Por Agroempresario.com
La nueva escalada geopolítica en Medio Oriente volvió a sacudir al mercado internacional del petróleo, y con ello, generó señales mixtas para la economía argentina. Mientras que el Gobierno nacional considera que un mayor precio internacional del crudo puede impulsar las exportaciones y atraer inversiones estratégicas, también reconoce que un shock externo derivado de esta tensión puede alimentar la inflación global y afectar la estabilidad macroeconómica del país.
El conflicto bélico, aunque temporalmente contenido por un cese al fuego, puso en vilo a los mercados y encendió alertas sobre una posible disrupción en el suministro de petróleo global, especialmente en zonas clave como el estrecho de Ormuz. Esta situación podría traducirse en una presión alcista sobre los precios de los commodities energéticos, una mayor aversión al riesgo y una política monetaria internacional más restrictiva.
La reacción inicial del mercado fue cautelosa. El barril de Brent bajó hasta los 70 dólares, interpretado como una señal positiva ante la ausencia de represalias inmediatas por parte de Irán. Sin embargo, operadores financieros y analistas económicos concuerdan en que persiste una gran incertidumbre sobre el futuro de la región y, por ende, sobre la estabilidad del mercado energético.
Según el análisis de Adcap Grupo Financiero, el conflicto todavía se percibe como localizado, pero cualquier afectación al tránsito por el estrecho de Ormuz —por donde circula cerca del 20% del petróleo mundial— podría alterar significativamente las expectativas inflacionarias y forzar ajustes monetarios por parte de la Reserva Federal de EE.UU.
Desde Portfolio Personal Inversiones advirtieron que esta tensión puede devolver un “sentimiento global de risk-off”, lo que implica una menor demanda de activos de alto riesgo, como los bonos soberanos argentinos. Esta percepción se refleja en un riesgo país que permanece elevado, por encima de los 725 puntos básicos, a pesar del superávit fiscal y los avances en la política económica doméstica.
En el seno del Poder Ejecutivo argentino, la evaluación es dual. Por un lado, destacan que un precio más alto del petróleo puede beneficiar a la Argentina en su rol de exportador neto de energía y commodities. Este escenario también podría acelerar inversiones en sectores clave como Vaca Muerta, dinamizando la economía real y mejorando la balanza comercial.
“En términos económicos, a algunos sectores les favorece porque todos los commodities suben. Eso empuja las exportaciones y acelera inversiones”, indicaron fuentes oficiales. En la Casa Rosada aseguran que, si se mantiene el superávit fiscal y se mejora el frente externo, el país podría salir fortalecido de este contexto global complejo.
En ese marco, el Ministerio de Economía optó por no avanzar esta semana con una nueva colocación del Bonte 2030, un título en dólares que se había ofrecido previamente con éxito. La decisión de no buscar financiamiento adicional en moneda extranjera fue atribuida a la incertidumbre financiera internacional y a un posible menor apetito inversor por deuda en pesos en un contexto volátil.
Ante los temores de una nueva ola inflacionaria global que pueda repercutir en Argentina, el Gobierno redobló su apuesta por el equilibrio fiscal. Días antes de una nueva misión técnica del Fondo Monetario Internacional (FMI), el presidente Javier Milei instruyó a su equipo económico a elevar la meta de superávit primario de 1,3% a 1,6% del PBI. Esta decisión implica un recorte adicional del gasto público por el equivalente a 2,5 billones de pesos.
La intención es enviar señales claras tanto al FMI como a los mercados de capitales. Con este ajuste adicional, el Ejecutivo busca reforzar la credibilidad fiscal y estabilizar el frente financiero, en un contexto en el que los inversores todavía adoptan una postura de “esperar y ver” antes de apostar por activos argentinos.
La Reserva Federal de EE.UU. enfrenta un dilema cada vez más complejo. Si el conflicto en Medio Oriente escala, podría verse obligada a mantener las tasas de interés elevadas para contener una inflación que resurja por efecto del petróleo. Sin embargo, esa estrategia también implicaría enfriar aún más la economía estadounidense, con implicancias globales.
Según la consultora Eco Go, Argentina enfrenta un frente externo frágil, que limita su margen de maniobra. “No parece financiable un aumento sostenido del déficit de cuenta corriente, sobre todo con vencimientos externos importantes desde 2026”, indicó su último informe. La firma también advirtió sobre el desequilibrio entre el aumento de importaciones y la caída de las exportaciones, sumado a la salida de divisas por turismo y utilidades.
El impacto de un petróleo más caro dependerá de la capacidad de la Argentina para capitalizar su potencial exportador sin descuidar la estabilidad interna. Sectores como la energía, la minería y el agro podrían recibir un nuevo impulso si los precios internacionales se mantienen en alza. No obstante, el riesgo financiero global, sumado a los desafíos políticos internos, podría limitar el flujo de inversiones en el corto plazo.
Para el analista financiero Gustavo Ber, el escenario es incierto pero ofrece oportunidades: “Los operadores siguen atentos a los movimientos del petróleo y sus efectos sobre la inflación. En este contexto, los activos locales están más correlacionados que nunca con el clima global, y eso exige políticas consistentes y señales claras hacia el exterior”.