nosotros no generamos nuevos datos. Ordenamos los que ya existen. Centralizamos, estandarizamos y los conectamos con la rentabilidad para dar recomendaciones concretas al productor”, explicó.
Otamendi tiene una historia poco convencional en el agro. Se formó como ingeniero mecánico en Estados Unidos y fundó su primera startup en el mundo de las telecomunicaciones en Canadá. Tras una década en el exterior, decidió regresar a la Argentina para aplicar su conocimiento emprendedor al sector agropecuario.
“El agro argentino es un entorno desafiante, pero increíblemente técnico y competitivo. Si lográs hacer algo bien acá, con márgenes ajustados y presión constante, podés escalarlo globalmente”, aseguró.
EIWA comenzó sus actividades comerciales en 2016, pero rápidamente detectó que el ecosistema no estaba aún listo para el producto tal como lo concebían. En lugar de desanimarse, pivotearon hacia otro segmento: los programas de mejoramiento genético de semillas.
Allí trabajaron junto a referentes como Rodolfo Rossi y Daniel Noboa, desarrollando soluciones basadas en drones, sensores, cámaras y software propio para reemplazar la recolección manual de datos. Colaboraron con Syngenta, BASF y otras multinacionales, operando en Argentina, Brasil y Estados Unidos.
“Ese trabajo nos dio un entendimiento profundo de la agronomía y de cómo se debe analizar la información en el campo. Nos permitió profesionalizar nuestra tecnología y ganar experiencia para volver con una propuesta sólida al productor”.
Con la experiencia acumulada, EIWA retomó su objetivo original: ayudar a los productores. Pero esta vez, con una solución más robusta. Hoy, trabajan con 10 productores de Argentina y Brasil, que manejan en conjunto 1.700.000 hectáreas, y cuentan con la red de ensayos agronómicos más grande de América Latina, con 1.500 ensayos en 350 lotes y 45.000 hectáreas.
Todo esto sin que el productor cambie sus rutinas: las sembradoras y cosechadoras recogen la información, y la plataforma de EIWA la procesa, compara, analiza y devuelve conocimiento aplicado.
“Logramos que el productor pueda experimentar en su propio campo, con sus propios datos, y así tomar decisiones con muchísima más precisión. Hoy puede evaluar un insumo no por lo que dice un folleto, sino por los resultados que le da a él mismo, en su lote”, afirmó Otamendi.
Uno de los grandes diferenciales de EIWA es la relación estrecha que construyen con sus productores clientes. Otamendi es claro: “El productor argentino es técnico, estratégico y está hambriento por mejorar. Cuando lográs esa relación de confianza, se genera muchísimo valor. Nosotros necesitamos al productor, y el productor nos necesita a nosotros. Hay una complementariedad perfecta”.
Además, subrayó la importancia de construir vínculos de largo plazo con intereses alineados, y destacó cómo esa visión los ayudó a evitar errores. “Al principio, trabajar con grandes empresas puede parecer tentador, pero si no hay intereses comunes a largo plazo, el vínculo no crece”, reflexionó.
En la entrevista, Otamendi también destacó el acompañamiento recibido por parte de sus inversores. “En momentos críticos, su apoyo fue clave. No solo aportan capital, sino también estrategia, redes, gestión emocional y conocimiento del negocio”.
Uno de los referentes que mencionó fue Tommy Peña, uno de los primeros inversores en EIWA. “Nos apoyó desde el comienzo, creyó en el equipo, y hoy sigue siendo parte activa del desarrollo del negocio”.
Actualmente, EIWA cuenta con el respaldo de nueve fondos de inversión distribuidos entre Estados Unidos, Brasil y Argentina. Esa estructura les permite seguir creciendo y consolidarse como referentes en agricultura digital.
Como cierre, Nicolás Otamendi dejó un mensaje potente para quienes desean emprender en el agro: “No hay caminos lineales. El éxito se construye con paciencia, persistencia y humildad. Hay que saber escuchar: al cliente, al socio, al equipo, al inversor. Así es como se mejora. Y sobre todo, hay que tener el coraje de empezar y la resiliencia para seguir”.